Corrían los felices dosmiles, esos años precrisis que nos permitían soñar con conducir cualquier cosa cuando fuésemos mayores, el tema de la contaminación no era importante y las marcas estaban hasta arriba por el impresionante tirón del mercado asiático. Uno de esos momento propicios a que las versiones deportivas se radicalicen, los fabricantes quieran tener su modelo de referencia en el segmento… Entonces la lucha entre el trío alemán (calaveras también podría ser) despierta el primer M3 de calle en equipar un imponente V8 (antes hubo una versión en el E46 con un V8, pero no en la calle), Audi lanza un RS4, el único con V8, y Mercedes-Benz contraataca con el V8 más estruendoso, el 63 de los C 63 y familia.
Esta ha sido la única alineación de propulsores en los máximos exponentes deportivos de las berlinas del segmento D en el trío alemán. Dos de ellos con 420 CV (BMW y Audi) con sus correspondientes sistemas de tracción, el primero trasera; el segundo quattro. Pero el Coche del Día es el más potente de ellos y el que más veces he podido conducir, el Mercedes-Benz C 63 AMG.
Esta es el único modelo de Mercedes en ser completamente un AMG. ¿Por qué digo esto? Pues por lo mismo que se ha ganado estar aquí, ahora os lo cuento. El primer AMG de la historia “La Cerda Roja” (habitualmente mal traducido por el cerdo rojo) equipaba un motor 6.3 V8 de origen Mercedes. Este fue un modelo desarrollado por dos ex ingenieros de Mercedes-Benz que tomaron el chasis más ligero de los de Stuttgart y montaron el motor más potente del que pudieron disponer. Así nace AMG.
AMG no era una división deportiva de una marca, era un preparador externo, de hecho existen trabajos con vehículos de otras marcas como el Galant AMG, incluso Mercedes les prohíbe en cierto momento utilizar el logotipo de la estrella en sus creaciones. En los 80 crearon un auténtico deportivo utilizando como base al predecesor del Clase E, el W124, al que equiparon con un poderoso V8 y que fue apodado “Hammer” (martillo) por su contundente forma de entregar la potencia. Un modelo que provocaría la reacción de Mercedes con el lanzamiento del aclamado E 500.
AMG entonces no dejó de incrementar la potencia de su versión, dejando como sello inconfundible de su forma de hacer las cosas un poderoso propulsor V8 de origen Mercedes modificado y su brutal entrega de potencia, haciendo uso de un orden de encendido americano, es decir, en el que explotan dos cilindros al tiempo, con el que se logra más par. Al tiempo hacen uso de un cilindro más o menos cuadrado o de carrera corta, lo que le permite girar relativamente arriba para tratarse de un motor de estas características.
Todo esto lo cuento porque no lleva a la creación del C AMG aunque no nos lo creamos. Desde los 90 Mercedes comienza a comprar paquetes de acciones de AMG (si no puedes con tu enemigo únete a él, o cómpralo) lo que propicia que a partir de finales de esa misma década haya versiones AMG de todos sus modelos y que den comienzo los desarrollos conjuntos, ejemplo de ello es el impresionante C 36 AMG o el C 43 AMG (origen de la denominación de los modelos intermedios entre los puros AMG y la gama “normal” de Mercedes).
Estos motores son versiones modificadas de motores de Mercedes, sin que AMG participe en su desarrollo inicial. Es decir, AMG continúa trabajando como un preparador pero ahora auspiciado por Mercedes.
En la primera década del siglo esto cambia, el preparador pasa a ser parte de Mercedes con la incorporación de las últimas acciones a la cartera del Daimler y se integra por completo en la estructura de la firma alemana. De este modo deciden crear el primer modelo desarrollado completamente por AMG, el SLS (sucesor espiritual del SL 300 “Alas de Gaviota”). Bien, este deportivo necesitaba un propulsor a la altura, este fue el 6.3 que equipa el Mercedes-Benz C 63 AMG; un motor más ligero que las posibilidades V12 y el primero en ser diseñado desde cero por AMG. Por esto es tan interesante esta berlina del segmento D.
Esta versión del Clase C es la de batalla más corta en equipar este propulsor y el más ligero, sólo superado por el SLS para el que se diseñó este motor. En consecuencia debería ser el más interesante de la gama AMG de entonces. Además se trataba del más barato y el menos potente, también el más fiable en toda su cadena cinemática, puesto que compartía elementos con vehículos que tenían que desplazar más masa y tenían más potencia, por lo que estos componentes soportan menos estrés en la berlina pequeña de la marca.
Es rápido, no perfecto, permite viajar a muy altas velocidades y disfrutar de carreteras realmente reviradas, al tiempo que salimos de las curvas deslizando la trasera o quemamos rueda con unos impresionantes 600 Nm de par. Otra curiosidad de este modelo es que desplaza 6.209 centímetros cúbicos en su motor, los suficientes para adquirir la posibilidad legal de denominar oficialmente como 6.3 su motor en Estados Unidos, uniéndolo con el primer AMG de la historia.
Hubo versiones muy interesantes y su preparación es realmente sencilla para tratarse de un vehículo atmosférico pero, es que, sólo tendremos que cambiar la centralita por la de un modelo superior que fuese un “63 AMG” como pudo ser el E, el SL, el S o el mismísimo SLS; con ello lograríamos la misma potencia que el modelo mencionado. Hubo un pack con el que se lograba mayor potencia en el propulsor que sólo modificaba los parámetros de la centralita y una versión muy especial la 507 que se realizó de forma limitada en el coupé.
Solo tienen dos problemas endémicos: una leva a la que no llega el aceite todo lo rápido que desearíamos, por lo que tiende a rayarse y se tiene que cambiar todo el árbol de levas (se evita esperando a que se caliente el motor para empezar a disfrutar de su potencia) y que es el último de su serie, el único AMG atmosférico en este segmento. Ahora son Mercedes-AMG, por lo que no habrá más AMG como apellido tras la completa integración como submarca deportiva de los chicos de Stuttgart.
Como siempre, os haré un resumen de su situación en el mercado de ocasión. No se trata de un coche barato que encontremos por 3.000 euros peor sí me parece una oportunidad. ¿Por qué? Pues porque encontrar todo lo anteriormente citado (y más) en un único vehículo no es fácil, en consecuencia es un compra interesante. Se trata de un modelo caro de mantener, muy tragón, con repuestos caros… Pero te saca siempre una sonrisa y es impresionantemente confortable.
En estos momentos los más económicos en buena condiciones pero con algo por hacer (el tiempo para todos y el coche puede que no esté todo lo bien que nos gustaría estéticamente) superan los 30.000 euros por poco (en torno a 32.000). Los mejores rondan los 55.000 euros. Yo me iría a alguno con historial y que necesitase un poco de cariño, estoy convencido de que es posible encontrar diamantes en bruto. Además, por el momento en el que se vendió parece más fácil encontrar una unidad de primera serie que de la segunda, donde la pantalla ya no se podía esconder, siendo a mi parecer mucho más interesante la primera, con un salpicadero más sobrio y elegante.
Carlos Pascual
El olor a lubricantes y gasolina quemada han atraído a Carlos desde su niñez, por ello decide consagrar su vida a los coches: una forma de comunicarse, de disfrutar, de vivir.COMENTARIOS