Más allá de los modelos más prestacionales y llamativos, esos que a veces sólo veremos en las páginas de las revistas o en muestras muy específicas, existe una enorme cantidad de sufridos vehículos en los que casi nadie reparara pero que, sin embargo, son esenciales para el funcionamiento de no pocos servicios y empresas. Bajo esta óptica, uno de los más destacables durante los tiempos recientes es el Piaggio Porter. Muy presente en no pocas ciudades tanto de Italia o Inglaterra como del resto de Europa, conciliando bajo su diseño todo lo relativo a los Kei Car japoneses junto a la tradición de Piaggio en materia de tres y cuatro ruedas. Pero vayamos por partes.
Así las cosas, lo mejor será situarnos en 1947. Año en el que Piaggio lanza la Vespa, reconvirtiendo su actividad industrial de manera radical tras haber fabricado aviones durante los años relativos a la Segunda Guerra Mundial. De esta manera, junto con la Lambretta este modelo asentaba el segmento de las scooter puestas al servicio de la movilidad urbana y la practicidad. No obstante, en aquellos duros años de la posguerra había un nicho de mercado que aún estaba por cubrir. Ni más ni menos que el de los pequeños empresarios y autónomos, con claras necesidades de transporte aunque sin el dinero necesario para acceder a un furgón. De hecho, en países como España hubo que esperar hasta finales de los cincuenta para ver la popularización de las furgonetas con la Citroën AZU al frente del fenómeno.
Puesta en esta tesitura, Piaggio tuvo la visión de lanzar al mercado una versión motocarro de la Vespa a las pocas semanas de presentar en Milán su scooter. Algo en sintonía con multitud de empresas, las cuales se lanzaron a producir en masa este tipo de vehículos tan populares en los países que estaban atravesando los rigores propios de la escasez y la necesaria reconstrucción industrial. Además, en 1957 salió al mercado el Vespa 400. Primer automóvil de la marca italiana, el cual sin embargo no tuvo proyección en su país de origen debido a las presiones realizadas por FIAT, temerosa de que aquel bicilíndrico con 393 centímetros cúbicos le restara cuota de mercado a su Nuova 500 situado un escalón por debajo del popular 600.
Aunque su nombre se asocia inevitablemente a las Vespa, Piaggio ha fabricado aviones y microcoches en diversas etapas de su larga historia
Piaggio Porter, a medias con los japoneses
Tras la experiencia acumulada con sus motocarros así como el breve pero interesante Vespa 400 a modo de precedente, Piaggio contaba con cierta base para lanzarse al mundo de los microcoches pensados para el reparto en ciudad. Y así fue, presentando en 1992 el Piaggio Porter fabricado en sus instalaciones de Pontedera. No obstante, el mérito de este diseño no es sólo atribuible a la empresa italiana. Lejos de ello, éste es fruto de una “ joint-venture “ con el fabricante japonés Daihatsu.
No en vano, éste manejaba a la perfección todo lo referido a los Kei Cars. Esos minúsculos automóviles que, si bien nacieron en los años cincuenta como fruto de la escasez y la necesidad, finalmente quedaron insertos en el parque móvil japonés al ser extremadamente prácticos en los cada vez más congestionados tráficos de sus grandes urbes. De esta manera, el 51 % de la inversión necesaria para el desarrollo del Piaggio Porter salió de Italia, mientras que el 49 % restante lo hizo de Italia.
Es más, buena parte de las piezas con las que se ensamblaba en Italia este modelo venían directamente de las fábricas de Daihatsu. Además, el propio chasis de esta microfurgoneta venía del Hijet S80. Uno de los Kei Car más populares en el Japón de los años noventa, a modo de versión reducida de lo ofertado en, por ejemplo, una Nissan Vanette. Con todo ello, su estreno en 1992 se hizo con versiones para el transporte de mercancías, el de personas – con una amplia superficie acristalada y cuatro plazas – e incluso una camioneta pick-up.
Respecto al servicio que puede ofrecer, esta escueta furgoneta es todo un prodigio en términos de realidad vs expectativas. De hecho, tiene incluso una útil versión 4×4
Respecto a las motorizaciones, la primera en ofrecerse fue un escueto pero adecuado ingenio de tres cilindros en línea con 993 centímetros cúbicos al cual, en 1995, se sumaron un cuatro en línea de 1,2 litros procedente de Daihatsu así como la oferta de mecánicas diésel fabricadas por la empresa italiana Lombardani. Además, antes de recibir el primer lavado de cara en 1998, el Piaggio Porter llego a contar con una versión 4×4, perfecta para moverse de forma económica pero efectiva por los caminos más aislados de las zonas rurales. En suma, estamos hablando de un automóvil capaz de dar mucho por muy poco. Uno de esos que, bien visto, puede ser una pieza de colección tan original como accesible. Todo es mirarlo con la óptica adecuada.
Miguel Sánchez
Todo vehículo tiene al menos dos vidas. Así, normalmente pensamos en aquella donde disfrutamos de sus cualidades. Aquella en la que nos hace felices o nos sirve fielmente para un simple propósito práctico. Sin embargo, antes ha habido toda una fase de diseño en la que la ingeniería y la planificación financiera se han conjugado para hacerlo posible. Como redactor, es ésta la fase que analizo. Porque sólo podemos disfrutar completamente de algo comprendiendo de dónde proviene.posibilidad de comprar piagio porter coche nuev? dónde?
Tambien se comercializó en version de 6 plazas en tres filas logicamente. Conducirla era algo unico (que no quiere decir gratificante), ya que la estabilidad no era su fuerte, y la direccion “resistida” acababa haciendo un conjunto no muy agradable de guiar. El motor bajo los asientos delanteros, y traccion trasera. Y de la seguridad pasiva mejor no hablamos…