El BMW 320i Coupé de la generación e36, representó, en su momento, una de las opciones más equilibradas de la gama. Se anunciaban 150 CV, que no estaban nada mal a comienzos de los años 90, una cifra que se combinaba obviamente, con todo lo que se espera de un BMW:
Con el e36, BMW dio un cambio radical a su Serie 3, un coche que ya acumulaba un éxito importante y había forjado una imagen de cara al público intachable. Quizá por ello, la generación e36 fue tan diferente del e30, había que mantener el mismo camino y mantener esa imagen de referencia en algunos apartados, pero, lógicamente, también había que evolucionar.
Así llegamos hasta el BMW 320i Coupé, un coche que a ojos de cualquier usuario moderno puede resultar un tanto soso, pues sus llantas, su decoración exterior e incluso la imagen que desprende el interior, es bastante sencilla y sin estridencias. Había molduras de color negro, faldones de plástico sin pintar, llantas de 15 pulgadas… Era otra forma de entender el automóvil, no hacía falta atrezzo ni postureo; era un BMW con 150 CV a comienzos de la década de los 90…
Hoy día casi cualquier coche puede tener 150 CV, pero hablamos de 1992, por entonces era una cifra de potencia reservada para coches con marcado talante dinámico y para modelos de alta gama. Además, en el BMW se recurría a un motor de lo más interesante, un seis cilindros en línea con 1.991 centímetros cúbicos, dos árboles de levas en culata e inyección electrónica. Esos 150 CV llegaban a 5.900 revoluciones y se acompañaban de 19,4 mkg a 4.700 revoluciones.
Con sus 150 CV, el BMW 320i Coupé se posicionó como una de las versiones más interesantes del e36
Sin embargo, aunque hablamos de un rendimiento más que aceptable para su época, la firma alemana buscó hacer del 320i Coupé un coche seguro en mojado y en curvas lentas, lo que afectó al comportamiento, que pasó de ser sobrevirador a ser muy subvirador, es decir, arrastraba el morro cuando se forzaban las cosas. La generación anterior, el BMW SErie 3 e30, se labraron una fama –injusta, por cierto– de coches delicados de conducir y en la compañía quisieron eliminar esa imagen de raíz.
Eso, al menos sobre el papel, no afectó a sus datos de prestaciones oficiales. BMW anunciaba 214 km/h, un 0 a 100 km/h en 10 segundos y un consumo de alrededor de los siete litros. El depósito tenía 65 litros, así que la autonomía era más que amplia para dar rienda suelta al coche en carretera.
Según Maximo Sant, quien pudo probar el coche en 1992 y contarlo en la revista Autopista –número 1.717, una comparativa con el Calibra 2.0 16v–, llegó a destacar que por suspensión y dirección, se podía considerar un coche suave, capaz de digerir el más firme y de ofrecer una buena motricidad. También destacó el trabajo de los frenos y criticó un poco la dirección, que podría ser más rápida.
Podríamos resumir la prueba publicada en la mencionada revista diciendo que el BMW 320i Coupé era un coche divertido de conducir y con un talante deportivo característico de la marca. Solo había un problema –en la época, claro–:el precio. Costaba 3.668.000 pesetas, 22.045 euros, que si sumamos la subida del IPC, nos darán 48.697 euros. Un precio que no incluía el aire acondicionado ni el climatizador, tampoco el ordenado de viaje, ni los faros antiniebla y tampoco había, ni en opción, airbag de algún tipo.
Javi Martín
Si me preguntas de donde viene mi afición por el motor, no sabría responder. Siempre ha estado ahí, aunque soy el único de la familia al que le gusta este mundillo. Mi padre trabajó como delineante en una empresa metalúrgica con mucha producción de piezas de automóviles, pero nunca hubo una pasión como la que puedo tener yo. También he escrito un libro para la editorial Larousse sobre la historia del SEAT 600 titulado "El 600. Un sueño sobre cuatro ruedas".COMENTARIOS