Era cuestión de tiempo que el Hyundai Kona eléctrico recibiera las novedades presentadas en el resto de la gama. Y ese tiempo se ha cumplido ahora, que la marca por fin ha presentado la versión con motor eléctrico de su exitoso SUV. Un restyling que, al igual que el resto de hermanos, cambia notablemente en cuanto a imagen, añade más equipamiento y presenta mejores acabados, pero mantiene los motores de la versión anterior. No en balde, el Kona se ofrece con dos motores suficientemente solventes y actuales.

La electrificación es una tecnología obligada, los fabricantes tienen que adoptarla si quieren alcanzar las limitaciones que establece la normativa. Cuantos más modelos electrificados se tengan en catálogo y más se vendan, mejor para los resultados anuales y Hyundai lo abarca todo. Al final, tarde o temprano, todos acabarán por hacer lo mismo y los motores convencionales serán cosa del pasado.

Cambios notables en su imagen

El Hyundai Kona Electric se lanzó al mercado en el año 2018, esto quiere decir que este restyling llega muy pronto, más de lo acostumbrado. Tan solo han pasado dos años y Hyundai ya está dando un repaso a su pequeño SUV eléctrico, dándole un nuevo diseño que le acerca más a las tendencias en el segmento de los “cero emisiones! al eliminar por completo la calandra. Ni un atisbo de ella queda en el nuevo Hyundai Kona Electric, como si tenía el modelo hasta el momento, aunque fuera simple maquillaje y no sirviera más que como detalle estético.

Se trata del cambio más notorio en el nuevo diseño, que adopta como cabe esperar las nuevas líneas ya vistas en las otras versiones presentadas con anterioridad. Un detalle que cambia por completo la mirada del Kona Elecrtic y dejan clara su condición de coche eléctrico. La toma de carga se mantiene en el mismo lugar que antes, no en balde, sigue siendo el mismo coche pero con una imagen cambiada y nuevos detalles adicionales. El objetivo, obviamente, es mantener el buen nivel de ventas que tenía el pequeño SUV surcoreano, que en el tiempo que lleva a la venta ha logrado superar las 53.000 matriculaciones en Europa y más de 120.000 en todo el mundo.

En la zaga los cambios son compartidos con el resto de hermanos de gama, afectando a los pilotos y a los paragolpes. También aumenta ligeramente su longitud, unos 40 milímetros, aunque no afecta ni a su pisada ni al espacio interior. Es, básicamente, un efecto secundario de los nuevos paragolpes.

Ocurre lo mismo en su habitáculo. Todo es compartido con las versiones de la gama, destacando la instrumentación digital con pantalla de 10,25 pulgadas. También se añade un head-up display mediante una pequeña pantalla transparente que emerge por detrás de la capilla de la instrumentación. La pantalla del sistema multimedia y de manejo táctil es nueva, acepta conectividad Android Auto y Apple CarPlay, aplicación Blue Link para el teléfono móvil (permite controlar algunos parámetros a distancia) y servicios en línea Hyundai Live.

Mismos motores eléctricos que antes, pero más equipamiento

La gama de motores permanece invariable, ofreciendo las dos mismas opciones con 136 y 204 CV (100 y 150 kW). La versión de acceso cuenta con unas baterías de 39,2 kWh de capacidad, suficientes para una autonomía de 305 kilómetros. La más potente disfruta de un conjunto de acumuladores de 64 kWh, que prometen un rango de uso de hasta 484 kilómetros. Ambas rinden el mismo par: 395 Nm.

Para la cargas se puede optar a un cargador de a bordo trifásico de 10,5 kW, posibilitando cargas rápidas en estaciones públicas y por supuesto, en un Wallbox. Requiere de 4 horas y 50 minutos para una carga completa o bien, 7 horas y media según el tamaño de las baterías. Empleando un cargador de 100 kW, puede pasar del 10 al 80 % en unos 47 minutos.

En cuanto al equipamiento, incorpora el paquete de asistentes que la marca denomina como “Hyundai SmartSense”, al que se añade la alerta de tráfico trasero, asistente de ángulo muerto, advertencia de salida segura, alerta de salida del coche de delante o alerta de asiento trasero.

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