El Lamborghini 291 pasa por ser una de las rarezas más interesantes en la historia de la F1. Una afirmación que no sólo se sostiene en el prestigio de su marca, sino también en la intervención directa de uno de los mejores ingenieros automovilísticos del siglo XX – Mauro Forghieri – así como uno de los principales directivos del sector – Lee Iacocca – . Además, en la génesis de este monoplaza también aparecen misteriosos empresarios mexicanos dados a la huida e incluso un piloto apadrinado por el mismo que, finalmente, acabaría sus días deportivos ejerciendo en el mundo del toreo. Quizás un guiño nada velado a los gustos de Ferruccio Lamborghini, aunque realmente no deja de ser otro punto más en esta novelesca historia. Vamos a ello.
Para empezar, lo primero que destaca en el Lamborghini 291 es, precisamente, que sea un Lamborghini. No en vano, a pesar de ser una de las marcas más prestacionales en la poderosa escena italiana ésta nunca se ha distinguido por participar en la competición. De hecho, lo más parecido que hay en ella a un departamento de carreras tan sólo se ha dedicado a organizar copas monomarca para el divertimento de clientes adinerados. Así las cosas, la inscripción de mecánicas Lamborghini en eventos de resistencia o F1 no representa más que algo anecdótico. Una nota al pie en el libro del automovilismo.
Sin embargo, para finales de los ochenta Chrysler se hizo con el control de la marca deportiva tras años complejos tanto para ésta como para el consorcio norteamericano. Años a los que puso fin el liderazgo de Lee Iacocca. Uno de los ejecutivos más decisivos en el mundo del motor, pasando por ser el ideólogo del Mustang así como el salvador financiero de Chrysler gracias a la invención del monovolumen materializado en la Voyager. Así las cosas, su poder de persuasión consiguió seducir al mismísimo Mauro Forghieri. Uno de los nombres más icónicos para la Scuderia Ferrari, quien tras la muerte de Enzo Ferrari había pasado a un segundo plano en Maranello dedicándose a proyectos experimentales como la tracción total ensayada en el 408 4RM.
Lamborghini nunca se ha caracterizado por la competición. Sin embargo, Chrysler pensó que sería una excelente idea situar a su recién adquirida empresa deportiva como proveedora de motores V12 para los mejores equipos de la F1
Lamborghini 291, lo que pudo ser y no fue
Con Mauro Forghieri y Lamborghini bajo el amparo de Chrysler todo parecía ser de lo más prometedor. Y es que, aunque este conglomerado no participaba en competición como sí lo hacían otras marcas generalistas del momento – véase FIAT o Ford – Lee Iacocca quería posicionar a Lamborghini como proveedor de motores en lo más alto de la F1. Por ello, hacia 1989 encargó a Mauro Forghieri el diseño de un nuevo motor V12 destinado a las escuderías más prestigiosas de aquella categoría.
Llegados a este punto apareció el V12 a 80º con 3.5 litros y unos 600 CV que habría de impulsar finalmente al Lamborghini 291. Obviamente atmosférico, puesto que las nuevas reglamentaciones dictadas por la FIA habían dejado a un lado la enloquecida carrera prestacional propulsada por los turbocompresores. No obstante, más allá del motor – tan sólo Lola y Lotus utilizaron por poco tiempo propulsores V12 firmados por Lamborghini – lo cierto es que tanto en Chrysler como en la propia mente de Mauro Forghieri existía el ánimo de crear una escudería capaz de poner sobre la pista un monoplaza con chasis firmado por Lamborghini.
Así las cosas, sólo faltaba el inversor ya que, recordemos, Chrysler y sus filiales tenían muy limitada su participación directa en eventos deportivos. De esta manera, en 1990 apareció el empresario mexicano Fernando González Luna con el piloto Giovanni Aloi de la mano. Eso sí, tras poner enormes sumas de dinero éste desapareció de la noche a la mañana en medio de acusaciones relacionadas con un supuesto tráfico de drogas. Motivo por el cual también se cayó del proyecto Giovanni Aloi, acabando como rejoneador en las plazas de toros mexicanas.
Si Chrysler hubiera dado el apoyo financiero el proyecto podría haber continuado, pero la política del grupo en aquel momento era la de no intervenir en las carreras
No obstante, lo importante es que aquella inyección de dinero posibilitó la creación de un chasis propio para el Lamborghini 291. Es más, el diseño del monoplaza fue firmado por Mauro Forghieri al igual que el del motor. Y vaya, es toda una virguería. Con esos pontones inclinados todo lo posible hacia el interior del vehículo, creando una forma aerodinámica y musculosa que llegó a fascinar a protagonistas de la F1 como Gordon Murray. Sin duda, una de las últimas grandes invenciones del magistral ingeniero italiano que tantas y tantas páginas de gloria dio a Ferrari. Eso sí, en este caso Mauro Forghieri no sólo tuvo que ejercitar su capacidad de diseño sino también su habilidad negociadora, puesto que tras la desaparición del inversor mexicano hubo de buscar nuevas vías de financiación. Todo un problema. De hecho, el mayor para el Lamborghini 291 puesto que, al fin y al cabo, logró hacer un séptimo puesto durante la única temporada en la que compitió. 1991. Y es que el monoplaza no era malo – recibió halagos incluso de Ayrton Senna – , pero sí contaba con un equipo poco profesional alrededor – con terribles despistes como el de un mecánico que siquiera comprobó el nivel del depósito, haciendo que el coche se parase en medio de la pista – condicionado por la inestabilidad económica. Con todo esto, Mauro Forghieri salió de Lamborghini rumbo a la resurrección de Bugatti al tiempo que Chrysler dejaba morir el proyecto. En fin, podría haber sido una ocasión excelente para ver a Lamborghini en las pistas de F1.
Miguel Sánchez
Todo vehículo tiene al menos dos vidas. Así, normalmente pensamos en aquella donde disfrutamos de sus cualidades. Aquella en la que nos hace felices o nos sirve fielmente para un simple propósito práctico. Sin embargo, antes ha habido toda una fase de diseño en la que la ingeniería y la planificación financiera se han conjugado para hacerlo posible. Como redactor, es ésta la fase que analizo. Porque sólo podemos disfrutar completamente de algo comprendiendo de dónde proviene.COMENTARIOS