La costumbre de rivalizar la saga Nevera de Rimac con el Tesla Model S Plaid debe terminar

La costumbre de rivalizar la saga Nevera de Rimac con el Tesla Model S Plaid debe terminar

El eléctrico americano destaca por su altísimo rendimiento, pero su comparación con el hiperdeportivo europeo ya no tiene sentido.


Tiempo de lectura: 3 min.

Lo peor de la Monterey Car Week es cuando termina y entonces tenemos que esperar un año para el siguiente encuentro. Lo mejor son los modelos que se presentan y los que marcan a fuego cada edición. La del 2024 será recordada por el lanzamiento del Rimac Nevera R, una propuesta más poderosa que el modelo original que nos atrapó dos temporadas atrás.

Ahora que ya ha pasado más de un mes de su revelación, que sus dotes prestacionales ya se han volcado a la mesa y que la espuma ha bajado, es momento de saldar deudas, pues, como todo a su tiempo y por más irritante que me resultaba, la decisión de soltarlo ahora y no antes como una declaración de principios siempre estuvo tomada. El asunto es el siguiente: ¿Qué es eso de rivalizar la saga del fabricante croata con los eléctricos de Tesla y en específico con el Model S Plaid? Una confrontación que se ha vuelto un hábito y que podríamos empezar a echar por tierra, ¿no les parece?

Cuando se lanzó al mercado la tanda limitada del Nevera básico, el mencionado de la firma de Musk fue tomado como objeto de comparación. Ahora, con el “alter ego agresivo” en escena -así lo define la firma-, la ecuación se ha repetido: el S Plaid y una para nada sana costumbre de oponerlo a los de Rimac. Sí, el de Tesla es un eléctrico con cuatro cifras de potencia. Sí, su cuarto de milla no tiene tanto que envidiarle al Nevera original. Y sí, su 0 a 100 es digno de un superdeportivo. Eso sí, en potencia la diferencia es abismal y la brecha técnica es aún más grande con el Nevera R.

Rimac Nevera R (2)

Entiendo el atractivo de poner disímiles eléctricos a disputar una prueba de drag race como ya ha ocurrido. Ver una berlina con números propios del alto rendimiento de un hipercoche frente a un hiperdeportivo de la magnitud de los de Rimac puede resultar tentador la primera vez. Luego se vuelve reiterativo y tedioso. Si el resultado siempre será el mismo, ¿qué sentido tiene seguir emparentándolo? Una completa pérdida de tiempo. Además, con el Model S Plaid todo se limita al juego del poder de fuego, pues el americano nada tiene que ver con la familia de los superdeportivos en cuanto a diseño y segmento. Sólo ofrece dicho atractivo, insisto, y sólo como peculiaridad de una única vez de quien, viniendo de otro tipo de coche, desafía a los Goliat.

Que sea un todo eléctrico poderoso no lo convierte en rival, como sí lo son el Pininfarina Battista y el Lotus Evija, una rivalidad de segmento real, tanto en apariencia de carrocería como en igualdad de tren motriz, con potencias que promedian los 2,000 caballos. Aquí sí tenemos mucha más tela para cortar. No se puede establecer una comparación si no es integral. Vaya aburrimiento el de reducir todo a la ficha técnica. El Nevera, y aún más el Nevera R, merecen mirarse al espejo junto a modelos de su condición y el Plaid no cuenta con los requisitos. Cuando Tesla coloque en las calles su esperado Roadster de segunda generación, pues, hablaremos.

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