El Volvo S70 TDi se adentraba en un segmento dominado por Mercedes con el Clase E –El W210– y seguido de cerca por BMW con el 525 tds –la generación e39–. Sin embargo, se adentraba sin tener un motor turbodiésel propio, así que tuvo que recurrir a otro fabricante que les proporcionara un propulsor adecuado para los menesteres a los que iría destinado el modelo. Y ese fabricante fue Volkswagen, que suministró el conocido cinco cilindros de inyección directa que ya estaba presente en el Audi A6 y que también se montó en el Volvo 850.
La existencia y planteamiento del S70 tenía mucho que ver con el mencionado 850. El sedán de Volvo tuvo un éxito inesperado para la marca y con su reemplazo, buscaron mantener esa acogida entre los usuarios con un diseño que, a todas luces, era puramente Volvo. En aquellos años, finales de los 90 y comienzos de los 2000, los diseños de la firma sueca se caracterizaban por las líneas rectas y los volúmenes muy marcados y equilibrados en sus formas. Unos rasgos que se imprimieron en el S70 pero se suavizaron aristas y se modificaron pequeños detalles que, a pesar de recordar al 850, permitían que el Volvo S70 luciera mucho más moderno e incluso más dinámico, aunque sin perder esa seriedad “by volvo”.
De hecho, junto a su competencia, los mencionados W210 y e39, el volvo S70 TDi no desmerecía nada y aguantaba el envite con forma más que digna. Incluso en el habitáculo se podía apreciar una clara evolución en cuanto a calidad de producción, equipamiento y por supuesto, diseño. No era el mejor, ni tampoco el más original, pero estaba en la media del segmento, a pesar de que, por si alguien no lo sabía, se podía considerar una evolución del 850 pues tomaba muchas cosas de su antecesor, como la plataforma y el esquema de suspensiones, lo que permitía un elevado aplomo en carretera y una estabilidad que superara, sobre todo en condiciones adversas, a los rivales alemanes –los germanos eran propulsión, y el sueco tracción–.
Con el motor 2.5 TDI de 140 CV, el Volvo S70 se colocaba en una muy buena posición en su segmento, incluso se permitía superar a sus principales rivales en algunos apartados
Pero, claro, la clave del S70 TDi era su motor. Como se ha dicho antes, era el conocido cinco cilindros de 2.460 centímetros cúbicos de Volkswagen, un motor con “bomba inyector” que generaba 140 CV a 4.000 revoluciones y 29,6 mkg –290 Nm– a 1.900 revoluciones. Se combinaba con una caja de cambio manual de cinco relaciones y desarrollos largos –en quinta era de 48,5 km/h a 1.000 revoluciones– y con una monta de ruedas que hoy parecen más propia de un segmento A: 195/60 R15. Neumáticos más que suficientes para los 140 CV de su motor y para los 1.460 kilos que pesaba.
Los consumos, como era típico en todo motor TDI, eran aquilatados, sobre todo para el tamaño y el peso del coche. Según la revista Motor 16 –número 717–, el consumo medio era de 7,3 litros y gracias a un depósito de 73 litros, prometía una autonomía de nada menos que 950 kilómetros. A 120 km/h, la mencionada de revista registró un consumo de siete litros, mientras que en ciudad el dato subía a 8,5 litros cada 100 kilómetros. Solo se criticó que era un motor algo ruidoso.
Como cabe esperar, el Volvo S70 TDi era un coche caro, aunque más barato que sus rivales directos. La tarifa que pedía Volvo en 1997 era de 5.350.000 pesetas, 32.155 euros, que aumentan hasta los 59.390 euros si añadimos el IPC.
Javi Martín
Si me preguntas de donde viene mi afición por el motor, no sabría responder. Siempre ha estado ahí, aunque soy el único de la familia al que le gusta este mundillo. Mi padre trabajó como delineante en una empresa metalúrgica con mucha producción de piezas de automóviles, pero nunca hubo una pasión como la que puedo tener yo. También he escrito un libro para la editorial Larousse sobre la historia del SEAT 600 titulado "El 600. Un sueño sobre cuatro ruedas".COMENTARIOS