Trazar la historia de la F1 sería imposible sin citar a Lotus. Más aún si nos detenemos en su evolución tecnológica, dentro de la cual Colin Chapman fue uno de los ingenieros y diseñadores más prolíficos e inquietos. De esta manera, las cualidades de ligereza, rigidez y aerodinámica presenten en sus coches de calle también eran aplicadas a los monoplazas, logrando una clara posición de liderazgo tecnológico durante los sesenta. Prueba de ello es el Lotus 25 de 1962. El primer F1 con chasis monocasco, siendo el producto de la rápida adaptación del equipo a los cambios de reglamento producidos, en primer lugar, por los neumáticos.
Pero vayamos por partes. En el caso de los coches de serie el primer antecedente de chasis monocasco se produjo hace justo un siglo con la aparición del Lancia Lambda. Y no, no es es casualidad unir los nombres de Lancia y Lotus en un mismo texto. Al fin y al cabo, junto con otros pioneros como Citroën, si hay dos marcas que reflejen el ansia por progresar en lo tecnológico a golpe de audacia son estas dos. Ambas, por cierto, parte de la historia de la F1 aunque Lancia se retirase de una manera temprana en 1955 debido a problemas financieros. Eso sí, no sin antes donar a Ferrari el diseño del D50, el cual sería adaptado por la Scuderia para ganar con Fangio el campeonato al año siguiente.
No obstante, a decir verdad Lotus aún no había implementado grandes cambios estructurales en el diseño de los F1 hasta la llegada del Lotus 25. Si acaso eso sí, una rápida adopción del motor central sustituyendo a la vieja disposición con motor delantero y propulsión trasera. No obstante, el mérito de aquel nuevo planteamiento fue de Cooper con su T43 de 1958. Así las cosas, los cambios de reglamento dados en la F1 a comienzos de los sesenta hicieron que los fabricantes tuvieran que replantearse no pocas cuestiones. Pero, ¿por qué?
Aquel cambio de reglamento para la temporada de 1962 obligó a los constructores a tener una mayor preocupación por la ligereza al tener que disminuir en un litro la cilindrada de los motores
Lotus 25, el primer F1 con chasis monocasco
Hasta 1961 los neumáticos no gozaban de unas grandes cualidades en materia de adherencia. Esto – en términos muy someros y excesivamente reduccionistas en verdad – hacía que los chasis no tuvieran que soportar demasiada tensión al ir muy sueltos. Sin embargo, ¿qué ocurrió al aumentar la adherencia y por tanto mejorar la conducción de los monoplazas sobre una trazada más firme y concreta? Evidentemente el aumento de la tensión soportada por los chasis, sometidos ahora a la absorción de unas fuerzas que antes derivaban a otros lugares.
De hecho, buscando un poco entre lo ocurrido en los boxes de aquella época, destaca cómo no pocas veces los bastidores tubulares sufrieron roturas severas al no poder soportar las inercias. Por todo ello, de cara a la temporada de 162 la FIA redujo de 2,5 a 1,5 litros la cilindrada máxima permitida en los monoplazas. Una limitación que puso las cosas complicadas en materia de potencia. Entonces, ¿cómo poder seguir siendo competitivos cuando te han quitado la posibilidad de incrementar el caballaje? Pues bien, justo aquí entra a la perfección la lógica de Colin Chapman. “ No me des caballos quítame peso “.
Si bien hubo que esperar hasta 1968 para que Lotus se sumergiera del todo en la importancia de la aerodinámica y la aplicación de alerones traseros pero también delanteros, con el Lotus 25 de 1962 demostró una gran pericia al captar de inmediato la necesidad de ahorrar peso de cara a seguir siendo muy veloces en un contexto donde se limitó la cilindrada – y al turbo aun ni se le veía ni se le esperaba -. De esta manera, destacó la adopción por primera vez en la F1 de un chasis monocasco en el que la instalación de dos mamparos transversales – uno a la espalda del piloto y otro a sus pies – daba un extra de rigidez al conjunto.
Con el Lotus 25 el chasis monocasco llegó a la F1, logrando una buena relación entre ligereza y rigidez para llegar a ser el campeón en la temporada de 1963 con Jim Clark a los mandos
Además, se intentó bajar el centro de gravedad todo lo posible, influyendo esto en el hecho de llevar una posición de pilotaje muy tendida. Un hecho que influyó claramente en la aerodinámica, mejorando el rendimiento del motor V8 Coventry Climax con 195 CV a 8.200 revoluciones por minuto. Con todo ello, el Lotus 25 llegó a ser competitivo en su temporada de estreno, pero especialmente en la segunda. Logrando con Jim Clark en 1963 el primer título de pilotos para Lotus, acompañado del de constructores con un palmarés de siete carreras ganadas de las diez disputadas durante aquella temporada. Sin duda un palmarés sensacional para este monoplaza, el cual pasó a ser uno de los hitos fundamentales en el desarrollo tecnológico de la categoría reina.
Miguel Sánchez
Todo vehículo tiene al menos dos vidas. Así, normalmente pensamos en aquella donde disfrutamos de sus cualidades. Aquella en la que nos hace felices o nos sirve fielmente para un simple propósito práctico. Sin embargo, antes ha habido toda una fase de diseño en la que la ingeniería y la planificación financiera se han conjugado para hacerlo posible. Como redactor, es ésta la fase que analizo. Porque sólo podemos disfrutar completamente de algo comprendiendo de dónde proviene.COMENTARIOS