Coche del día: Ford Racing Puma

Coche del día: Ford Racing Puma

El pequeño coupe de Ford recibió un motor con 155 CV y un tratamiento más racing, pero solo para Gran Bretaña


Tiempo de lectura: 4 min.

En 1997 se presentó el Ford Puma, un pequeño coupé basado en el Fiesta, de aspecto atractivo e interesante, que llegaba para enfrentarse al Opel Tigra, que había salido muy poco antes al mercado –se dice que la denominación fue para, igualmente, rivalizar con el Tigra–. Dos coches, dos propuestas que apenas tuvieron más rivales, quizá el Toyota Paseo, aunque este no tuvo tanta popularidad. De hecho, apenas se vieron unidades del Paseo comparado con los Puma y Tigra.

Por aquel entonces, Ford había comenzado a apostar por su diseño New Edge, estrenado con la primera generación del Ford Focus –reemplazó al Escort y fue un rotundo éxito– y logró, con el pequeño Puma, ofrecer un automóvil que además de atractivo, se ganó fama de ser divertido de conducir gracias a un chasis ágil y bien puesto a punto. Sin embargo, el Ford Puma nunca se vendió con motores muy potentes, solo se ofreció con un 1.4 Zetec de 90 CV y un 1.7 de 125 CV. En otras regiones también se llegó a ofertas un cuatro cilindros 1.6 con 103 CV.

En 1999 la marca puso los dientes largos a muchos aficionados y seguidores del modelo, con la presentación del Ford Puma ST160 Concept. Se dio a conocer en el salón del automóvil de Ginebra y destacaba no solo por su imagen, más agresiva y deportiva –era más ancho, más bajo, añadía un pequeño alerón trasero…– y presumía de montar un motor con nada menos que 160 CV. Ahora sí, el Puma se convertía en algo muy serio, porque además de una cifra de potencia elevada para su tamaño y peso, se acompañaba de cosa como un diferencial de deslizamiento limitado, frenos más potentes y una suspensión más radical.

Los rumores pronto comenzaron a aparecer y ponían al Puma ST160 en la calle en poco tiempo. Sin embargo, ese Puma nunca llegó, o mejor dicho, nunca llegó a Europa. Ford lanzó una versión basada en este concept car en tierras británicas bajo la denominación de Ford Racing Puma y era un “señor juguete”. Se trataba de una versión desarrollada junto a Tickford, con quien ya habían trabajado en otras ocasiones anteriormente –como el Ford Capri Tickford, por ejemplo–. El acuerdo con el especialista británico conllevó una producción un tanto compleja, porque el coqueto Puma se fabricaba en Colonia, Alemania, y había que llevar los ejemplares a Reino Unido, a Daventry, donde recibían todos los cambios necesarios y luego, se devolvían a Colonia para terminar el proceso de fabricación.

Sobre el papel, el Ford Puma Racing era un coche “de cuidado” y suponía llevar a producción el concepto presentado en 1999. Sin embargo, no llegó a la calle tal cual y el nombre es un ejemplo. Bajo el capó, por ejemplo, seguía escondido un cuatro cilindros de 1,7 litros, pero no rendía 160 CV, sino 155 CV- Sí, vale, no es una diferencia abismal, pero se dice que motivó el cambio de denominación –ya no podía ser ST160–. Junto a este motor, se añadieron suspensiones específicas más firmes, llantas de 17 pulgadas, un habitáculo más racing con asientos Sparco y un volante con tapizado azul –igual que llevó el Ford Focus RS y que demostró ser un desastre al perder el coche azul con el tiempo– y un kit de carrocería más ancho y deportivo, pero sin alerón.

Ford proyectó una serie limitada de 500 ejemplares que se fabricaron entre 1999 y 2000 y suponía un sobrecoste de 8.000 euros más que un Puma con motor 1.7 de 125 CV. Se había planeado una tirada de 1.000 coches, 500 para Gran Bretaña y 500 para Alemania, pero el coste de producción acabó por enterrar esa idea. Su elevado precio de venta hizo que fuera complicado vender las 500 unidades británicas, pero ahora, el coche es una rareza y un objeto de colección.

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Sobre mí

Javi Martín

Si me preguntas de donde viene mi afición por el motor, no sabría responder. Siempre ha estado ahí, aunque soy el único de la familia al que le gusta este mundillo. Mi padre trabajó como delineante en una empresa metalúrgica con mucha producción de piezas de automóviles, pero nunca hubo una pasión como la que puedo tener yo. También he escrito un libro para la editorial Larousse sobre la historia del SEAT 600 titulado "El 600. Un sueño sobre cuatro ruedas".

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