La marca italiana introdujo en su modelo Fiat Uno Selecta un cambio automático de variador continuo, demostrando su interés en mejorar la comodidad de manejo y en el bienestar de los coches tan pequeños y económicos como el Fiat Uno. Este modelo solo estaba disponible con carrocería de cinco puertas.
Fiat era y sigue siendo un especialista en la fabricación de coches urbanitas, y en el Uno tenemos un ejemplo. Pertenecía a la primera generación, increíblemente longeva como todos los modelos de Fiat, que cada cierto tiempo actualiza o saca una nueva versión. La primera generación del Uno se empezó a construir en 1983 y se terminó de fabricar en 2013 en Brasil, en total 30 años de producción ininterrumpida. En Italia dejó de comercializarse en 1995, año en que salió su sustituto, el Fiat Punto.
Sus contenidas dimensiones daban mucho juego en ciudad (3,64 m de largo, 1,55 m de ancho y 1,43 m de alto). El nivel de acabado y de los materiales se encontraba a la altura de los mejores, bastante mejorado respecto a las primeras ediciones. En este caso estamos hablando de una edición de 1991, si bien ya existía el modelo Selecta antes del restyling.

Sin embargo el equipamiento se quedaba algo escaso, pues no contaba de serie con cierre centralizado, pintura metalizada y llantas de aleación Tampoco contaba con elementos como cuentarrevoluciones, indicador de carga de la batería, volante o asiento del conductor regulables en altura. El aire acondicionado ni siquiera era opcional, o algo tan imprescindible como los cinturones de seguridad traseros, aunque los elevalunas eléctricos sí venían de serie, pero solo delante. Mantenía sus cualidades típicas como una habitabilidad sin competencia en su categoría y un acertado equilibrio entre estabilidad y comodidad.
Lo más interesante del Fiat Uno Selecta era su cambio automático de variador continuo, en el cual el movimiento se transmitía mediante una correa metálica que unía dos poleas y permitía obtener infinitas relaciones que se adecuaban en cada momento para optimizar su utilización
Pero la contrapartida a pagar era un consumo más elevado, algo inherente en las transmisiones automáticas por la mayor pérdida de energía que tienen que soportar. También el nivel sonoro era más elevado pues el variador continuo emitía un constante sonido agudo que se situaba por encima del propio sonido del motor. Para aquellos conductores que no disfruten precisamente del continuo manejo del cambio manual que se exige en ciudad era ideal, máxime si la versión de cambio manual tenía como punto débil este mismo cambio por su falta de precisión en la inserción de las marchas.
Por carretera su mayor inconveniente era la falta de retención en curva con la palanca en posición D. Cuando levantamos el pie del acelerador el variador continuo adoptaba inmediatamente una relación más larga, asunto que se podía solucionar situando la palanca en posición de marchas corta cuando abordábamos una curva lenta.
El motor que llevaba era el mismo que el de la versión manual, un bloque de cuatro cilindros en línea en posición delantera transversal. Cubicaba 1.372 cm3. La distribución era por un único árbol de levas en cabeza y dos válvulas por cilindro y la alimentación era por inyección electrónica monopunto de gasolina. Rendía 72 CV a 6.000 RPM y un par máximo de 108 Nm a 3.250 RPM.
Su rendimiento era honesto y funcionaba con suavidad excepto cuando estaba frío, por lo que era inevitable sufrir molestos tirones. Con el cambio manual se podía jugar con el embrague, pero en este caso no quedaba más remedio que aguantarse y esperar a que el propulsor cogiese temperatura
Los valores de recuperaciones eran mejores con el cambio automático gracias a que el variador elegía la relación más óptima para conseguir la máxima aceleración. La desventaja se la encontraba en la velocidad máxima y en aceleración pura, mejoradas con el cambio manual.
Su velocidad máxima era de 159 km/h y necesitaba 14 segundos para alcanzar los 100 km/h desde parado. Igualmente desde parado necesitaba 36 segundos para recorrer 1.000 metros. En lo referido a las recuperaciones, dedicaba casi 33 segundos desde 40 km/h para recorrer 1.000 metros y casi 12 segundos para pasar de 80 a 120 km/h, siempre hablando de la única marcha posible, “D”.

Referente a los consumos, por ciudad rozaba los 10 l/100 km, en carretera convencional a una velocidad de crucero de 90 km/h superaba por poco los 6 l/100 km y en vías rápidas se acercaba a los 9 l/100 km; el depósito de combustible era de 42 litros. Como curiosidad, resultaba más rumoroso que la versión manual (71,8 dB frente a 70,5 dB a 120 km/h) y sus distancias de frenado también eran mayores (78,9 m frente a 71,8 m a 120 km/h).
Su sistema de suspensión era el habitual en este segmento de coches, con suspensión independiente McPherson delante y semiindependiente con barra de torsión detrás. El equipo de frenos era igualmente sencillo, con discos delante y tambores detrás, suficientes para un peso de 850 kg. Calzaba neumáticos de medidas 165/65 R13. Su precio era de 1.587.000 pesetas en 1991, algo más de 18.000 euros de hoy.
Este Fiat Uno Selecta otorgaba un plus de comodidad para moverse por ciudad gracias a su cambio automático, con un motor suficientemente potente para moverse fuera de la urbe con dignidad. A cambio consumía un poco más, su nivel sonoro y sus prestaciones eran algo peores que los de la versión manual con el mismo motor.
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Ginés de los Reyes
Desde que tengo conciencia me llamó la atención cualquier cosa con ruedas. Aprendí a montar en bicicleta al mismo tiempo que a andar, y creo que la genética tiene algo que ver: mi padre adoraba los coches, les ponía nombres, mi abuelo conducía y participaba en el diseño de camiones, y le privaban los coches...Excelente artículo.
Las fotos corresponden a la primera versión (1983-1989).
Cierto, del modelo del 89 Selecta no apareció ni una sola decente.