A estas alturas de la película resulta complicado hablar de Gordon Murray y descubrir algún secreto dentro de su dilatada carrera profesional, sobre todo a nuestros lectores. Su contribución a la Fórmula 1, como diseñador de Brabham, primero, y de McLaren, después, lo convirtieron en uno de los nombres más respetados en competición, una reputación que extendería al ámbito de los coches de producción tras ser el responsable principal del McLaren F1. Aún en activo, su nueva compañía Gordon Murray Automotive es la responsable de uno de los superdeportivos más esperados de los últimos tiempos, el GMA T.50. Pero mucho antes de todo esto, y como primera piedra de su recorrido en el sector de los vehículos con portamatrículas, el ingeniero nacido en Sudáfrica desarrolló el LCC Rocket.
En el año 1991, el piloto Chris Craft y el propio Gordon Murray fundaron la empresa The Little Car Company, con sede en la localidad inglesa de Saint Neots. El objetivo de la compañía era el de producir un vehículo biplaza de muy pequeño tamaño y reducidísimo peso. El resultado fue este LCC Rocket que, con tan solo 386 kilogramos de peso total, convertía a deportivos como el Lotus Elan —584 kg— en pesos pesados. Ni siquiera el Caterham Seven, con diferentes versiones de 500 kg de media, puede aspirar a igualar la liviandad de este LCC Rocket.
Este automóvil de Gordon Murray está construido sobre un chasis multitubular de acero, envuelto en una carrocería inspirada en los monoplazas de Fórmula 1 de décadas atrás, con el motor configurado como un elemento estructural. Cuenta con suspensiones de doble triángulo en ambos ejes, cuyos amortiguadores estaban proporcionados por Showa. Gracias a esta ligerísima construcción, el LCC Rocket no requiere un propulsor de gran cilindrada para permitir prestaciones propias de un deportivo. De hecho, su motor de gasolina procede de una motocicleta. Fabricado por Yamaha, se trata de un tetracilíndrico de un litro de cubicaje que estaba disponible en dos niveles de potencia, 145 CV o 165 CV, según solicitase su comprador. Más que suficiente para ofrecer una relación peso-potencia equivalente a la que nos encontramos hoy en día en modelos como el Ariel Atom. Por supuesto, esta se envía al eje trasero a través de una caja de cambios manual de cinco o seis relaciones. La velocidad punta de la versión menos potente alcanza los 228 km/h.
Aunque sus prestaciones quedarían ensombrecidas en una comparativa con otros vehículos diseñados por el ingeniero británico, como los McLaren F1 o GMA T.50, el LCC Rocket responde a los mismos fundamentos que aquellos
Aunque este modelo se distancia significativamente de otras creaciones de las que Gordon Murray ha sido responsable, en él también pueden encontrarse los mismos fundamentos que este diseñador ha mantenido vigentes a lo largo de su carrera. Por supuesto, su condición de vehículo muy ligero, vislumbrada desde la denominación de la compañía que lo fabricó, es uno de ellos, así como su tamaño compacto —3,52 metros de longitud—, con un segundo asiento situado detrás del puesto de conducción. También, cómo no, el hecho de que confíe en un propulsor capaz —y deseoso— de trabajar a un régimen de giro muy elevado.
Así, el resultado se caracteriza por su agilidad y capacidad de frenada, gracias a ese poco peso. Además, en el momento de su lanzamiento, a principios de la década de los 90 del siglo pasado, se convirtió en el vehículo con más rápida aceleración del mundo, sacando partido de una relación peso-potencia mejor que muchos de los superdeportivos del momento.
Entre 1992 y 1998 se fabricaron solo 55 ejemplares de este particular automóvil. Uno de ellos se quedó en posesión de Gordon Murray, y ha sido esta unidad la que fue conducida por Dario Franchitti, principal probador de Gordon Murray Automotive, colina arriba en Goodwood hace unas semanas. La imposición de nuevas normas de seguridad vial que este modelo debía cumplir si quería continuar comercializándose fue una de las razones por las que, en 1998, el LCC Rocket dejó de producirse. Actualmente, The Light Car Company sigue ofreciendo servicios de mantenimiento y reparación para las unidades existentes de este curioso modelo, el primero de calle desarrollado por Gordon Murray.
David García
No conozco sensación mejor que la de un volante en las manos. Disfruto también con ellas sobre el teclado, escribiendo ahora para vosotros algo parecido a aquello que yo buscaba en los quioscos cuando era un guaje.COMENTARIOS