Sin querer ser malinterpretados, diremos que el Ferrari 246P es el diseño más británico de entre todos los creados por la Scuderia. No en vano, este prototipo con sólo dos GP premios disputados en su haber fue la respuesta de Ferrari al cambio de paradigma lanzado por Cooper, Lotus, BRM y otros tantos ingleses llenos de arrojo y pericia. Aquellos que, de una manera ciertamente despectiva, fueron reunidos bajo el apodo de “ garajistas “. No obstante, lo mejor de cara a poner orden en todo este proceso será ir por partes. De esta manera, hemos de situarnos en los primeros años de la F1.
Dominada por escuadras con motores altamente prestacionales, los inicios de la categoría reina en el automovilismo estuvieron dominados por Alfa Romeo, Ferrari, Maserati y Mercedes. Fabricantes con medios evidentes a su alcance, capaces de crear desarrollos mecánicos imposibles para los equipos pequeños; incapaces de diseñar y construir sus propios motores. No obstante, según la década de los cincuenta iba llegando a su fin aquellas modestas escuadras – siempre de origen británico – fueron mejorando sustancialmente en materia de aerodinámica, chasis o suspensiones. Es decir, mientras Enzo Ferrari reinaba sobre la soberbia irradiada desde su departamento de motores, diseñadores como John Cooper o Colin Chapman se afanaban en hacer de la necesidad virtud.
Así las cosas, estos jóvenes fueron acercándose poco a poco a los primeros puestos gracias a desarrollar el chasis monocasco o poner el motor por detrás del piloto. Mejoras con las que, no pudiendo generar motores a la altura de los italianos, hicieron evolucionar a sus monoplazas en comportamiento dinámico. En suma, no eran tan potentes como un Ferrari. Pero sí eran más ligeros, más manejables y con un mejor paso por curva. De hecho, en 1958 el Cooper T43 se convirtió en el primer F1 con motor central en ganar un gran premio. Justo el prólogo necesario para que, al año siguiente, el Cooper T51 ganase la temporada con Jack Brabham a los mandos. Gustase más o menos en Maranello, lo cierto es que la pericia de los garajistas había venido para quedarse.
Enzo Ferrari era bastante reacio a los cambios y, especialmente, a todo lo que tuviera que ver con colocar el motor en posición central-trasera. No obstante, el buen trabajo de Carlo Chiti le despejó no pocas dudas
Ferrari 246P, un prototipo esencial para la historia de la Scuderia
1960 no fue precisamente una buena temporada para la Scuderia, con Phill Hill clasificado como el mejor piloto de Ferrari en una poco visible quinta posición y la marca ocupando el tercer lugar en el título de constructores. De esta manera, resultaba obvio que el 246 no había sido un buen monoplaza. Además, aún seguía llevando el motor en posición delantera y, por mucho que a Enzo Ferrari le costase reconocerlo, ya se no se podía ser competitivo en la F1 si no se ponía el motor entre la espalda del piloto y el eje trasero.
Llegados a este punto, a comienzos de 1960 se formó un equipo comandado por el ingeniero Carlo Chiti – una de las grandes mentes en el automovilismo deportivo italiano – para trabajar en secreto sobre un prototipo que debía llevar, esta vez sí, la mecánica en posición central. Es decir, aquel proyecto era la respuesta que iba a dar Ferrari a la hegemonía impuesta por los Cooper.
Construido sobre un chasis tubular en acero, el Ferrari 246P fue cobrando forma mientras se afinaba su motor V6 con 2.417 centímetros cúbicos y 263 CV a 8.300 revoluciones por minuto. Todo ello para mover los 452 kilos arrojados en báscula aún con todos los líquidos repuestos. No obstante, lo curioso es ver cómo la Scuderia quiso probarlo en carreras reales antes de acabar la temporada. Por ello, el Ferrari 246P se estrenó en el GP de Mónaco de 1960 para, poco después, aparecer también en el GP de Italia en Monza, último del año para Ferrari ya que ésta no invirtió esfuerzos en acudir el GP de los Estados Unidos. Al fin y al cabo, ya no estaba en condiciones de competir por nada, volviendo a llevarse el título de pilotos Jack Brabham con su Cooper.
Sólo participó en dos carreras, lo cual en verdad es algo bastante extraño ya que era un prototipo. No obstante, ya que en aquella temporada Ferrari no tenía ya nada que ganar usó algunas carreras como banco de pruebas en vivo
Así las cosas, al Ferrari 246P hay que reconocerle un mérito bastante importante a pesar de ser un monoplaza más bien desconocido. Lo primero porque gracias a él la casa italiana inició su necesaria transición al motor central, pero sobretodo porque su desempeño fue tan excelente que sirvió de base para el 156 Sharknose de la temporada siguiente. El coche gracias al cual la Scuderia logró recuperar sus laureles en la F1, ganando tanto el título de constructores como el de pilotos en 1961 gracias al manejo del estadounidense Phil Hill.
Miguel Sánchez
Todo vehículo tiene al menos dos vidas. Así, normalmente pensamos en aquella donde disfrutamos de sus cualidades. Aquella en la que nos hace felices o nos sirve fielmente para un simple propósito práctico. Sin embargo, antes ha habido toda una fase de diseño en la que la ingeniería y la planificación financiera se han conjugado para hacerlo posible. Como redactor, es ésta la fase que analizo. Porque sólo podemos disfrutar completamente de algo comprendiendo de dónde proviene.COMENTARIOS