El ave en llamas sobre el capó: Cuando Pontiac fue un taller de tuning

El ave en llamas sobre el capó: Cuando Pontiac fue un taller de tuning

Una estética que marcó a fuego la segunda generación


Tiempo de lectura: 3 min.
Los hubo con y sin configuración de techo T-Top –dos paneles divididos por una barra longitudinal–, que en este coche, donde no se ajustaba adecuadamente, no funcionó tan bien como en otros. Lo que no faltó en ninguno de los casos fue el pájaro en llamas sobre el capó, toda una insignia con la que la segunda generación se identifica. Fue esa la marca registrada de esta combinación entre la capa exterior Starlight Black y los detalles dorados que iban más allá de las calcomanías, pues resaltaban en los faros, los guardabarros, el paragolpes, la calandra y las llantas más que en cualquier otra sección de la carrocería.
Puertas adentro, el dorado se expandía, principalmente a los tres radios del volante y el salpicadero, que vaya si encandilaba. Fue más allá de la versión del Y82 de 1976 este paquete negro y dorado, ya que su éxito le garantizó la continuidad hasta el final de esta generación en 1981. Incluso los detalles dorados podían aplicarse sobre otros colores de carrocería. ¿Cómo explicarle a alguien que no es del riñón de los coches, entonces, que lo que se ve no es una unidad personalizada? Pues, alguna vez, Pontiac se atrevió a ser un taller de tuning.
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Sobre mí

Mauro Blanco

Veo arte en los coches y en sus diseños una potencia que va más allá de las cifras. Ex conductor de Renault 12 rojo modelo 1995 de épicos e imprevisibles episodios, al que recuerdo por la hostilidad de su volante, pero, sobre todo, por nunca haberme dejado en el camino.

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Pablo Mayo

Ingeniero de profesión, la mayor pasión de mi vida son los coches desde que era un chaval. El olor a aceite, gasolina, neumático...hace que todos mis sentidos despierten. Ahora embarcado en esta nueva aventura, espero que llegue a buen puerto con vuestra ayuda. Gracias por estar ahí.

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Si me preguntas de donde viene mi afición por el motor, no sabría responder. Siempre ha estado ahí, aunque soy el único de la familia al que le gusta este mundillo. Mi padre trabajó como delineante en una empresa metalúrgica con mucha producción de piezas de automóviles, pero nunca hubo una pasión como la que puedo tener yo. También he escrito un libro para la editorial Larousse sobre la historia del SEAT 600 titulado "El 600. Un sueño sobre cuatro ruedas".

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Soy un apasionado de los coches desde que era muy pequeño, colecciono miniaturas, catálogos, revistas y otros artículos relacionados, y ahora, además, disfruto escribiendo sobre lo que más me gusta aquí, en Espíritu RACER.

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Veo arte en los coches y en sus diseños una potencia que va más allá de las cifras. Ex conductor de Renault 12 rojo modelo 1995 de épicos e imprevisibles episodios, al que recuerdo por la hostilidad de su volante, pero, sobre todo, por nunca haberme dejado en el camino.

Jose Manuel Miana

Ando loco con los coches desde que era pequeño, y desde entonces acumulo datos en la cabeza. ¿Sabías que el naufragio del Andrea Doria guarda dentro el único prototipo del Chrysler Norseman? Ese tipo de cosas me pasan por la cabeza. Aparte de eso, lo típico: Estudié mecánica y trabajé unos años en talleres especializados en deportivos prémium.