Los gustos de la gente son como el viento, pueden venir de una dirección y en cuestión de segundos, viajar en la dirección contraria sin previo aviso y sin motivo aparente. Solo así se puede justificar, en parte, la escalada de los motores diésel durante muchos años, para después acabar en el ostracismo casi de un día para otro. Es cierto que han ocurrido cosas entre medias que han ayudado a que los diésel estén rodeados por una oscura sombra, pero con la fuerza que tenían en el mercado, no debería haber sido tan drástico.
El caso es que los motores diésel se convirtieron en la opción más popular para todo el mundo, incluso si apenas se usaba el coche durante un puñado de kilómetros al año o incluso si se quería un modelo con talante deportivo. Los motores diésel eran los reyes del mercado. Cuando empezaron a verse en modelos de talante deportivo, las críticas no tardaron en acaparar las conversaciones entre aficionados, al tiempo que la prensa de la época hablaba maravillas de la tecnología.
Así llegamos hasta la aparición de los coupes con motores diésel y a la puesta de largo del Peugeot 406 Coupé 2.2 HDi, una combinación, carrocería coupé y motor turbodiésel, que año antes habría sido una aberración. Renault lo probó con el Fuego Turbodiésel mucho tiempo antes, pero el éxito fue escaso y hubo que esperar para que la idea fraguara. De hecho, el Peugeot 406 Coupé 2.2 HDi era un simple reflejo de los gustos de los usuarios y se unía a un nutrido grupo de modelos coupé con motores turbodiésel, que tuvieron a inicios del Siglo XXI su mejor época.
El 406 Coupé HDi apareció a comienzos de siglo, allá por 2002 –parece que todo fue ayer mismo, pero han pasado más de 20 años– y el éxito estaba asegurado. En aquellos años, si se quería vender, había que tener al menos un motor turbodiésel en la gama y en el caso del 406 Coupé se optó por el bloque de cuatro cilindros y 2.179 centímetros cúbicos, inyección common-rail, turbo e intercooler, capaz de rendir 136 CV a 4.000 revoluciones y 315 Nm a 2.000 revoluciones, combinado con un cambio manual de seis relaciones. Era un motor, como muchos de sus rivales en otras marcas, que había alcanzado un nivel de refinamiento muy elevado y se encontraba muy cerca de los motores de gasolina de la época.
Los consumos homologados indicaban cifras de 6,4 litros cada 100 kilómetros –podía llegar a 12,3 litros en conducción deportiva–, al tiempo que se anunciaba una velocidad máxima de 208 km/h. La aceleración de 0 a 100 km/h se completaba en 10,9 segundos, los 400 metros desde parado los recorría en 17,5 segundos y los 1.000 metros se alcanzaban en 31,8 segundos. Según la fuente a consultar, la autonomía podía rondar los 1.000 kilómetros.
El Peugeot 406 Coupé 2.2 HDi era un coche interesante, pero también caro: 5.017.000 pesetas, 30.152,77 euros sin inflación, pero si contamos la inflación, el precio actual sería de 47.912,75 euros.
Javi Martín
Si me preguntas de donde viene mi afición por el motor, no sabría responder. Siempre ha estado ahí, aunque soy el único de la familia al que le gusta este mundillo. Mi padre trabajó como delineante en una empresa metalúrgica con mucha producción de piezas de automóviles, pero nunca hubo una pasión como la que puedo tener yo. También he escrito un libro para la editorial Larousse sobre la historia del SEAT 600 titulado "El 600. Un sueño sobre cuatro ruedas".COMENTARIOS