La actualidad marca escenarios distintos para los dos coches que aquí nos convoca, pero algo hay en común en ellos y es que son dos versiones homologadas para la calle, pero al límite de lo razonable. Un alemán, el Volkswagen Golf GTI. Un japonés, el Honda Civic Type R. Dos formas de expresar tradición, pero también exceso de deportividad para vehículos derivados de compactos nacidos para el manejo diario. Dos facetas a las que el alto desempeño parece irse un poco de las manos, dos versiones de compactos que van más allá del simple acabado sport que solemos encontrar en las gamas.
Llamarlos versiones es incluso un insulto para el GTI y el Type R. Son dos instituciones, dos irreverencias, dos marcas registradas que, como dije, atraviesan presentes diferentes. El hatchback de Wolfsburgo tiene cuerda tal como lo conocemos, pero más temprano que tarde llegará el momento de su generación eléctrica. Las tres célebres siglas seguirán viviendo en el modelo de producción que evolucionará del concepto ID que se pasea por eventos, mientras el más potente de todos los Golf GTI espera ser revelado el 20 de junio en Nürburgring, un día antes de las 24 Horas.
En cuanto al Honda, el Ultimate Edition sentencia su final en Europa, debido a la legislación y las normativas de emisiones. El coche no muere, eso sí, porque seguirá fabricándose en Japón, seguirá formando parte de la Honda norteamericana y seguirá siendo una opción en ciertos países sudamericanos que, liberados de las presiones ambientales en el rubro automotriz, lo acogen con la esperanza de, incluso, darle expansión adonde aún no ha llegado.

En Argentina, por ejemplo, el Civic Type R por ahora no está a la venta, pero hay un argentino que lo conoce como pocos. Néstor Girolami tuvo algunos kilómetros para adentrarse, sin interrupciones ni concesiones, en su vertiginoso lenguaje. Unos 20,8 kilómetros, para ser preciso. Ese número solo significa un trazado y es, de nuevo, el Infierno Verde. Un registro que no olvidará jamás: 7:44.881. El tiempo de vuelta con que en marzo del 2023 el piloto llevó al Honda a la cima de los tracción delantera de producción más veloces de Nürburgring en un acto bien simbólico: se recordará como la última gran documentación de su carácter en el continente.
Un recorrido simbólico por la huella que ha dejado, donde tanto ha pasado y tantos han pasado, pero también por su mensaje subliminal. Con ese récord, el Honda Civic Type R nos dijo algo por detrás, como en tono confidencial, por lo bajo, a nuestro oído y sonriendo, algo que hoy adquiere una valía significativa por su despedida de Europa, algo con lo que pretende que no entremos en la confusión, porque, lo dicho, el límite de su deportividad es complejo y maravillosamente difuso: “Acuérdate de que soy un coche de calle”.
Como el Type R, el Volkswagen Golf GTI no es una simple versión deportiva. Nunca lo fue. Basta con poner un ejemplar de la primera generación a correr en pruebas de aceleración contra sus sucesores inmediatos para confirmar que su andar puede estar a la altura de un Mk2 o de un Mk3. En sus ocho capítulos, nunca pretendió renunciar a la honestidad mecánica y el sonido de lo que sale de los escapes desde hace 50 años es su alma de hot-hatch expresándose. Si me preguntan, en función de esa honestidad mecánica y de su fisonomía, me subiría a un Type R sin dudar, pero los dos son eso, hot-hatchs de nacimiento y, por lo tanto, dos máquinas experimentales primero y coches de calle luego.
Mauro Blanco
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