En el salón de París de 1958, aunque fabricado a partir de 1960, el Citroën 2CV Sáhara se dejó por primera vez. Un coche de lo más particular, pero especialmente interesante y sobre todo, especialmente capaz. De hecho, fue concebido para su empleo en las colonias francesas y como curiosidad, a partir de 1962 se llamó Citroën 2CV 4×4.
Citroën creó el 2CV, recordemos, como un coche para todos y para todo, bajo unas premisas muy sencillas: “transportar a dos campesinos con sus zuecos, 50 kilos de patatas o una barrica de vino a una velocidad máxima de 60 kilómetros por hora y con un gasto de combustible de tres litros cada 100 kilómetros”. Para decirlo de forma más directa, se pretendía desarrollar un burro motorizado y finalmente, como muchos de vosotros sabéis, lo lograron.
Es más, no solo cumplía con los requisitos que se pidió, además era un coche al que solo se faltaba un sistema de transmisión de potencia a todas las ruedas para ser un auténtico todoterreno. Podía pasar casi por donde su conductor quisiera gracias, como no, a una suspensión de lo más ingeniosa, pero al mismo tiempo, bastante simple.
Finalmente, la tracción total llegó al Citroën 2CV en 1958 con el Sáhara, aunque no como suele ser normal. La idea de convertir al 2CV en un todoterreno con tracción a las cuatro ruedas tiene varios problemas, como la falta de potencia de su motor o el costo, que como cabe esperar, acabaría disparado. Pero los ingenieros franceses encontraron una solución que era barata y además, solucionaba la notable falta de potencia del coche: dos motores.
Una de las características más conocidas del Citroën 2CV 4×4 es, precisamente, la presencia de dos motores, uno delante y otro detrás, cada uno encargado de mover un eje. Esto, es cierto, hacía desaparecer el maletero, pero el coche estaba pensado, no lo olvidemos, para sufrir el trato más desagradable y duro en las colonias francesas, donde los repuestos y los conocimientos no eran precisamente la normal. El bicilíndrico, aunque poco potente, era extremadamente fiabley fácil de reparar en caso de necesidad.
La presencia de dos motores provoca toda clase de curiosidades. Cada motor se pone en macha por separado, con su propia llave, lo que permite circular con un solo motor. El caso es que cuando se arrancan los dos, hay que sincronizarlos, es decir, que giren al unísono y para ello, cada motor también tiene su propia caja de cambios, las cuales, se coordinan mediante un dispositivo. Otro detalle curioso es la situación de la toma de llenados del depósito, o mejor dicho, de las tomas. Se practicó una abertura en las puertas de llanteras, donde se puede apreciar claramente la presencia de la toma de llenado –tenía dos depósitos a cada lado, con 15 litros de capacidad, aunque hay fotos en las que aparece con una sola toma–.
Se fabricaron, según estimaciones, entre 700 y 800 unidades –según la fuente consultada, es una cifra u otra–, de las cuales, 85 salieron de la factoría de Vigo, en Galicia –España– y se estima que deben quedar unas 30 en activo. La Guardia Civil llegó a contar con alguna unidad, al igual que la Gendarmería francesa y los servicios de asistencia y rescate. Las unidades de la Guardia Civil fueron ensambladas entre julio y diciembre de 1964 y al parecer, 15 ejemplares fueron destinados a ser donantes de recambios para las otras 86 unidades que entraron en activo. Y por cierto, cada una de las unidades se compró con un 35% de descuento.
En 1962, como hemos comentado antes, se cambió el nombre a Citroën 2CV 44, básicamente, porque Francia liberó las colonias que tenía en el Sáhara y no parece ser que entendieron que era poco cortés, y poco educado, mantener la denominación del coche sin cambio.
Javi Martín
Si me preguntas de donde viene mi afición por el motor, no sabría responder. Siempre ha estado ahí, aunque soy el único de la familia al que le gusta este mundillo. Mi padre trabajó como delineante en una empresa metalúrgica con mucha producción de piezas de automóviles, pero nunca hubo una pasión como la que puedo tener yo. También he escrito un libro para la editorial Larousse sobre la historia del SEAT 600 titulado "El 600. Un sueño sobre cuatro ruedas".COMENTARIOS