Desde hace un siglo los automóviles con tres ruedas son una apuesta extraña pero constante. Prueba de ello es la historia de Morgan, la cual sintetizó a la perfección las bondades inherentes a este concepto gracias al 3 Wheeler. Un vehículo donde el contacto con la carretera se mezcla con la conducción a cielo abierto para brindar así una experiencia de conducción realmente intensa. En fin, la mejor prueba sobre cómo, muchas veces, no hace falta ir a altas velocidades para poder gozar de un desempeño deportivo lleno de personalidad en todos los sentidos.
Asimismo, la fórmula de las tres ruedas no sólo es aprovechable en términos de desempeño enérgico en carreteras de curvas; también puede servir para un consumo reducido aplicado a vehículos urbanos a medio camino entre una motocicleta y un coche. Pero, por qué no ir un paso más allá. ¿Por qué no mezclarlo todo a fin de crear un modelo donde la practicidad en el día a día de la ciudad no se vea reñida con la obtención de un vehículo divertido y ligero?
De hecho, en Japón esto lo lograron gracias a sus Kei Car. Las más de las veces sobrios y anodinos cual microcoche de la posguerra pero, en cambio, muy divertidos en su conducción cuando eran concebidos como lo fue el Honda Beat. Un modelo que, en todos los sentidos, resulta un ingenioso y brillante capricho.
Así las cosas, en 1986 Volkswagen unió carácter urbano y deportividad desenfadada sobre la base, precisamente, de un triciclo. Pliego de condiciones desde el cual se originó el Scooter presentado en el Salón de Ginebra de 1986 con -atención- todos los requerimientos necesarios para su homologación y, por tanto, fabricación en serie.
Aunque Volkswagen nunca se atrevió a producir un diseño tan atrevido como éste, lo cierto es que desde los ochenta hasta comienzos del siglo XXI produjo varios prototipos ligeros con el ahorro de combustible como seña reconocible
Sin embargo, desgraciadamente, el Volkswagen Scooter nunca pasó de la fase de prototipo -con dos unidades- debido a lo concreto de su carácter comercial; destinado a un nicho de mercado demasiado pequeño para una empresa global y masiva como es su autora. De todos modos, esto no quita un ápice de interés a su diseño, el cual presenta unos volúmenes depurados en el túnel de viento hasta presentar un Cx de 0,25. Junto con su bajo peso, la garantía de un consumo reducido fuera cual fuera la situación de manejo.
Además, respecto al motor se instalaron motores procedentes del Polo. Uno de 1 litro y otro de 1.3. En fin, más que suficiente para dotar a este pequeño vehículo con un desempeño vibrante tanto en el tráfico diario como en eventuales salidas de fin de semana por carreteras de montaña. Por cierto, todo ello con tracción delantera y espacio para dos pasajeros; quienes, llegado el caso, podían desmontar las puertas en apertura vertical para poder disfrutar así de una travesía cercana al asfalto.
En fin, una pena no haber visto al Volkswagen Scooter llegar a serie porque , con todas estas características, hubiera sido la mezcla perfecta de diversión y movilidad urbana para miles y miles de conductores con gusto por aquella frase de Colin Chapman “simplifica y luego hazlo más ligero”.
Miguel Sánchez
Todo vehículo tiene al menos dos vidas. Así, normalmente pensamos en aquella donde disfrutamos de sus cualidades. Aquella en la que nos hace felices o nos sirve fielmente para un simple propósito práctico. Sin embargo, antes ha habido toda una fase de diseño en la que la ingeniería y la planificación financiera se han conjugado para hacerlo posible. Como redactor, es ésta la fase que analizo. Porque sólo podemos disfrutar completamente de algo comprendiendo de dónde proviene.COMENTARIOS