Reconozco que, la primera vez que vi esta unidad, lo primero que me vino a la mente fue una de esas locuras que los diseñadores de Hot Wheels hacen cada cierto tiempo. Y es que este Crosley Almquist Sabre es pura emoción: un chasis tubular, revestido con una ligera carrocería hecha de fibra de vidrio, y coronado por un motor V8 de la vieja escuela. Muchos y muy buenos ingredientes para hacer un modelo muy especial. ¡Y lo mejor de todo es que está homologado para circular por carretera!
Este pequeño Crosley salió de fábrica en 1952 con su carrocería de metal. La empresa Crosley Corporation, conocida posteriormente como Crosley Motors Incorporated, nació en 1939 de la mano de Powel Crosley Jr. con el objetivo de fabricar coches pequeños y asequibles, que para exportación recibieron la marca Crosmobile. De sus instalaciones saldrían berlinas, familiares, descapotables, pick-ups, un deportivo y hasta un todoterreno. Durante la Segunda Guerra Mundial, se detuvo la producción de automóviles para dar paso a la fabricación de material bélico. Finalizado el conflicto, se retomó la actividad automovilística. Powel fue un adelantado a su tiempo y muy innovador, fabricando modelos pequeños y económicos en una situación de carestía de materiales y combustible. Cuando la economía estadounidense comenzó a mejorar, las ventas de los Crosley cayeron en picado, hasta su desaparición en 1952, año en que se fabricó esta unidad.
Cinco años más tarde, en 1957, este Crosley cambió su carrocería de serie por otra de fibra de vidrio construida por Almquist Engineering para usarlo en competición, era una práctica habitual en esa época en el mundillo. Almquist comenzó vendiendo piezas para hot-rods, y se introdujo en el mundo de los kit-cars tras adquirir carrocerías de la extinta empresa Clearfield Plastics. El catálogo de Almquist ofrecía carrocerías ligeras para adaptar a casi cualquier chasis existente. Las carrocerías se entregaban listas para montar, incluyendo refuerzos, tablero de instrumentos, puertas, capot y huecos para instalar los faros. La gama Sabre era la más popular, y se ofrecía en cuatro versiones, según la distancia entre ejes y el fabricante. La otra serie se denominaba Speedster y existía en tres variantes. Además, existían tres modelos especiales denominados El Morocco, El Deuce y Thunderbolt. Almquist también ofrecía una variedad de equipamiento opcional para sus carrocerías. Nuestro protagonista de hoy es un modelo Sabre.
Puesto que se iba a utilizar para correr en pistas de Monterey y Sonoma, para el motor se eligió un motor V8 de origen Ford de válvulas laterales, construido en 1939, al que se le añadieron tres carburadores Stromberg y un colector de admisión Ken Austin 3×2. Cuenta además con pistones de aluminio Edelbrock, válvulas rectificadas, bomba de aceite reconstruida y culatas Offenhauser. La caja de cambios es de cuatro velocidades y procede de un Ford Mustang Cobra II.
La carrocería llama la atención por la belleza de sus líneas. Se encuentra en bastante buen estado, con el pequeño parabrisas en el lado del conductor y dos retrovisores exteriores. Los pilotos posteriores provienen de un Chevrolet Impala de 1958. Además de la parrilla que lleva instalada, se proporciona otra con huecos para los faros. Las cuatro ruedas cuentan con tapacubos Mooneye y neumáticos Dunlop de trece pulgadas. Lleva un arco de seguridad en el lado del conductor. El tablero en aluminio es sencillo y cuenta con indicadores de combustible, temperatura y presión de aceite, aunque el velocímetro no está conectado. Las puertas están operativas, y se informa que alcanzó recientemente los 177 km/h en Laguna Seca.
Una pequeña bomba, muy divertida, que fue subastada por Bonhams. Si a algún día vais por Inglaterra, ¡quizá os lo encontréis por la calle!
Jesus Alonso
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