Eran comienzos de los años 90. Mitsubishi lanzaba en Japón el Lancer EVO I, McLaren hacía lo propio en Reino Unido con el sensacional F1, Renault puso en circulación el Twingo, Opel ya había sorprendido con el Calibra y el Volkswagen Corrado llevaba poco recorrido comercial. Los inicios de los 90 no fueron precisamente malos en cuanto a la calidad de los coches que se podían encontrar, pero fue, sobre todo, una época llamativa. En aquellos años, Nicolas Hayek, propietario de la empresa relojera Swatch, anunció la intención de lanzar al mercado un vehículo muy pequeño, manejable y económico, antes de 1995.
¡Un relojero creando automóviles! Pues sí, al igual que ahora las empresas de tecnología, como Xiaomi o Apple pretenden poner su propio coche eléctrico en circulación, Swatch hizo lo mismo a comienzos de los años 90. La idea y los objetivos comerciales pronto se definieron y los primeros prototipos estaban listos en 1992. Pero una cosa es decirlo o incluso fabricar algún prototipo, y otra muy distinta llevarlo a producción. Para eso hace falta conocimientos, un enorme respaldo económico y una fábrica operativa. Básicamente, hacía falta el apoyo de un gran fabricante de automóviles.
El señor Hayek comenzó, en ese momento, una serie de contactos con el objetivo de encontrar un fabricante que estuviesen dispuestos a brindarle ese apoyo tan necesario. El primer paso fue contactar con Volkswagen, quienes rechazaron el proyecto, así que Hayek, sin atisbo de vergüenza, se puso en contacto con Mercedes. A los alemanes de la estrella sí les gustó le proyecto y aceptaron colaborar con Hayek y Swatch, dando forma poco después a un prototipo llamado Eco Speedster, un vehículo de muy pequeñas dimensiones, pero que ya adelantaba, de forma bastante fiel, lo que llegaría a producción.
Tras esto, en marzo de 1994, se formalizaba la creación de la empresa conjunta MMC Smart, con sede en Biena (Suiza). Se estableció que solo montaría motores eléctricos, fabricados por la empresa AEG y tendría, claramente, un talante ciudadano muy marcado. Para 1995 se establece el nombre que tendrá el coche cuando llegue a las tiendas y comienzan los desencuentros entre ambos socios. Principalmente, porque Mercedes se niega a desarrollar cualquier tipo de tecnología eléctrica o híbrida (seguramente, si hubiera sabido como cambiarían las cosas con los años, nunca se habría negado), y pusieron como condición para seguir con el proyecto, que MMC Smart montará motores de combustión.
Hayek tuvo que dar su brazo a torcer, pero logró que, al menos, la pintura empleada no llevara disolvente y que se usarán paneles de plástico reciclables para la carrocería. Poco a poco, se filtran detalles e imágenes, pero nadie estaba preparado para lo que se estaba gestando, o casi nadie.
Entre los detalles de este vehículo, la célula de seguridad fue, quizá, uno de los más interesantes. Llamada Tridion, muy rígida y aunque muy pequeña, capaz de proteger a los ocupantes como una célula de seguridad de mayor tamaño. Sin embargo, hubo otros problemas relacionados con la calidad que pusieron a los responsables de Mercedes muy nerviosos, aunque no afectó a la presentación del MCC Smart en el salón de Frankfurt de 1997 con la promesa de comenzar sus ventas 10 meses más tarde. Sin embargo, poco después, ocurre el famoso vuelco del Mercedes Clase A en la prueba del Alce y posteriormente, ocurre lo mismo con un MCC Smart, provocando un paro en la producción casi instantáneo para introducir algunas mejoras.
Así, finalmente, en 1998, comienza por fin la comercialización del MCC Smart, un coche espectacularmente pequeño, que provoca toda clase de críticas, algunas no muy buenas por su elevado precio. Poco después del lanzamiento del MCC Smart, el relojero Nicolas Hayek abandona el proyecto por ese elevado precio y por la negativa a desarrollar motores eléctricos e híbridos. La relación entre Swatch y Mercedes finalizó en 1999.
Javi Martín
Si me preguntas de donde viene mi afición por el motor, no sabría responder. Siempre ha estado ahí, aunque soy el único de la familia al que le gusta este mundillo. Mi padre trabajó como delineante en una empresa metalúrgica con mucha producción de piezas de automóviles, pero nunca hubo una pasión como la que puedo tener yo. También he escrito un libro para la editorial Larousse sobre la historia del SEAT 600 titulado "El 600. Un sueño sobre cuatro ruedas".COMENTARIOS