Desde España el caso del FIAT Vivace se puede entender con no poca facilidad. Al fin y al cabo, nuestro automóvil más significativo es el SEAT 600. Un modelo aparecido en 1957 con precios de derribo y un plan de financiación pensado por la propia marca. De esta manera, el 600 no sólo fue uno más entre los vehículos lanzados por SEAT bajo licencia FIAT. Sino una de las piezas clave para la motorización del país, llegando a ser un elemento esencial en la comprensión de nuestra historia reciente. Al menos en lo que se refiere al desarrollismo económico y la implantación de una sociedad caracterizada por el consumo de masas.
Con todo ello, lo cierto es que al FIAT Vivace no se le debe abordar tanto por la mecánica o el diseño como por su audaz apuesta a la hora de hacer llegar el automovilismo a las capas más populares de la población. De esta manera, cuando se presentó en 1993 fue ofertado únicamente a través de un plan de ahorro gestionado por los concesionarios. Así las cosas, la filial de FIAT en Argentina daba facilidades obvias a aquellos que no contasen con la posibilidad de pagarse un turismo de golpe, negociar su pago con el banco o, siquiera, poder entregar la entrada para una posterior financiación al uso en vehículos más costosos.
Es decir, al FIAT Vivace se le puede calificar como uno de esos “ autos del pueblo “. De hecho, quizá la única crítica que se le pueda hacer en este sentido es lo tarde que llegó. Puesto que para 1993 el automovilismo ya se había convertido en un fenómeno masivo, por lo que un modelo así ya no tenía tanto sentido – y salida – como podría haber llegado a tener en momentos históricos anteriores. Momentos en los que, como en los lejanos años cincuenta, Argentina trató de hacerse con gamas automovilísticas propias gracias a iniciativas como la marca Justicialista bajo uno de los gobiernos de Perón.
FIAT es una de esas marcas que ha sabido internacionalizarse siendo flexible con los capitales nacionales aliados hasta el punto de acceder a la fabricación de variantes locales a partir de los diseños emanados desde Italia
FIAT Vivace, espartano y accesible
Como hemos dicho en otras ocasiones, uno de los grandes éxitos de FIAT ha sido – y es – el haber sabido ser una marca global en todos los sentidos. De esta manera, desde los años sesenta sus turismos populares se han expandido por medio mundo gracias al sistema de fabricación bajo licencia. Aunque también gracias a la implantación de consorcios con capitales nacionales de cara a la implantación de filiales.
Así las cosas, una de las cuestiones más interesantes nacidas a raíz de esto es la aparición de diversas variantes sobre los modelos creados en Italia. De esta manera, mientras en Brasil se creó un 127 a etanol, en Argentina se han llegado a crear modelos especialmente ideados para un mercado como el suyo, compartiéndolos con otros de condiciones similares donde las gamas populares se encuentran un escalón por debajo de las ofertadas en Europa.
En el caso del FIAT Vivace, éste tomó como base al 147 local en su versión Spazio T aligerando el equipamiento hasta el punto de hacerlo bastante espartano. De hecho, llamaba la atención que siquiera tuviese radio. Además, en el habitáculo también se eliminaron la presencia de agarraderas o asientos con respaldos regulables. Pero es más, en afán de ahorrar hasta se eliminaron los elementos aislantes respecto al ruido provocado por el motor. Es decir, posiblemente fuera el automóvil más austero de entre todos los lanzados por FIAT o alguna de sus filiales desde las primeras versiones italianas del 500.
Espartano hasta la saciedad, este modelo y su particular forma de poder ser adquirido pusieron el automovilismo al alcance de compradores que no podían haberse permitido de otra manera un vehículo a kilómetro cero
Respecto a la mecánica, el FIAT Vivace equipaba el motor más pequeño de entre todos los montados por la marca en el mercado italiano. Un 1.4 de 63 CV capaz de poner los poco menos de 800 kilos de este vehículo a 145 kilómetros por hora. Eso sí, la sensación de ir a esa velocidad en este auto ha de ser curiosa. ¿Equiparable a poner un McLaren a máxima potencia? Cualquiera que haya hecho diabluras en modelos como un FIAT Panda lo sabe. Algo que nos lleva a una interesante reflexión. Y es que no siempre deberíamos valorar a los automóviles por sus prestaciones. Lejos de ello, todo buen coleccionista o simple aficionado a los clásicos / preclásicos debería tener en cuenta factores que, incluso, a veces trascienden la mecánica o el diseño para entrar en la estrategia comercial de la marca. Sinceramente, un FIAT Vivace podría ser una opción de lo más interesante y simpática para cualquier aficionado a la marca italiana y sus versiones o variantes más extrañas. Extrañamente seductor.
Miguel Sánchez
Todo vehículo tiene al menos dos vidas. Así, normalmente pensamos en aquella donde disfrutamos de sus cualidades. Aquella en la que nos hace felices o nos sirve fielmente para un simple propósito práctico. Sin embargo, antes ha habido toda una fase de diseño en la que la ingeniería y la planificación financiera se han conjugado para hacerlo posible. Como redactor, es ésta la fase que analizo. Porque sólo podemos disfrutar completamente de algo comprendiendo de dónde proviene.COMENTARIOS