Tras el lanzamiento del Fiat Uno, la marca italiana inició el proceso de sustitución del Ritmo con el objetivo de desbancar de su pedestal al vehículo referente del segmento C, el Volkswagen Golf. Esta vez dejarían de lado la propuesta presentada por Ital Design (Giugiaro) para partir del diseño procedente del IDEA Intitute.
Para convertirse en el nuevo referente de la categoría de los compactos se tuvieron en cuenta varias premisas: conseguir la máxima habitabilidad en el mínimo volumen exterior, obtener la mejor aerodinámica posible y lograr que las suspensiones combinasen confort y estabilidad a partes iguales. Además, se quiso potenciar el surgimiento de las mecánicas turbodiésel como alternativa a las de gasolina, en un momento en que las diésel ya empezaban a presentar unas prestaciones más que dignas y equiparables a las del combustible más caro.
Con una estructura autoportante, el Fiat Tipo incorporaba un sistema de suspensiones independientes en ambos trenes. En el eje delantero montaba columnas MacPherson guiadas inferiormente mediante un brazo transversal, mientras que en el eje trasero la solución aplicada era de brazos tirados gobernados por muelles, amortiguadores y barra estabilizadora. Este último garantizaba una gran amplitud en el habitáculo por lo compacto de sus dimensiones. Su sistema de frenado compuesto por discos y tambores servoasistidos podía incorporar opcionalmente un ABS que mejoraba las distancias de frenado.
Procedente del Fiat Regata en donde producía 80 CV, su motor de 4 cilindros en línea montado transversalmente estaba construido en fundición y en aleación (bloque-culata), y cubicaba 1.929 cc. Cada cámara de combustión poseía dos válvulas accionadas por un solo árbol de levas y a esta llegaba el aire después de ser impulsado a una sobrepresión de 0.8 bares por el turbocompresor KKK y de pasar por el intercooler. Alimentado indirectamente por una bomba inyectora mecánica, conseguía llegar hasta una potencia de 92 CV a 4.100 rpm y de conseguir un par máximo de 190 Nm a 2.400 rpm que se dirigía a las ruedas delanteras a través de una nueva caja de cambios de 5 velocidades de largos desarrollos. Este último elemento mecánico quiso acabar con el mal endémico de la marca italiana y que concentraba no pocas críticas, incorporando esta vez una de mejor trato que facilitaba los movimientos precisos y suaves de la palanca de cambios.
El interés por incrementar el espacio interior hizo que la carrocería incorporase soluciones como el traslado de las ruedas a los extremos de la carrocería, el incremento de la altura y de la anchura del vehículo o la menor inclinación de los paneles laterales de la carrocería por encima de la cintura del coche (en la zona de los cristales laterales). Esto redundó en un maletero de 300 litros de volumen aprovechable y del incremento de la capacidad de los asientos traseros, que esta vez incorporaban la forma de 3 plazas individuales, llegando a poder acoger incluso a tres personas adultas. Delante de los asientos delanteros de escaso agarre lateral, se ubicaba un salpicadero de líneas sencillas que integraba un innovador cuadro de mandos digital (acabado DGT) de fácil lectura y dividido en dos niveles, un volante regulable en altura y unos mandos tras este que aglutinaban demasiadas funciones. Su equipamiento era bastante completo, incorporando opciones como el aire acondicionado, el techo solar o el asiento del conductor regulable en altura.
Tras la potenciación del motor proveniente del Fiat Regata éste perdió capacidad de recuperación a bajas vueltas, pero aun así su comportamiento era muy progresivo haciendo que no se notase la entrada en funcionamiento de la turbina. Tanto el ruido como las vibraciones solamente se hacían patentes a bajas revoluciones y en frío, llegando a pasar más desapercibidas cuando el coche transitaba por carretera. Sus prestaciones estaban un poco deslucidas por los largos desarrollos de los que tenía que tirar, obteniendo una aceleración de 0-100 km/h de unos 13 segundos y su nada despreciable velocidad máxima de 180 km/h. El consumo medio de 6,6 litros era capaz de obtener de los 55 litros del depósito, una autonomía que rozaba los 800 km.
Con un peso de 1.110 kg, el comportamiento en carretera estaba más enfocado a obtener el mayor confort pero sin dejar a un lado la estabilidad. Su carrocería tendente a balancearse en curva no suponía en ningún momento la perdida de control del coche, que mantenía fácil y férreamente la capacidad para mantener la trayectoria, salvo en el momento en que se adentraba en terreno virado. Su patente falta de agilidad propiciada por una escasa firmeza de la suspensión y del peso del motor, hacía que cuando se le forzaba a la entrada de las curvas cerradas, el vehículo respondía con un acusado subviraje. Aunque su dirección directa y sensible no ponía ningún tipo de pegas a este tipo de trazados, los frenos, en cambio, se quejaban cuando se abusaba de ellos por culpa de unos aerodinámicos tapacubos que no facilitaban su refrigeración.
El Fiat Tipo TD cogió a toda la competencia a contrapié por las buenas prestaciones desarrolladas por su propulsor. Aunque compartía un precio de 13.000 € con el Peugeot 309 SRDT (78 CV) a este lo superaba claramente en potencia. A duras penas, el Volkswagen Golf GTD de 13.800 € le podía hacer frente pese a haber recibido en 1990 un intercooler con el que elevaba su potencia hasta los 80 CV.


Javier Gutierrez
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