De primeras, resulta verdaderamente sorprendente comprobar la existencia del Lamborghini Countach QVX. No en vano, a pesar de su carácter prestacional la marca italiana apenas se ha dejado ver en las carreras. De hecho, esto aún representa una de sus mayores señas de identidad, habiéndose marcado desde sus inicios en el mundo de los superdeportivos allá por los años sesenta. Así las cosas, mientras Enzo Ferrari se lanzó a la producción de modelos GT con el fin de obtener más dinero para la competición, Ferruccio Lamborghini jamás se mostró interesado por el desarrollo de ninguna versión de carreras. Es más, él mismo procuró no promocionar algunas propuestas de sus ingenieros que, con el apoyo logístico adecuado, bien podrían haber cosechado notables éxitos en las carreras de resistencia.
Por todo ello, ver un Lamborghini de carreras es algo verdaderamente extraño. Más aún cuando éste va vestido con el cuerpo aerodinámico de un Grupo C. Así las cosas, lo mejor será ir por partes poniendo el comienzo de esta historia en 1980. Año en el que la marca fue comprada por los hermanos suizos Mimram, quienes se hicieron con la gestión de la misma tras su declaración de bancarrota ante los juzgados de Bolonia. Y es que, más allá de sus rugientes motores y sensacionales líneas, se puede decir que Lamborghini no ha conocido una cierta estabilidad financiera hasta su absorción por el Grupo Volkswagen en 1998. Algo que, obviamente, tampoco ayudaba a pensar en costosos programas de competición.
Llegados a este punto, aunque la fábrica no estaba para aventuras durante la década de los ochenta, el concesionario británico Portman sopesó la idea de introducir un Countach modificado entre los rabiosos vehículos del Grupo B. Una idea tan aventurada como la también tenida por Ferrari en los tiempos del 288 GTO, prefiriendo finalmente la fabricación de un modelo adecuado para el Mundial de Resistencia bajo las homologaciones del Grupo C. De esta manera, con la idea de poder estrenarlo durante la temporada de 1986 comenzó el desarrollo del Lamborghini Countach QVX. Un modelo marcado por la falta de financiación así como su constante improvisación.
Por expreso deseo de su fundador, Lamborghini no ha entrado en la competición más que en muy determinadas y argumentadas situaciones. Además, siempre lo ha hecho de forma indirecta. Todo lo contrario a lo interpretado por Ferrari
Lamborghini Countach QVX, cuando la potencia no es suficiente
Como sabemos, más allá de la ingeniería o el arrojo al volante en el mundo de las carreras sólo hay una verdad última. El dinero. El dinero necesario para financiar el desarrollo de cualquier modelo así como su desempeño en las pistas. Entendiendo esto podremos entender mejor la razón del fracaso del Lamborghini Countach QVX, mermado por una planificación financiera hecha demasiado a la ligera. No obstante, antes de ir a estos temas debemos centrarnos en los aspectos de diseño.
De esta manera, lo primero a comprender es cómo el Lamborghini Countach QVX tan sólo comparte con el popular superdeportivo el motor. Y no del todo, pues Portman encargó a fábrica una versión especial del icónico V12 cuyo desarrollo fue encomendado a Giulio Alfieri. Un verdadero mito de la ingeniería italiana gracias a todo lo que hizo en Maserati, elevando aquí de 5,2 a 5,8 litros la cilindrada al tiempo que incorporaba un sistema de inyección electrónica de combustible en sustitución de los carburadores montados en el Countach de serie.
Además, aumentó la comprensión del motor llegando así hasta los 585 CV a 7.000 revoluciones por minuto. Hablamos, por tanto, de unos 140 CV más que los ofrecidos por la mecánica destinada a las calles. Respecto al chasis, éste se confió al equipo británico Spice Engineering, usando como base el mismo diseño empleado por el Tiga GC85 con motor Cosworth. Con todo ello, el Lamborghini Countach QVX daba en báscula 850 kilos vestido con la aerodinámica propia de un verdadero Grupo C. En fin, todo listo para disputar la temporada de 1986 en el Mundial de Resistencia.
El motor V12 del Countach fue afinado en la propia factoría de la marca por Giulio Alfieri, una de las grandes leyendas del automovilismo deportivo italiano gracias a su labor en Maserati con modelos como el Birdcarge
No obstante, aquí empezaron los problemas. Problemas relativos a la financiación, puesto que aunque Portman había conseguido un importante patrocinador – el proveedor de repuestos Unipart – aún necesitaba más dinero de cara a cubrir los costes necesarios. Especialmente si tenemos en cuenta cómo se había lanzado a la aventura de las carreras suponiendo que habrían de llegar nuevos patrocinadores que, finalmente, nunca aparecieron. De esta manera, pasaron los meses – y las carreras – sin poder competir ni en Le Mans ni en Monza. Además, la falta de presupuesto hizo muy complicado todo lo necesario para la puesta a punto del coche, evidenciando claros problemas en todo lo relativo a las suspensiones. De hecho, el agotamiento del efectivo hizo que el Lamborghini Countach QVX sólo pudiera participar en una carrera: los 500 Kilómetros de Kyalami. Denostada en aquel momento por los principales equipos al disputarse bajo los últimos días del Apartheid sudafricano. Obviamente, con todo ello el proyecto del Lamborghini Countach QVX finalmente fue retirado de la circulación, pasando incluso por una subasta pública relativa a la quiebra de la propia Portland años más tarde.
Miguel Sánchez
Todo vehículo tiene al menos dos vidas. Así, normalmente pensamos en aquella donde disfrutamos de sus cualidades. Aquella en la que nos hace felices o nos sirve fielmente para un simple propósito práctico. Sin embargo, antes ha habido toda una fase de diseño en la que la ingeniería y la planificación financiera se han conjugado para hacerlo posible. Como redactor, es ésta la fase que analizo. Porque sólo podemos disfrutar completamente de algo comprendiendo de dónde proviene.COMENTARIOS