El Peugeot 607 2.2 HDi es una muestra de como afrontaban los fabricantes generalistas, su presencia en el segmento de los sedanes ejecutivos. Un coche que costaba nada menos que 6.150.000 pesetas, unos 36.963 euros sin sumar inflación, más o menos 61.913 euros si tenemos en cuenta el aumento del IPC. Era un coche caro, incluso hoy resultaría caro, aunque hay modelos de la marca, como el Peugeot 508 HYbrid, que tienen un precio muy elevado y no tienen la misma categoría que ostentaba el 607.
Los precios se han disparado, los coches son cada día más caros, pero en la época del Peugeot 607 2.2 HDi, al menos en teoría, los precios de los coches no estaban tan disparados. Que el 607 fuera más caro de lo normal se debía a varias cosas, como el nivel de calidad, el mayor gasto en desarrollo, el equipamiento y el tamaño del coche –con 4,87 metros de largo, era muy grande–. Sin embargo, aunque las revistas de la época hablan de un coche que tenía merecido su hueco en el mercado, cabe destacar que la versión 2.2 HDi no parecía tener mucha lógica en el segmento y demuestra, como decíamos, la forma de trabajar de las marcas generalistas.
Bajo el capó, esta variante del 607 tenía el bloque turbodiésel de 2.197 centímetros cúbicos, capaz de rendir 136 CV a 4.000 revoluciones y 317 Nm de par a 2.000 revoluciones. Se trata de un motor que en el Peugeot 407 funcionaba de forma excepcional, pero que en el Peugeot 607 se quedaba un poco corto de prestaciones, para la categoría y para los clientes objetivo a los que se quería llegar. Sirva como ejemplo la velocidad máxima de 205 km/h, los mil metros con salida parada en 31,8 segundos y los consumos de 7,3 litros cada 100 kilómetros. Y eso que comparado con cualquier coche moderno, los 1.583 kilos que arrojaba sobre la báscula son pocos.
Esa era la sensación que se podía tener con los fríos datos encima de la mesa, pero las pruebas de la época apuntaban hacia otra dirección. El motor 2.2 HDi se distinguía por la suavidad de funcionamiento, por una aceleración lineal y constante, gracias a un turbo cuya presencia apenas se notaba. De hecho, en más de una ocasión se usó la expresión “dulzura de reacciones”. Sin embargo, también se comentó que, a pesar de tener una respuesta brillante, el Peugeot 607 2.2 HDi no estaba, lógicamente, entre los modelos más veloces de su categoría, con expresiones como “sus prestaciones no son excepcionales”. Al menos, los consumos estaban en una nueva línea y la calidad de acabado era de lo mejor que podía ofrecer Peugeot en aquellos años.
Dinámicamente hablando, como ocurre con todo Peugeot, las capacidades ruteras eran sus cualidades más destacadas. En curva, las suspensiones ofrecían una firmeza en compresión, que permitía una elevada velocidad, mientras que los movimientos limitados de la carrocería en extensión garantizaban una buena sensación de seguridad y control a quien conducía.
Por supuesto, en la era de los motores diésel, el Peugeot 607 2.2 HDi fue una de las versiones más vendidas y es fácil encontrar unidades a la venta. También se vendió con un motor HDi de 2,7 litros y 204 CV, más acorde con el talante y las aspiraciones del coche, pero también, lógicamente, más caro.
Javi Martín
Si me preguntas de donde viene mi afición por el motor, no sabría responder. Siempre ha estado ahí, aunque soy el único de la familia al que le gusta este mundillo. Mi padre trabajó como delineante en una empresa metalúrgica con mucha producción de piezas de automóviles, pero nunca hubo una pasión como la que puedo tener yo. También he escrito un libro para la editorial Larousse sobre la historia del SEAT 600 titulado "El 600. Un sueño sobre cuatro ruedas".COMENTARIOS