Es lógico que se apunte a lo que promete en materia de propulsión. Porque sí, es un eléctrico y es elemental tenerlos al tanto de cuánta potencia anuncia, de cuánto será su autonomía máxima cuando se lo conduzca en su modo EV, de cuánto la autonomía del esquema motriz en su conjunto y qué capacidad ofrecerá su batería. Con más razón cuando lo que parece ser un híbrido enchufable más, en realidad, es un eléctrico no convencional.
Sí, es correcto que en una pirámide invertida sobre el lanzamiento del Karma Invictus, su condición de coche eléctrico de rango extendido –los denominados EREV, por sus siglas en inglés del Extended Range Electric Vehicle– sea lo primero y más importante a tratar. En modelos como este cuatro puertas que congenia lujo y deportividad, la función del motor de combustión no es traccionar –en este caso, unas llantas de aluminio forjado de 21 pulgadas con neumáticos Michelin PS4S 10 mm más anchos en las ruedas traseras para garantizar un mejor agarre–, sino alimentar un generador para llevar energía eléctrica a los motores eléctricos cuando la batería se agota.
Ahora bien, puede que en el contexto del advenimiento de la electrificación de estos últimos años, el sistema EREV constituya una excepción a la regla. Sin embargo, para Karma Automotive no es ninguna novedad. Por el contrario, la mecánica del Invictus no es más que la continuidad de un legado forjado desde la época de Fisker Automotive, su firma antecesora.
Karma Invictus: misma potencia, mismo rendimiento, mejor aceleración
El tipo de propulsión de rango extendido ya se ha visto en el Fisker Karma y en el rebautizado Karma Revero, y es la tercera generación de este sedán –próxima a estrenarse en el mercado– la que le comparte la configuración compuesta por el par de motores eléctricos de 400 kW, la batería de 28 kWh, el generador y un 1.5 turbo para concluir en las mismas cifras de potencia y eficiencia. En el Invictus, la máxima también es de 543 CV y su par no se mueve de los 745 Nm. En el rendimiento se replican los valores: con una única carga, casi 129 son los kilómetros que podrá recorrer utilizando solamente la batería, autonomía que se extiende hasta los 579 km cuando los motores eléctricos se sirven del 1.5 y del generador.
¿Esto significa igualdad de prestaciones? En absoluto. Y aquí quiero hacer hincapié antes de pasar a la apreciación principal. De momento, la velocidad máxima que se obtendrá del Invictus es una incógnita, de manera que debemos esperar para saber si se mantendrá en los 201 km/h del Revero o si los superará. En la aceleración radica la notable ventaja y es allí donde estamos en condiciones de afirmar que este próximo modelo promete mucho más poder de fuego. La diferencia es de más de medio segundo, bajando abruptamente de los 4.5 segundos que necesita el Revero para lanzarse de 0 a 100 km/ a unos 3.97 segundos. No es de sorprender: este futuro coche insignia llega para posicionarse como una expresión más visceral.
El singular aplicado de la fibra de carbono en su carrocería
Con una integral fibra de carbono, en la carrocería es donde el Invictus marca la diferencia hacia su alto desempeño. Lo particular, sin embargo, está en la técnica. Cuando un coche pretende que su estética exprese lo que los motores son capaces de hacer, toda una costumbre suele ser la exposición parcial de la fibra de carbono y, por lo general, los elementos aerodinámicos son la coartada perfecta. Claramente, este no es el caso.
Karma Automotive parece no querer desvirtuar el asunto y que, ante tanta deportividad, al Invictus se le olvide que los rangos se respetan. Los rasgos que hacen al lujo no deben pasar a un segundo plano –menos en una producción que se limitará a 30 unidades– por más mejoras prestacionales que se alcancen. En ese sentido, la sutileza en la manera de aplicar el carbono amortigua y suaviza el impacto visual de su presencia. En la exclusiva gama de Karma, una de las pinturas de exterior es el gris Pacífico. Esta tonalidad se anuncia para el nuevo Revero, pero es en el Invictus que recurre con maestría al degradado con que se va descubriendo la fibra, que, con timidez, comienza a verse desde la mitad del capó hasta el maletero, pasando por el techo. Compruébenlo ustedes mismos echando un vistazo a las imágenes.
Mauro Blanco
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