Cuando el SEAT Altea arrancó con sus ventas, allá por 2004, las cosas eran bien diferentes a las actuales. Por entonces, los motores turbodiésel reinaban en el mercado sin importar, o casi, el segmento, los SUV apenas estaban presentes y los monovolúmenes eran los coches favoritos por las familias; incluso se llegó a pensar que el monovolumen sería “el coche de futuro”. Sin embargo, llama bastante la atención que un coche con 4,28 metros de largo se considerara “familiar”. Ahora, por ejemplo, un Hyundai Kona, con 4,35 metros de largo, es un segmento B…
El caso es que con el Altea, SEAT jugó una baza que, como bien menciona David Ayala en el número 168 de la revista Autovía –abril de 2004–, siempre genera muchas ventas: el diseño y el comportamiento dinámico. El SEAT Altea llegó en una época bastante particular, cuando Volkswagen buscó otorgarle un talante más deportivo y dinámico a la marca española, un objetivo que necesitaba de buen diseño y de buen comportamiento dinámico. Lo primero, para muchos, no se logró, pero lo segundo sí. Y según las pruebas de la época, con muy buena nota.
Un comportamiento dinámico que chocaba, en ocasiones, con la oferta motora ofrecida. Por ejemplo, el SEAT Altea se vendía con el apreciado 2.0 TDI de 140 CV y con el 2.0 FSI de 150 CV, motores que se ganaron muchas alabanzas por sus buenas prestaciones, pero también se ofrecía con un bloque 1.6 de 102 CV que parece, a simple vista, bastante escaso para un coche como el Altea. Una sensación que, según los datos registrados en la mencionada revista Autovía, parecían corroborar. La velocidad máxima del SEAT Altea 1.6 era de 181 km/h –dato oficial–, que no podemos criticar al ser una cifra muy correcta. Sin embargo, se registró una aceleración de 0 a 100 km/h en 13,74 segundos y, por ejemplo, el kilómetro con salida parada en 35,54 segundos.
Como monovolumen, el Altea no era tan versátil o modulable como sus rivales, pero al compartir plataforma con el SEAT León, era uno de los mejores en lo referente a comportamiento dinámico
Es evidente que el Altea 1.6 no era un velocista, pero tampoco era parco en consumo, pues los datos hablan de 10,8 litros cada 100 kilómetros de media –homologados eran 7,3 litros–. Además, no solo se quedaba un poco corto en prestaciones, sino que parecía un motor todavía más flojo por las bondades del chasis, equipado con suspensiones McPherson delante y un eje multibrazo detrás. Si volvemos a recurrir a la prueba del señor David Ayala, el SEAT Altea ofrecía una pisada muy satisfactoria, acompañada de una notable agilidad cuando se acumulaban las curvas, que solo era superaba por el Ford Focus C-Max, que se mostraba más ágil y con mayor capacidad para afrontar curvas a un ritmo que cualquier conductor medio de este tipo de coches nunca alcanzaría.
Aquel enfrentamiento: Altea vs C-Max, fue una constante y según a quien preguntaras, las bonanzas iban de uno a otro. No obstante, aun con un precio de 16.990 euros para el acabado Reference, el SEAT Altea 1.6 no fue una opción muy popular, eclipsada totalmente por el Altea 1.9 TDI de 105 CV, que resultaba ligeramente más caro en su acabado Reference –17.100 euros–, pero sus consumos 5,4 litros homologados– no tenía rival y sus 250 Nm de par le hacían parecer mucho más potente y ágil, aunque en realidad la diferencias fueran muy justas.
Javi Martín
Si me preguntas de donde viene mi afición por el motor, no sabría responder. Siempre ha estado ahí, aunque soy el único de la familia al que le gusta este mundillo. Mi padre trabajó como delineante en una empresa metalúrgica con mucha producción de piezas de automóviles, pero nunca hubo una pasión como la que puedo tener yo. También he escrito un libro para la editorial Larousse sobre la historia del SEAT 600 titulado "El 600. Un sueño sobre cuatro ruedas".COMENTARIOS