Ford, aunque pueda parecer lo contrario, siempre fue un fabricante muy conservador. Es cierto que revolucionaron la industria con la producción en serie del Ford T, pero el coche en sí no suponía realmente nada nuevo ni rompedor. También lanzaron, muchas décadas después, el Ford Thunderbird como respuesta al Chevrolet Corvette, que había nacido porque General Motors quería competir contra la importación de modelos deportivos europeos.
La firma norteamericana comenzó a desarrollar modelos menos conservadores cuando Lee Iacocca llegó a la dirección de la compañía en lugar de McManara, quien había convertido a la compañía en un fabricante de coches muy tradicionales. Fue Iacocca quien desarrolló un modelo deportivo sobre la plataforma del Ford Falcon, un ooche, como quería McManara, muy tradicional y conservador, todo lo contrario que Iacocca. El proyecto se conoció primero como T-5, luego como Cougar, pero acabó en producción como Ford Mustang.
Hubo muchos prototipos antes de que llegara el coche definitivo, algunos bastante llamativos, con el motor colocado en posición central y con solo cuatro cilindros, pero el diseño final, obra de Joe Oros y su equipo –formado por L. David Ash, Gale Halderman y John Foster–,se presentó en la Exposición Universal de 1964 con carrocería descapotable. El Mustang formaba del programa “Toltal Performance”, que llevaría a Ford nuevamente a las competiciones de máximo nivel, con el objetivo de rejuvenecer la imagen de la compañía –fue cuando Ford atacó las 24 Horas de Le Mans con el GT40 y cuando desarrooló el V8 DFS para F1 con Cosworth–.
Finalmente, el Ford Mustang de producción de mostró en 1964 y formó tal revuelo que todavía hoy sorprende. El primer día de presentación se habían registrado 22.000 pedidos, ¡¡22.000 en un solo día!! Seis meses después shabían superado las 100.000 unidades vendidas. Pocos coches pueden presumir de un éxito semejante, más aún si era un modelo relativamente rompedor en Estados Unidos como lo fue el Ford Mustang. Por ejemplo, solo la posición del selector del cambio, en el suelo y entre los asientos, era una declaración de intención al otro lado del Atlántico, pues allí, por lo general, el selector del cambio estaba en la columna de dirección. El hecho de colocarlo en el suelo, un detalle que podría pasar sin importancia, dejaba claro que el Mustang escondía un enorme talante deportivo.
Se lanzó al mercado con dos carrocerías y se ofreció con dos motores: un seis cilindros y por su puesto, un V8, pero también se ofrecía con una enorme lista de opciones, para que cada cliente pudiera dar forma a su Ford Mustang y que fuera único, sin coincidir con otra unidad. En 1965 apareció el Mustang Fastback, el Mustang GT y el Shelby GT350. En 1967 se hizo una revisión del diseño para aumentar, todavía más si cabe, las ventas del modelo y apareció el brutal Shelby GT500 con su V8 428 con 355 CV.
El Ford Mustang es mucho más que un simple coche, es el deportivo más vendido del mundo –según Ford– y un modelo que ha creado una cultura propia a su alrededor. Tiene tantos fanáticos en todo el mundo como detractores y posiblemente, sea un modelo inmortal que veremos convertido a eléctrico con el paso del tiempo.
Javi Martín
Si me preguntas de donde viene mi afición por el motor, no sabría responder. Siempre ha estado ahí, aunque soy el único de la familia al que le gusta este mundillo. Mi padre trabajó como delineante en una empresa metalúrgica con mucha producción de piezas de automóviles, pero nunca hubo una pasión como la que puedo tener yo. También he escrito un libro para la editorial Larousse sobre la historia del SEAT 600 titulado "El 600. Un sueño sobre cuatro ruedas".COMENTARIOS