El BMW 318i era el escalón de acceso a la Serie 3 cuando se presentó el E46, la cuarta generación de uno de los coches más exitosos de la firma alemana. Corría el año 1998 y la puesta en escena del E46, supuso un importante salto con respecto al E36, tanto en cuestiones de calidades como de cualidades. De hecho, hay mucha gente que considera al BMW Serie 3 E46 como la mejor entrega de la saga y no les faltan razones para pesar así: equilibrio estético, la mejor dinámica de conducción de su clase, prestaciones de primer orden sin importar la versión…
La Serie 3 es una de las gamas más importantes para BMW; o al menos lo eran a finales de los 90, pues concentraba una gran cantidad de ventas. Todo empezó en la década de los 70 con la generación E21, que llegó para reemplazar al BMW 2002, pero realmente, con la generación que estalló el éxito fue con el E36, la tercera entrega de la saga, aunque la generación E30 tiene mucho que decir. Sin las bondades del E30, el E36 seguramente que no habría tenía tantísima repercusión, por muy bueno que fuera.
Esa repercusión, esa imagen que había atesorado el E36, supuso una enorme presión a la hora de desarorllar el BMW Serie 3 E46, pero en la firma supieron como salir al paso con un coche que marcó el camino a todos sus rivales. Además, no podemos olvidar que el Audi A4 había entrado en liza tiempo antes y que Mercedes tenía en el horno una Clase C que demostraría las capacidades de la firma de la estrella. El BMW E46 no lo tendría fácil, pero eso no les impidió lanzar uno de los mejores motores de cuatro cilindros de aquel momento.
Con la generación E46, BMW dio un enorme salto con respecto al modelo anterior y se convirtió en un auténtico referente en su segmento
Con el BMW 318i, los ingenieros alemanes pretendieron ofrecer un cuatro cilindros, con la finura y el tacto sedoso de sus famosos motores de seis cilindros en línea. También había que ofrecer unas buenas prestaciones y un consumo contenido, sin que la imagen o la prestancia del coche se vieran afectados. Una serie de objetivos que, si prestamos atención a lo que decían las revistas de la época y tenemos en cuenta la imagen que tiene hoy día el E46, es evidente que se logró con creces.
El motor del BMW 318i, como decíamos, era un cuatro cilindros que pretendía emular a los seis cilindros de la marca. Tenía 1.895 centímetros cúbicos –cotas supercuadradas: 85 por 83,5 milímetros para diámetro y carrera respectivamente–, árbol de levas en culata, inyección y, por supuesto, ejes contrarrotantes para mitigar vibraciones. La potencia anunciaba por la maca era de 118 CV a 5.500 revoluciones y el par, ascendía a 18,4 mkg a 3.900 revoluciones –casi 180 Nm–. La marca aseguraba que podía alcanzar los 206 km/h y ponerse de 0 a 100 km/h en 11,3 segundos, al tiempo que el consumo medio era de siete litros. El cambio era manual de cinco relaciones, con una quinta pensada claramente para autopista –34,35 km/h a 1.000 revoluciones–.
Según una prueba publicada por la revista Autopista, en el número 2.030, el BMW 318i era, sencillamente, bueno, para tratarse de un coche con motor 1.800. Según mencionan, había varios modelos que, con la misma cilindrada, le superaban en prestaciones, aunque no podían hacer lo mismo en cuanto a suavidad y refinamiento, calidad de contrucción y tacto general. Y eso se debía a que, aun siendo la versión de acceso cuando se inició la comercialización –luego aparecería el 316–, era un auténtico BMW en todos sus apartados.
En la mencionada prueba destacaron el aplomo en curva rápida, la mejora en calidad de rodadura con respecto al E36 y en confort de marcha. Lo definieron como un vehículo muy homogéneo en todos sus apartados, que solo tenía un problema: el precio, que superaba ampliamente los cuatro millones de pesetas. Más concretamente, era de 4.250.000 pesetas, unos 25.544 euros de aquel entonces –más o menos, equivalentes a 45.596 euros de 2024–.
Javi Martín
Si me preguntas de donde viene mi afición por el motor, no sabría responder. Siempre ha estado ahí, aunque soy el único de la familia al que le gusta este mundillo. Mi padre trabajó como delineante en una empresa metalúrgica con mucha producción de piezas de automóviles, pero nunca hubo una pasión como la que puedo tener yo. También he escrito un libro para la editorial Larousse sobre la historia del SEAT 600 titulado "El 600. Un sueño sobre cuatro ruedas".COMENTARIOS