Estamos a las puertas de que se cumpla un mes del anuncio y no dejamos de extrañarlo. El fin de un legendario motor alemán está en retirada y con un emotivo comunicado lo había dado a conocer Andreas G. Schleith, director de Comunicaciones de Volkswagen, en su cuenta de Linkedin el 12 de diciembre del 2024. La referencia, la despedida, para el VR6, la fórmula mecánica que marcó la década de los noventa con su inventiva mecánica, una solución que supo propulsar diversidad de modelos, no solamente de la marca de Wolfsburgo, sino de Audi, de otras del Grupo como SEAT e incluso de coches ajenos al conglomerado.

Pero el Golf de tercera generación fue, probablemente, el más representativo. ¿El único en introducirlo en el mercado? No, pues como puntapié iniciales se consideran también a los Volkswagen Passat y al Corrado, un fugaz pero de culto hatchback deportivo. No por nada el propio Schleith firmó su adiós personal –y personalizado– tomando aquel MK3, extirpándolo de su memoria y graficando con una foto de aquel reestilizado cuatro puertas.

“Todavía puedo recordar el estreno del Golf VR6: el primer Golf con seis cilindros, 2.8 litros de cilindrada y 174 caballos. Presentado en el Salón del Automóvil de Ginebra de 1991, el VR6 revolucionó el diseño de motores”, escribió el director de Comunicaciones en uno de los pasajes del posteo. Entre paréntesis, aquellos lectores con espíritu o vocación de historiadores recordarán la 61° edición en Palexpo como la exposición en la que se lanzaron modelos inolvidables como el Mercedes-Benz Clase S W140. Volviendo al tema, esa revolución era, precisamente, la combinación de fórmulas. Hablaba antes de solución y es lo que en definitiva fue, un desarrollo pensado de origen para el mercado americano, donde los coches se caracterizaban por estar diseñados para albergar motores de cuatro cilindros, lo que era insuficiente en la búsqueda de potencias superiores para la región.

Compactar un V6, el objetivo. Para ello, el ángulo típico que formaban las dos bancadas de los seis cilindros de la época se redujo a un ángulo definitivo de 15 grados, lo que permitió una optimización en la utilización de una única junta de culata en lugar de dos e hizo que a la nomenclatura se le agregara la R, en representación del término alemán Reihenmotor: “motor en línea”. En un seis en línea convencional, por tamaño, no estaba la respuesta, y esta suerte de fusión acabó rompiendo las reglas. Nada que ustedes, amigos, no sepan a esta altura, pero valía el breve repaso.

Volviendo al Golf de tercera generación, los que contaban con ese VR6 2.8 de 174 CV lucían la insignia al frente. No podía no llevarla allí, sobre una parrilla tan reducida en dimensiones como el espacio que ese seis cilindros atípico ocupaba debajo del capó. Estábamos frente a un cambio de época, como ocurría a nivel universal al entrar a aquellos años noventa. Diseños con molduras modernizadas, más limpios, menos angulares, con faros evolucionados que dejaban atrás, en el caso del Volkswagen Golf, las ópticas circulares que ya entraban en obsolescencia.

Una tercera generación que sirvió de transición a la cuarta todavía más despejada. Una tercera generación que fue novedad por el estreno del VR6 y por otras novedades, como los motores diésel de inyección directa –inéditos hasta ese entonces en la historia del Golf–, el control de crucero en la asistencia a la conducción y bolsas de aire frontales y laterales que ampliaban el repertorio en materia de seguridad pasiva. Pero el VR6… Sí, el VR6 que ya ha anunciado su final, fue en aquel 1991 la gran noticia, y ahora quiero que quienes hayan vivido la experiencia de conducir un Golf MK3 con uno de esos legendarios motores, lo compartan más abajo en comentarios.