En el mundo del automovilismo deportivo hay siglas que despiertan sensaciones fuertes. Siglas que anuncian una escalada prestacional en la que un sencillo modelo utilitario se convierte en una máquina dispuesta para la competición. En ese sentido, uno de los mejores ejemplos es el brindado por Ford y sus RS. Protagonistas de la edad dorada de la marca en las carreras sobre tierra, estas versiones Rallye Sport vieron su nacimiento en 1969 con el Escort RS1600. Primer ejemplo de una saga de la cual el Ford Focus RS del 2002 es el número veinte.
Un modelo de esos a los que algunos calificarían como “sleeper”, pero que sin embargo da pistas incluso en parado del potencial que esconde. De hecho, los pasos de rueda agrandados no sólo cobijan unas llantas de 18 pulgadas sino también el mismo ancho de vías que el modelo del Campeonato Mundial de Rallies. Un dato que nos revela el origen del Ford Focus RS. El cual llegó a los concesionarios como la versión de calle del modelo de competición. Justo aquel que en el 2000 quedase tercero con Carlos Sainz y subcampeón en el 2001 con Colin McRae.
Antesalas del intenso duelo con los Citroën C4 WRC, el cual dejó al Ford Focus RS en una segunda posición constante desde el 2006 hasta el 2010. Un aura competitiva de la cual se benefició el modelo de calle a pesar de no tener nunca una decidida intención de comercialización masiva. De hecho, de esta versión RS se lanzaron tan sólo unos 5.000 unidades después de un meticuloso proceso de diseño en el cual no se escatimaron recursos ni tiempo. Dos elementos que jugaron a favor de este Focus, el cual es para muchos el último deportivo compacto digno de pasar a las mejores páginas en la historia de Ford.
Debajo de su apariencia se esconde un deportivo para conducir al estilo de la vieja escuela. Con una potente entrada del turbo y apenas ayudas electrónicas. Por ello este Focus es una de las versiones RS más celebradas en la historia de Ford
Ford Focus RS (2002): nervio y empuje
Si algo ilustra el Ford Focus RS es lo bien que se pueden hacer las cosas a pesar de empezar con una base relativamente modesta. Y es que su propulsor usa como bloque motor un cuatro cilindros en posición delantera transversal con dos litros de cilindrada unido a un sistema de tracción delantera. Un esquema de lo más sencillo y por tanto replicado en multitud de modelos del segmento C. Sin embargo, el meticuloso estudio del turbo y un diferencial autoblocante sobresaliente llevaron a este modelo hasta los 215 CV a 5500 rpm aprovechados de una forma magnífica.
En ese sentido, las cualidades dinámicas del Ford Focus RS son lo mejor del modelo. Más aún si se es un seguidor de la conducción libre de ayudas electrónicas, ya que este vehículo no cuenta con controles ni de tracción ni de estabilidad. Todo un alarde para puristas con el que Ford reafirmó su confianza en las bondades del autoblocante, pero también en las de un chasis que aquí se afinó para gozar de un enérgico paso por curva. Hecho al que ayudan las suspensiones, con unos amortiguadores Sachs ajustados en duro pero al tiempo compatibles con el uso diario que se puede hacer del vehículo.
Y es que a pesar de las prestaciones que exhibe, el Ford Focus RS se diseñó como un coche de gran practicidad en la que, además, fue de agradecer la incorporación de unos asientos Recaro. Perfectos para la sujeción del cuerpo en el paso por curva, pero también al acelerar con unos más que escuetos 6,7 segundos al hacer el 0 a 100 km/h. Es más, siguiendo con las cifras a este RS se le cronometraron poco menos de nueve minutos para cumplir con el trazado de Nürburgring. Un detalle que lo pone cerca de coches muy superiores, dando fe de su excelente comportamiento dinámico.
El diferencial autoblocante permite transmitir con tanta energía como seguridad los más de 200 CV al tren delantero. Todo un logro de la ingeniería que llevó meses afinar
No en vano, ésta es la principal característica del Ford Focus RS. Un deportivo con el que la marca no se limitó a hacer una variante potenciada del compacto, sino un rabioso modelo con brío y agarre en el que se mantienen las esencias de una conducción sin apenas ayudas electrónicas. Magnífico.
Miguel Sánchez
Todo vehículo tiene al menos dos vidas. Así, normalmente pensamos en aquella donde disfrutamos de sus cualidades. Aquella en la que nos hace felices o nos sirve fielmente para un simple propósito práctico. Sin embargo, antes ha habido toda una fase de diseño en la que la ingeniería y la planificación financiera se han conjugado para hacerlo posible. Como redactor, es ésta la fase que analizo. Porque sólo podemos disfrutar completamente de algo comprendiendo de dónde proviene.COMENTARIOS