BMW 3.0 CS, un bello ejemplar de la firma bávara que nació a principios de los setenta. Esbelto, poderoso, elegante, de finos acabados y con una visibilidad magnífica. El sonido que transmite el motor al interior del habitáculo te hace notar que bajo tu pie hay caballos nobles, listos para salir al paso, trotar o galopar sin contemplaciones. De ti depende.
BMW juntó en un bonito diseño en forma de cupé de dos puertas de lineas estilizadas y suaves, donde la visibilidad cobra especial protagonismo, un propulsor de seis cilindros en linea y 2.986 cc capaz de entregar 177 CV. Entre esa máquina y la transmisión a las ruedas traseras media una caja de cambios de cuatro velocidades. Eso es en esencia el BMW 3.0 CS (E9) de 1971: un conjunto sobresaliente que alcanzaba sin dificultad 200 km/h y casi una docena más si se le exigía.
Hay coches que te marcan. La experiencia de conducirlos trasciende el hecho de manejar un conjunto de pedales y palancas para convertirse en una vivencia interior. No se trata de ir rápido o lento, de volar sobre las rectas o hacer cabriolas en las curvas. Es perderse en una carretera, sin principio ni fin, saboreando las reacciones del coche y sus sonidos al son de tus instrucciones.
El BMW 3.0 CS que llegó a mis manos era plateado, andaba cerca de la década y tenía más de 100.000 km. Daba igual eso y lo que consumía. Es una decisión personal salvaguardar tu hígado de caldos de elevada graduación cualquier viernes y poner gasolina al coche, para ir de A a A, sin importar las letras intermedias. Un aventura para la que estos versos de Lorca vienen que ni pintados:
Aquella noche corrí
el mejor de los caminos,
montado en potra de nácar
sin bridas y sin estribos…
Delco
Más que la Historia, me gustan las viejas historias que huelen a asfalto, carreras y gasolina.Simplemente precioso. Aquí dejo un vídeo de Petrolicious donde lo retratan de maravilla: