El 19 de octubre de 2005 se presentó la cuarta generación del Volkswagen Polo GTI, aunque sería mejor decir que se puso en circulación la segunda generación del Polo GTI. El utilitario alemán llevaba en el mercado desde la década de los 70, pero no fue hasta los 90 cuando recibió la primera versión GTI, que además, se vendió de forma limitada –solo 3.000 unidades–. Anteriormente, en cuanto a versiones deportivas, solo había estado el Volkswagen Polo G40.
Así, aquel nuevo Polo GTI llegaba para ocupar un hueco que Volkswagen tenía cubierto con SEAT, con el Ibiza Cupra, pero no con un modelo con su propio emblema. Sin embargo, la apuesta de Volkswagen no fue tan radical como con SEAT y eso le valió alguna que otra crítica, pues el Polo GTI no alcanzaba las prestaciones de su primo español más rápido, sino que se quedaban un escalón por debajo, en la parcela de los Ibiza FR, con los que compartía motor: el 1.8 20vt en su versión de 150 CV.
Por aquel entonces, se había puesto en circulación el Volkswagen Golf GT, con su nuevo motor 1.4 TSI con 170 CV. Ese motor dio mucho tema de conversación y cuando se conoció el desarrollo del Polo GTI, no fueron pocos los que esperaban ver ese propulsor en el pequeño utilitario. Pero finalmente no fue así, pues en la firma alemana se queria dar protagonismo al Golf, nada nuevo, por otro lado. Y por eso, se optó por algo conocido y que se sabía perfectamente que funcionaría, el ya mencionado 1.8 20vt en su variante de 150 CV. Un motor que daba sensacionales resultados en casi cualquier coche que se montara, y se montó en un elevado número de modelos…
Esto quiere decir que el Volkswagen Polo GTI IV –o 9N3, por su código interno–, estaba animado por un cuatro cilindros de 1.781 centímetros cúbicos con culata de 20 válvulas y un turbo KKK K14, es decir, no solo era el mismo motor del Ibiza FR, también lo montó el Golf GTI IV. El caso es que tenía que tirar de menos peso que en el caso del Golf, concretamente 1.164 kilos, y las sensaciones eran mejores que en su hermano mayor. Sensaciones que se ratificaban con unas cifras muy decentes: 0 a 100 km/h en 8,7 segundos, el kilómetro con salida parada se hacía en 29 segundos y la velocidad máxima era de 216 km/h.
Todo ello se aderezó al más puro estilo Volkswagen: muy discreto. El Polo GTI IV no era e utilitario deportivo más llamativo, una tarea que recaía sobre el Ibiza Cupra y sobre otros rivales como el Renault Clio Sport, aunque el francés tampoco era un coche especialmente llamativo. Y si hablamos de la puesta a punto, nuevamente nos encontramos con ese talante Volkswagen, esa forma de trabajar que lo hace todo muy fácil, pero al mismo tiempo, falto de emoción. Si, la suspensión era más firme –y 15 milímetros más baja–, pero lejos de los más deportivos del segmento y tenía esa clara seña de identidad de Volkswagen, que arrastraba el morro cuando se forzaba el ritmo.
Javi Martín
Si me preguntas de donde viene mi afición por el motor, no sabría responder. Siempre ha estado ahí, aunque soy el único de la familia al que le gusta este mundillo. Mi padre trabajó como delineante en una empresa metalúrgica con mucha producción de piezas de automóviles, pero nunca hubo una pasión como la que puedo tener yo. También he escrito un libro para la editorial Larousse sobre la historia del SEAT 600 titulado "El 600. Un sueño sobre cuatro ruedas".COMENTARIOS