El Land Rover Defender es uno de esos coches icónicos, un automóvil que destacaba por algo especial y que marcó el camino que acabarían siguiendo el resto de fabricantes. Un coche mítico por sus capacidades off-road, pero también por ser la evolución del primer Land Rover de la historia y por haberse mantenido casi intacto durante décadas, recibiendo pequeñas mejoras y cambios para adaptarse a los tiempos que tocaba vivir en cada momento.
Cuando desapareció del mercado en el año 2016, con la promesa de volver más joven y renovado que nunca, a muchos les corrió un escalofrío por la espalda en señal de que se avecinaba algo malo, algo que no debería ocurrir. A muchos se les pasó por la cabeza la transformación del Land Rover Defender a la moda SUV, perdiendo todas sus capacidades off-road, otros temieron porque lo “civilizarían” y dejaría de ser un Defender y otros, simplemente estaba deseosos de ver que ocurría con el coche, toda una leyenda del automovilismo.El resultado ya lo conocéis, uno de los mayores cambios que ha sufrido nunca el modelo, tanto en diseño como en tecnología, pero no es talante o aptitudes. No obstante, esto último no importa, porque el Defender ya no parece un Defender y eso es un sacrilegio, o al menos así es como piensan los más fanáticos del modelo. No obstante, todos los que han podido ponerse a los mandos de este Defender que no parece un Defender, han constatado que no ha perdido ni una sola de sus cualidades off-road y se han mejorado cosas como la ergonomía, la calidad y el equipamiento.
Pero si te parece poco, ahora también lo puedes pedir con un enorme V8 de 525 CV, capaz de lanzar al todoterreno británico hasta los 240 km/h y completar el sprint en 5,2 segundos. Es el clásico bloque 5.0 de la marca con un “supercargador”, que rinde esos 525 CV a 5.500 rpm y 625 Nm de par desde 2.500 rpm. Está asociado a un cambio automático de ocho relaciones fabricado por ZF y éste, a su vez, a un sistema de tracción total. Un conjunto que le permite ser el Defender más rápido de la historia hasta el momento.
¿Tiene sentido un motor así en un coche como el Defender? Pues sinceramente, no mucho, pero tienen bastante éxito en el mercado y muy seguramente sea una máquina ideal para hacer el salvaje. Pero el salvaje fuera del asfalto, porque incorpora una nueva suspensión neumática (con casquillos de suspensión más rígidos), bloqueo del diferencial trasero activo, un sistema que controla la “guiñada” y por supuesto, incorpora el sistema Terrain Response 2 configurable, que además tiene un nuevo modo llamado “Dynamic”.
Su imagen se ha trabajado para hacer juego con sus prestaciones y cuenta con varios paquetes de equipamiento y solo tres colores: Carpathian Grey, Yulong White y Santorini Black (en las fotos, con las pinzas de freno en color azul claro que resultan una combinación genial). Los asientos se tapizan con nuevas opciones, el volante está forrado en Alcántara y tras él se colocan las nuevas levas para el cambio cromadas y exclusivas de los Defender V8.
No es la primera vez que un Land Rover Defender monta un V8. El primero hizo aparición en 1976 y rendía 91 CV. El último apareció en 2018 a modo de edición súper especial, cuando el Defender ya no se fabricaba, anunciando 400 CV.
Javi Martín
Si me preguntas de donde viene mi afición por el motor, no sabría responder. Siempre ha estado ahí, aunque soy el único de la familia al que le gusta este mundillo. Mi padre trabajó como delineante en una empresa metalúrgica con mucha producción de piezas de automóviles, pero nunca hubo una pasión como la que puedo tener yo. También he escrito un libro para la editorial Larousse sobre la historia del SEAT 600 titulado "El 600. Un sueño sobre cuatro ruedas".COMENTARIOS