Para entender la historia de Ferrari en las carreras de resistencia se hace necesario mencionar al Ferrari 312P de 1969. Eso sí, no se trata de un modelo victorioso. Siquiera de uno que proporcionara un adelanto técnico fundamental. Lejos de ello, esta creación es testigo y parte en la decadencia de la Scuderia en los circuitos de resistencia. Un proceso generado tras el golpe recibido por Ford en 1966 rompiendo su racha de seis victorias consecutivas en Le Mans, y alargado hasta que en 1973 la marca italiana decidió desligarse de estas carreras para centrar sus esfuerzos en la F1. Siete años en los que Ferrari no pudo batir primero a los GT40 y después a los Porsche 917, a pesar de presentar modelos tan espectaculares como el 330 P4 de 1967 o el 512 de 1970.
Pero centrémonos en los orígenes del Ferrari 312P. Ceñidos, como buen modelo de competición, a las directrices y homologaciones del momento. En este caso todo cambió en 1968 con la nueva normativa presentada por la FIA de cara a la temporada siguiente en el marco de las carreras de resistencia. El punto más importante fue la limitación de la cilindrada en el Grupo 6 a tres litros, además de hacer más laxas las disposiciones sobre peso y altura del vehículo. De esta manera muchos Sport Prototipos encontraron aquí su hueco perfecto, especialmente si tenemos en cuenta que también se anunciaba la inclusión del Grupo 6 dentro del Campeonato Mundial de Marcas – ya separada del de resistencia – con Le Mans como una de las citas indispensables.
Eso sí, intentando entender las razones de estos cambios nos encontramos con dos puntos interesantes. El primero es que cuando la FIA empezó a plantearse la reducción de la cilindrada a los tres litros se esgrimieron razones dadas por la seguridad. Explicando cómo los modelos con cinco o más litros estaban llegando a velocidades tan altas que podrían provocar un desastre como el dado en Le Mans 1955, cuando el Mercedes de Pierre Levegh se fue contra las gradas envuelto en llamas segando la vida de 83 espectadores. El segundo es más relativo a las hipótesis y triquiñuelas posibles entre bambalinas, señalando supuestos deseos de arrinconar a los fabricantes más potentes. Sea como fuera, lo cierto es que debido a todo este contexto la Scuderia tuvo que reaccionar presentando en 1969 al Ferrari 312P. Tres litros, doce cilindros, prototipo.
El 312P fue la adaptación de Ferrari a las nuevas normativas del Grupo 6, en las que se limitaba la cilindrada a los tres litros para intentar disminuir la velocidad de unos modelos que hacia 1967 estaban alcanzando cifras de infarto
Ferrari 312P, poco palmarés pero grandes pilotos
Técnicamente y salvando muchos puentes en nombre de ser claros y concisos, el Ferrari 312P se puede considerar un monoplaza de F1 adaptado a las carreras de resistencia. De hecho, en base el motor es el mismo. Adaptado eso sí a las necesidades de esta competición donde no sólo prima la velocidad sino también las horas funcionando sin descanso. De esta manera, cuenta con un apretado V12 de tres litros en posición trasera longitudinal a 60º capaz de entregar 420 CV a 9.800 rpm. Alimentado por inyección directa y animado por un doble árbol de levas en cabeza y dos válvulas por cilindro.
Respecto al chasis se construyó en acero tubular, dejando el conjunto en unos 680 kilos en la versión berlinetta. Y es que, más allá de las similitudes mecánicas con un F1, el 312P no sólo es un modelo para carreras de resistencia sino que también lo parece. Por ello se trabajó en dos carrocerías distintas. Esta primera en forma cerrada – dotada de una aerodinámica en la que se esculpen volúmenes basados en los del 330 P4 – pero también otra en forma abierta barchetta completamente distinta y con peor resultado contra el viento que la berlinetta.
En lo referido a los resultados, lo cierto es que la temporada de 1969 no fue especialmente brillante para los de Maranello. Repasando las clasificaciones, vemos cómo el Ferrari 312P logró la pole durante su estreno en las 12 Horas de Sebring. Sin embargo, después de esto no llegó ninguna victoria, tan sólo algún segundo puesto, numerosas retiradas y la clara convicción de que Ferrari empezaba a atravesar una decadencia en resistencia que la llevaría a centrarse únicamente en la F1.
A pesar de contar con un buen diseño y unos excelentes pilotos, fallos de fiabilidad impidieron terminar no pocas carreras, influyendo decisivamente en las puntuaciones hacia la baja
No obstante, cuando se echa un vistazo al plantel de pilotos que lo llevaron éste resulta realmente espectacular. Todos ellos oficiales de la Scuderia durante la temporada de 1969, ya que acabada ésta el 312P siguió con una segunda vida al venderse las dos unidades supervivientes al NART de Luigi Chinetti. Los pilotos fueron en primer lugar Chris Amon, quien empezase rellenando huecos en escuderías británicas para luego ganar Le Mans en 1966 con un Ford GT40. Mario Andretti, único piloto en ganar un campeonato de F1, las 500 Millas de Indianápolis y las 500 de Daytona. El habilidoso en la noche Pedro Rodríguez de la Vega, con cuatro victorias en las 24 Horas de Daytona. Y, en los dos siguientes y últimos lugares Peter Schetty – recurrente en la Ferrari de la época – y David Piper – el conocido piloto privado inglés con sus coches teñidos de verde, aunque aquí se puso bajo las ordenes de la Scuderia puntualmente en dos de las diez carreras de la temporada -. Y es que, aún no teniendo grandes resultados, cualquier Ferrari de carreras siempre es protagonista de una gran historia.
Miguel Sánchez
Todo vehículo tiene al menos dos vidas. Así, normalmente pensamos en aquella donde disfrutamos de sus cualidades. Aquella en la que nos hace felices o nos sirve fielmente para un simple propósito práctico. Sin embargo, antes ha habido toda una fase de diseño en la que la ingeniería y la planificación financiera se han conjugado para hacerlo posible. Como redactor, es ésta la fase que analizo. Porque sólo podemos disfrutar completamente de algo comprendiendo de dónde proviene.COMENTARIOS