Allá por los años 80, concretamente en 1982, nacía el que fue un coche muy innovador, o así lo consideraron en su momento: el Ford Sierra. Con aquel modelo, la firma yankee ponía en circulación un automóvil que rompió algunos moldes y grabó su presencia en la mente de todo aquel que se subió a los mandos. Curiosamente, el Sierra era un coche bastante tradicional en cuanto al apartado técnico.
La puesta en escena del Sierra tuvo una acogida muy fría y al comienzo, las ventas no fueron buenas, pero algunos meses después, todo despegó y las ventas, ahora sí, fueron más que respetables. Lo suficiente para que Ford adoptara el estilo del “Serrucho” en un coche mucho más grande y destinado al segmento E, donde las aventuras no eran bien recibidas en la década de los 80. Hablamos del Ford Scorpio, un modelo del que poca gente parece acordarse, aunque escondía grandes cualidades.
El Ford Scorpio es la muestra de que antes no era tan importante la marca y los fabricantes generalistas, podían desarrollar modelos de todo tipo sin sufrir un enorme varapalo. El Ford Scorpio era un coche muy grande, el más grande que ofrecía la marca en aquellos momentos y en su variante con carrocería de cinco puertas –se podía escoger entre un cinco puertas, un sedán y un familiar, no había otro coche de su segmento con tantas opciones–, medía 4,67 metros, que se iban hasta los 4,74 metros en caso de la carrocería sedán. Eran tan grande como un Mercedes W124 o un BMW Serie 5.
Su tamaño llamaba la atención en aquellos años, pero lo hacía más su espacio interior, con una banqueta trasera que permitía que ser personas fueran mucho más cómodas que en cualquier coche actual con dimensiones semejantes. Un hecho interesante pues la plataforma sobre la que se desarrolla el modelo, la DE-1, es la misma que usa el Sierra pero alargada. Del Sierra también tomaba la inspiración para su diseño exterior, que lo hacía, si tenemos en cuenta el segmento al que iba dirigido, un coche con bastante personalidad.
Con el Ford Scorpio se buscaba reemplazar al Ford Granada, de hecho, en algunos mercados como Reino Unido se lanzó como la tercera generación del Granada y no como Scorpio. Llegó en un momento en el cual, muchos fabricantes generalistas tenía su propio sedán del segmento E, como el Opel Omega –primera aparición en 1986–, el Alfa Romeo 164 –lanzado en 1987– o el Peugeot 605 –uno de los últimos en llegar, se lanzó en 1989–.
Se podía configurar en versiones Ghia, bastante lujosas, y contó con una versión Cosworth de la que pocos se acuerdan, equipada con un propulsor V6 y 197 CV. También destacaba la presencia de un motor V6 de 2,8 litros y 150 CV –muy del estilo yankee, mucho cubicaje para una potencia algo contenida–.
En 1986 se llevó el galardón al Coche del Año, gracias a detalles como la posibilidad de montar frenos ABS e incluso un ordenador de a bordo, testigo de puertas abiertas y otro para luces fundidas. El ordenador, además, también proporcionaba datos como temperatura exterior, cronómetro, fecha… pero además, podía montar asientos traseros con regulación eléctrica, asientos delanteros calefactados, regulación lumbar neumática, control de crucero y algo que hoy parece de lo más normal del mundo, pero entonces no lo era: cinturones en todas las plazas traseras.
La producción del Ford Scorpio se llevó a cabo en Alemania, en Colonia y en Estados Unidos se vendió como Merkur Scorpio.
Javi Martín
Si me preguntas de donde viene mi afición por el motor, no sabría responder. Siempre ha estado ahí, aunque soy el único de la familia al que le gusta este mundillo. Mi padre trabajó como delineante en una empresa metalúrgica con mucha producción de piezas de automóviles, pero nunca hubo una pasión como la que puedo tener yo. También he escrito un libro para la editorial Larousse sobre la historia del SEAT 600 titulado "El 600. Un sueño sobre cuatro ruedas".COMENTARIOS