Por mucho que nos apasione la ingeniería, el diseño o el rendimiento no podemos eludir cómo todo lo relacionado con un automóvil viene marcado por la gestión empresarial. De esta manera, la historia del Bultaco Linx podría haber sido muy distinta de haber caído en manos de otra marca. Y en parte, ése debería ser el concepto por donde empezar a escribir este artículo. El de marca. Una idea capaz de representar valores e identidad con sólo ser nombrada, aupando o dilapidando las ventas en base su impacto sobre la mentalidad colectiva del mercado. En ese sentido, resucitar antiguas marcas de prestigio ha sido una constante durante estas últimas décadas.
Algo no del todo descabellado. Al fin y al cabo, mientras crear prestigio e identidad desde la nada puede ser muy costoso, basarse en una marca ya conocida allana bastante el camino. Sin embargo, las más de estas aventuras empresariales suelen acabar mal. No en vano, hoy en día el mercado no es como en los años cincuenta. De hecho, incluso en los nichos de venta más exclusivos resulta casi imposible moverse como fabricante independiente. Además, la inversión en tecnología requiere de una financiación concluyente que, por su escaso volumen de ventas, estas empresas sobrevenidas nunca acaban de lograr.
Así las cosas, cuando en 2014 se anunció una nueva vida para Bultaco muchos recibieron la noticia con escepticismo. E hicieron bien. Es más, al poco los hechos fueron confirmando los peores augurios, con modelos tan inapropiados como el Brinco – algo a medio camino entre la motocicleta y la bicicleta eléctrica, imposible de homologar y por tanto con un uso sólo relativo a fincas privadas – para acabar finalmente en concurso de acreedores durante el 2018 exhibiendo deudas de hasta 11 millones de euros. Eso sí, entremedias apareció el Bultaco Linx. Un biplaza que, sin contar su contexto, hubiera representado una apuesta interesante para el segmento de conducción más radical.
La vuelta de Bultaco a la escena comercial en 2014 fue el inicio de un proceso problemático que, tan sólo cuatro años después, acabó con un concurso de acreedores después de aplicar un duro ERTE a los empleados de la fábrica situada en las cercanías de Barcelona
Bultaco Linx, cuando la ingeniería no es suficiente
Sinceramente, es una pena que el Bultaco Linx naciera en un contexto empresarial tan problemático. No en vano, su planteamiento es realmente interesante. Interesante y creíble, ya que buena parte de su mecánica está basada en elementos Volkswagen sobradamente conocidos y comprobados. Además, éstos hacen una excelente combinación con otros que parecen proceder de marcas tan exclusivas como Lamborghini. Llegados a este punto, lo mejor será empezar por el principio señalando el propósito general del coche.
Un propósito que, evidentemente, tiene que ver con priorizar las sensaciones de conducción por encima de todo. Algo realmente arriesgado, puesto que al negar de plano la practicidad relega el modelo a nichos de mercado muy concretos. De hecho, lo ciñe prácticamente a su uso en circuitos o tramos de montaña durante los días de ocio. No obstante, ahí están los Caterham, Westfield e incluso algún que otro Lotus desenvolviéndose comercialmente sin demasiado problema. Es más, ya en 1996 la masiva Renault lanzó el Sport Spider.
Un diseño valiente y original que, como en el caso del Bultaco Linx, montaba su motor en posición central-trasera. De todos modos, la primera pieza a tener en cuenta para entender a este malogrado biplaza es el chasis. Realizado en aluminio y con un peso de tan sólo 67 kilos, sobre éste se instalaba una carrocería realizada en composite. Uno de los materiales más novedosos entre los automóviles deportivos de alta gama, en el cual Lamborghini ha puesto no pocas esperanzas basadas en la experiencia proveniente de la aeronáutica.
Una de las cuestiones más interesantes de este deportivo es la mezcla de componentes de alta gama con otros procedentes de coches masivos aunque perfectamente afinados. Recordemos que, aún siendo un bloque TSI, se declaraban 400 CV
Y bueno, ya que estamos hablando de Lamborghini no vamos a salirnos del Grupo Volkswagen ya que el Bultaco Linx montaba un motor TSI con inyección dual y dos litros de cilindrada. Capaz de entregar hasta 400 CV gracias a la acción de su turbocompresor con un par máximo no declarado que, para llegar al suelo, se manejaba a través de una caja de cambios DSG con seis velocidades. Si todo esto lo combinamos con un peso de tan sólo 850 kilos evidentemente suena de lo más atractivo para quienes buscasen sensaciones fuertes al volante. Sin embargo, en el automovilismo el diseño y la ingeniería no lo son todo. También hacen falta buenas dosis de gestión y visión empresarial.
Miguel Sánchez
Todo vehículo tiene al menos dos vidas. Así, normalmente pensamos en aquella donde disfrutamos de sus cualidades. Aquella en la que nos hace felices o nos sirve fielmente para un simple propósito práctico. Sin embargo, antes ha habido toda una fase de diseño en la que la ingeniería y la planificación financiera se han conjugado para hacerlo posible. Como redactor, es ésta la fase que analizo. Porque sólo podemos disfrutar completamente de algo comprendiendo de dónde proviene.COMENTARIOS