Lo primero a tener en cuenta cuando se estudia el Lancia Marica es que, contra lo que pudiera parecer, no se trata de un proyecto nacido de forma oficial bajo la dirección de la marca. De hecho, se hizo de forma completamente ajena a Lancia, siendo parte de una compleja estrategia urdida por Alejandro De Tomaso para convencer a Ford sobre la conveniencia de adquirir a la histórica marca italiana para, acto seguido, designarlo a él como presidente de la misma. Sin duda, un plan digno de los lectores más atentos a las líneas escritas por Nicolás Maquiavelo. Pero vayamos paso a paso.
Para empezar, hay que entender cómo Alejandro De Tomaso aparece en la historia de la automoción italiana de forma constante. Interpretando siempre el papel de un empresario ambicioso, capaz de perseguir hasta la extenuación no sólo el sueño de crear su propia empresa de automóviles deportivos, sino también el de presidir alguna de las casas históricas del país transalpino. Algo que, de hecho, consiguió cuando a mediados de los años setenta fue escogido por el estado italiano para liderar Maserati. La cual andaba moribunda, coqueteando con el cierre tras haber sido abandonada por Citroën tras las efectos financieros generados a partir de la Crisis del Petróleo.
No obstante, antes de aquello fundó De Tomaso – con su inolvidable primer primer modelo, el Vallelunga, pretendiendo ser una especie de Lotus a la italiana – y se convirtió en el accionista principal de Ghia durante la segunda mitad de los años sesenta. Justo el periodo que nos interesa, puesto que fue ahí donde empezó a tejer su estrategia para liderar Lancia. Ahora, ¿cómo? Bueno, precisamente fue en aquellos años cuando Ford se encontraba a la caza de marcas deportivas italianas con la intención de entrar así en el mundo de la competición. De hecho, todo lo que ocurrió entre Ford y Ferrari es de sobra conocido. Sin embargo, Lancia estaba al borde de la quiebra y, de esta manera, aparecía como una presa interesante.
Alejandro De Tomaso fue uno de los personajes más interesantes en la época dorada del automovilismo italiano, dotado de una asombrosa ambición empresarial que lo hizo ponerse al frente de Maserati a mediados de los setenta
Lancia Marica, un estudio de diseño para hacerse con la presidencia de la marca
Si uno no tiene el suficiente dinero para comprar y liderar una empresa, ¿qué es lo que puede hacer? Bueno, muchos pensarían que retirarse de la apuesta. No obstante, Alejandro De Tomaso pensó en utilizar a Ghia para llamar la atención de Ford sobre lo que él podría hacer con Lancia en caso de que el gigante estadounidense comprase la histórica casa italiana y, ya puestos, lo quisiera situar a él como director. No en vano, este personaje gozaba de comunicación directa con la jefatura de Ford al ser amigo personal del mismísimo Lee Iacocca.
Así las cosas, en calidad de director de Ghia urdió un plan basado en llamar la atención, creando diversos estudios de diseño sobre base Lancia para demostrar así sus ideas respecto a lo que se podría hacer con la marca. Gracias a ello nació el Fulvia HF 1600 Competizione en un sentido más radical y usable en pistas, al tiempo que el Lancia Marica se alzaba como un trabajo mucho más estilizado, en línea de ser un elegante GT de alta gama. No en vano, éste usó como cimiento ni más ni menos que el último chasis del fantástico Flaminia GT. Una verdadera belleza italiana.
Llegados a este punto, lo cierto es que nada de esto le sirvió a Alejandro De Tomaso para cumplir sus ambiciones. Y es que, en 1969, el propio estado italiano instó al Grupo FIAT a poner bajo su protección tanto a Ferrari como Lancia, temeroso de que semejantes símbolos nacionales pudieran caer en manos de capital foráneo. Sin embargo, aquella estrategia había conseguido dar a Tom Tjaarda alas para crear dos de sus diseños más interesantes. Uno de ello, como hemos dicho, el Lancia Marica de que nos ocupa.
Ideado para demostrar cómo usando a su empresa Ghia podía crear una imagen renovada para Lancia, Alejandro De Tomaso quiso seducir a Ford de cara a comprar la histórica casa italiana
Jefe de diseño en Ghia desde 1967, Tjaarda es uno de los diseñadores más celebrados en la Italia de aquellos años. De hecho, venía de forjarse en Pininfarina con ejercicios de estilo tan soberbios como el Corvette Rondine. Un prototipo con el cual el carrocero italiano quiso seducir a GM de cara a ser el autor de las líneas de la segunda generación del modelo. Además, en el campo de la producción en serie su creación más influyente y conocida fue el FIAT 124 Spider. Realmente inolvidable. Con todo ello, en el Lancia Marica volvió a demostrar lo mejor de su estilo actualizando las líneas del Flaminia GT para engendrar un sosegado deportivo donde la elegancia y la capacidad para emprender largos viajes se dan la mano bajo el típico toque de distinción de Lancia. Además, las líneas maestras mostradas en este prototipo tuvieron un eco evidente en el De Tomaso Longchamp y el Maserati Kyalamy. Sin duda, un diseño excepcional.
Miguel Sánchez
Todo vehículo tiene al menos dos vidas. Así, normalmente pensamos en aquella donde disfrutamos de sus cualidades. Aquella en la que nos hace felices o nos sirve fielmente para un simple propósito práctico. Sin embargo, antes ha habido toda una fase de diseño en la que la ingeniería y la planificación financiera se han conjugado para hacerlo posible. Como redactor, es ésta la fase que analizo. Porque sólo podemos disfrutar completamente de algo comprendiendo de dónde proviene.COMENTARIOS