En 1997 llegó a España, por primera vez, el Toyota Corolla. Se trataba de la octava generación del compacto japonés, aquella de peculiar estética con faros redondos y trasera tipo “lipftback” para el cinco puertas, la que se hizo famosa por aquel “trata de arrancarlo, Carlos”. Pero no solo era la primera vez que el Corolla llegaba oficialmente a España, también era el primer modelo “para las masas” que la compañía japonesa traía a nuestro país.
Toyota ya disfrutaba, por entonces, de muy buena imagen y una gran reputación en España, pero el Corolla era un coche totalmente desconocido entre los usuarios españoles, aunque era uno de los coches más vendidos del mundo –su producción mundial rondaba el millón de unidades–. Además, llegó justo cuando el segmento de los compactos daba la bienvenida a determinados modelos de mucho calado. Por ejemplo, en 1997 se estrenó el Citroën Xsara, que ocupaba el lugar del Citroën ZX. También en 1997 se ponía en circulación el Volkswagen Golf IV, coche que apenas necesita presentación. Poco después, por si fuera poco, llegarían el Ford Focus, el SEAT León, el Opel Astra G…
La firma japonesa se metía en un segmento donde cualquier fallo se pagaba con unas ventas paupérrimas, aunque se tuvo mucho cuidado en ofrecer un coche mínimamente competitivo. Las propias pruebas de la época lo afirman, destacando que por cualidades dinámicas y rendimiento general, el Toyota Corolla podía hacer frente sin complejos a los líderes del segmento. El tema más delicado, quizá, fuera el diseño, con ese frontal con dos faros circulares, aunque, al menos el tres puertas, se remataba con una imagen bastante dinámica e incluso juvenil, todo lo contrario del cinco puertas y su particular parte trasera.
No fue el coche más popular de su segmento, pero contó con una buena acogida y salieron muy duros
Aquellos medios que pudieron acudir a la presentación oficial, se encontraron con un coche que, según se contaba en las revistas, presentaba un diseño original y atrevida. Se decía que el frontal estaba inspirado en el Celica, y que contaba con un habitáculo que no era un prodigio en cuando a originalidad –se acabó toda en su carrocería–, pero contaba con una elevada calidad general aunque con plásticos de colores claros, muy nipón en aquellos años, un detalle que restaba un poco de calidad percibida. También se comentó que en lo referente a espacio interior, estaba ligeramente por detrás de los mejores del segmento.
Sin embargo, lo que más atención centró fueron los motores. El Toyota Corolla llegaría a España con tres motores: 1,3 litros y 86 CV; 1,6 litros y 110 CV y 2,0 litros diésel con 72 CV –atmosférico–. La carrocería de tres puertas se podía combinar con todos, pero la liftback solo con el 1,6 y el diésel. También había un cambio automático para el gasolina “grande”. Los gasolina, los más interesantes en pleno apogeo del diésel, según la revista Coche Actual –número 481–, destacaban por su suave funcionamiento, por sus prestaciones y por combinarse con una transmisión cuyos desarrollos fueron muy bien calculados. La insonorización también se llevó alguna alabanza y se mencionó el suave tarado de las suspensiones, que restaban un poco de agilidad, pero que ofrecían elevado confort.
El Toyota Corolla, cuando comenzó sus ventas en España, tenía unas tarifas que lo situaban por debajo de los más caros. Por ejemplo, el Corolla con motor 1,3 litros y acabado Linea Terra, el más sencillo, costaba 1.970.000 pesetas, mientras que un Golf 1.4 Conceptline con carrocería de tres puertas, tenía unos precios que arrancaban en 2.312.932 pesetas.
Javi Martín
Si me preguntas de donde viene mi afición por el motor, no sabría responder. Siempre ha estado ahí, aunque soy el único de la familia al que le gusta este mundillo. Mi padre trabajó como delineante en una empresa metalúrgica con mucha producción de piezas de automóviles, pero nunca hubo una pasión como la que puedo tener yo. También he escrito un libro para la editorial Larousse sobre la historia del SEAT 600 titulado "El 600. Un sueño sobre cuatro ruedas".COMENTARIOS