Cuando se puso en circulación el Mercedes 300 SL allá por la década de los 50, a nadie se le pasó por la cabeza que habían creado un icono del automovilismo. También es cierto que nadie esperaba que fuera tan imbatible, así que tampoco se esperaba que fuera a convertirse en un icono. En realidad, lo que se buscaba era ganar carreras, sin más, para lo que no se escatimó en esfuerzos. Hoy día, por el contrario, si se busca crear un icono en muchas ocasiones y así ocurrió cuando la misma firma alemana, se planteó poner en producción una reencarnación de aquel 300 SL, el famoso “Alas de gaviota”.
Mercedes venía de haber ofrecido en el catálogo el Mercedes SLR McLaren, un coche creado en colaboración con los británicos en homenaje a su colaboración en Fórmula 1. Fue una de las mejores épocas de McLaren en la Categoría Reina y en Mercedes estaban muy contentos por los resultados, así que una colaboración para dar forma a un coche de producción no era mala idea, así que se pusieron manos a la obra. El resultado fue un aparato con un salvaje V8 sobrealimentado por compresor de 626 CV y un atronador sonido de escape, que a pesar de ser espectacular por diseño y por prestaciones, no logró convertirse en un icono. Era un increíble Gran Turismo, pero no era un superdeportivo.
Aunque el coche, por talante y características, encajaba perfectamente en la imagen y en el catálogo de Mercedes, la firma alemana decide que para su siguiente coche de altas prestaciones, serán ellos quienes se encarguen de todo el trabajo y de paso, recuperarían el espíritu del Mercedes 300 SL Gullwing. Así nació el primer coche totalmente desarrollado por AMG, que además, también tenía el primer motor creado por AMG sin tomar como punto de partida otro motor existente en la gama. Así nació el Mercedes SLS AMG, una belleza con cierto toque de brutalidad, que recuperaba las puertas de apertura hacia arriba y que resultó ser tan rápido como el SLR McLaren, pero por alrededor de la mitad de su precio.
Pero no solo era belleza, con una silueta casi de shooting brake, sino que también había técnica y tecnología: chasis y carrocería fabricados con aluminio, caja de cambios automático de doble embrague y siete relaciones en posición transaxle –¡y con eje de transmisión de carbono!–, puertas de tipo alas de gaviota con un sistema especial para poder abrir el habitáculo en caso de vuelco y un sensacional motor V8 atmosférico de 6,2 litros con 571 CV a 6.800 revoluciones. Todo ello vestido por un traje de proporciones llamativas, que lo hacían muy espectacular, sobre todo la relación entre la altura y la anchura, pues solo levantaba 1,2 metros del suelo, pero rozaba los dos metros de ancho.
Delante del habitáculo, donde solo había dos asientos colocados casi encima del eje trasero, había, como se ha comentado, un enorme V8 atmosférico. Concretamente, un motor con ocho cilindros que alcanzaba los 6.208 centímetros cúbicos y que tenía cárter seco, colectores de acero con flujo optimizado, pistones forjados, cojinetes reforzados, bomba de aceite de alto rendimiento y funcionamiento bajo demanda… al final sin 571 CV a 6.000 revoluciones y 650 Nm de par a 4.750 revoluciones, que llegan a las ruedas traseras mediante un diferencial de control electrónico y unas ruedas de 295/30 R20.
El Mercedes SLS AMG era un coche rápido. Completaba el sprint hasta los 100 km/h desde parado en menos de cuatro segundos, el cuarto de milla –400 metros– se recorría en 11,6 segundos con una velocidad de llegada de 202 km/h, al tiempo que la velocidad máxima era de 317 km/h. Cifras que se lograban, en parte, gracias a un peso de 1.620 kilos, 100 kilos menos que el SLR McLaren y nada menos que 400 kilos menos que un SL63 AMG –la relación peso-potencia era de 2,83 kg/CV–.
Javi Martín
Si me preguntas de donde viene mi afición por el motor, no sabría responder. Siempre ha estado ahí, aunque soy el único de la familia al que le gusta este mundillo. Mi padre trabajó como delineante en una empresa metalúrgica con mucha producción de piezas de automóviles, pero nunca hubo una pasión como la que puedo tener yo. También he escrito un libro para la editorial Larousse sobre la historia del SEAT 600 titulado "El 600. Un sueño sobre cuatro ruedas".COMENTARIOS