El Toyota Yaris 1.4 D-4D podría resultar todo un rara avis, si tenemos en cuenta la especialidad de la firma japonesa: la tecnología híbrida. Sin embargo, allá por 2010-2011, la tecnología que dominaba el mercado era la diésel y si querías tener algo de relevancia en el mercado, todos los fabricantes estaban obligados a contar con alguna opción en su gama.
Así, la tercera generación del utilitario japonés ofreció una opción turbodiésel en su gama, con la que se pretendía plantar batalla a los gallitos del segmento, los SEAT Ibiza TDI y el Peugeot 207 HDi. No llegó a plantarse como una de las opciones más populares, pero, por otra parte, sí que ofreció uno de los mejores motores en cuanto a consumo y suavidad de funcionamiento, que se combinaba con uno de los habitáculos mejor aprovechados del segmento.
Ese motor, como indica su denominación, tenía 1,4 litros de cubicaje, 1.364 centímetros cúbicos para ser más exactos, sobrealimentado, obviamente, por un turbo, con el que podía presumir de 90 CV a 3.800 revoluciones y un par de 204 Nm entre 1.800 y 2.800 revoluciones. Se combinaba con un cambio manual de seis relaciones y la tradicional tracción delantera, y podía alcanzar los 175 km/h y los 100 km/h desde parado en 10,8 segundos, aunque su mejor dato era el consumo: solo 3,9 litros, que un depósito de 43 litros de capacidad, prometía autonomías de órdago. No obstante, hablamos de un dato según el ciclo NEDC, así que seguramente sería algo más elevado con el actual WLTP.
Con el propulsor 1.4 D-4D de 90 CV, el Yaris se posicionó como el modelo con mejores consumos entre los utilitarios
De todas formas, el motor era el mismo que el usado en la segunda generación, no cambió en nada, lo que demuestra su buen rendimiento y que, además, Toyota ya estaba inmersa en la expansión de su tecnología híbrida y dedicaba poco tiempo a un tipo de motor que sería reemplazado por la hibridación, al menos en la marca japonesa. Luego ocurrió el famoso Dieselgate y los turbodiésel se vieron abocados a la desaparición, o casi.
Por entonces, las carrocerías de tres puertas tenía un hueco en el catálogo de los fabricantes y además, en el caso del Toyota Yaris D-4D, era 500 euros más barato y además, más atractivo estéticamente, ya que potenciaba su lado más juvenil y deportivo, aunque su talante no era precisamente deportivo.
Aquella tercera generación del Yaris cambió bastante con respecto a la tercera y destacaba por haber perdido esa forma de huevo que habían tenido sus antecesores. También mejoró la calidad y el equipamiento, pero según la prensa de la época, perdía en otros apartados, como la capacidad de almacenaje o la practicidad, argumentos en los que el Toyota Yaris no tenía rival en el mercado.
Javi Martín
Si me preguntas de donde viene mi afición por el motor, no sabría responder. Siempre ha estado ahí, aunque soy el único de la familia al que le gusta este mundillo. Mi padre trabajó como delineante en una empresa metalúrgica con mucha producción de piezas de automóviles, pero nunca hubo una pasión como la que puedo tener yo. También he escrito un libro para la editorial Larousse sobre la historia del SEAT 600 titulado "El 600. Un sueño sobre cuatro ruedas".COMENTARIOS