Con 63 victorias en 79 carreras disputadas, seguramente el Audi R8 LMP sea el Sport Prototipo más exitoso de comienzos del siglo XXI. Todo un as en Le Mans capaz de firmar cinco victorias desde el 2000 hasta el 2005. Una racha sólo interrumpida en el 2003 por la aparición del Bentley Speed 8 el cual, por cierto, contaba en verdad con un motor también producido por la propia Audi. De esta manera, puede decirse que la marca de los cuatro aros fue la reina indiscutible de la resistencia durante aquellos años, demostrando así el potencial tecnológico que la ha llevado a ser una de las marcas más importantes y masivas en el panorama automovilístico actual. No obstante, como siempre ocurre en estas historias de éxito hay un precedente tan necesario como desconocido. Aquí es el Audi R8R LMP de 1998.
No obstante, lo mejor será remontarnos al pasado para comprender las razones que llevaron a Audi a invertir enormes esfuerzos en la competición y, más en concreto, en Le Mans. Veamos. A mediados de los años sesenta esta empresa era parte del conglomerado de marcas de la antigua Auto Union recién adquirido por Volkswagen. Un cajón de sastre donde se ubicaban varios de los sellos automovilísticos más prestigiosos de la Alemania de preguerra, habiendo perdido el compás de la recuperación tras la Segunda Guerra Mundial para beneficio de competidores como Mercedes o BMW.
Así las cosas, Volkswagen decidió rescatar a Audi dotándola de nuevos modelos que, en el plazo de unos diez o quince años, deberían situarla dentro del escalafón de las marcas premium. Un objetivo que se consiguió, aunque en buena parte fue posible gracias al excelente recuerdo que Audi generaba entre los aficionados, quienes unían su nombre a las gestas deportivas protagonizadas por los Auto Union A, B, C y D fabricados entre 1933 y 1939. Rematados con el sello de los cuatro aros y capaces de desbancar a los Mercedes y Alfa Romeo más prestacionales en las carreras de la época. Es decir, resultaba innegable cómo el éxito en lo más alto de la competición había dado a Audi una imagen de marca prestigiosa con la cual poder salvarse de la desaparición.
Dentro de la estrategia de marca de Audi ha habido varios episodios a lo largo de su historia donde ésta se ha reivindicado gracias a sus éxitos en la competición. En los ochenta fue gracias a la tracción Quattro en el WRC, y a comienzos del siglo XXI fue a través de los éxitos en Le Mans
Audi R8R LMP, el precursor de los éxitos
Siguiendo el razonamiento anterior, los directivos de Audi vieron a mediados de los noventa un escaparate tecnológico perfecto en Le Mans. Justo en la forma y medida que Peugeot había hecho con el 905, usándolo como remate a sus éxitos en el Grupo B y el Dakar. Llegados a este punto, Audi se enfiló hacia la victoria en Le Mans usando la idea como parte de la estrategia publicitaria que debería posicionarla con carácter propio entre BMW y Mercedes.
De esta manera, en 1998 se inició el diseño del Audi R8R LMP como un prototipo que haría el prólogo necesario a los modelos que sí irían al Campeonato del Mundo de Resistencia. Eso sí, como dato más que interesante llama la atención la participación de Dallara. La empresa italiana fundada por Gian Paolo Dallara en 1972 con la construcción de chasis como principal servicio. Y es que este ingeniero fue ni más ni menos que el responsable del chasis del Lamborghini Miura.
Con esta colaboración, el Audi R8R LMP se definió como un automóvil de cabina abierta y una muy reducida altura al suelo, quedando en unos 900 kilos gracias a su chasis monocasco en aluminio y fibra de carbono. Respecto al motor, se escogió un V8 biturbo de 3,6 litros capaz de entregar alrededor de 600 CV para alcanzar los 350 kilómetros por hora. Datos muy interesantes si se tiene la recta de la Mulsanne en Le Mans en mente.
El chasis fue desarrollado por el especialista italiano Dallara, usando materiales ligeros como la fibra de carbono para llegar a un coche de bajo peso y gran potencia
Además, el par motor llegaba a los casi 700 Nm. De esta manera, de cara a 1999 el Audi R8R LMP mutó a ser el R8R con el que se debutó en las 12 Horas de Sebring. Un necesario ensayo sobre situación real de competición que ya, de cara al año 2000, daría como resultado la aparición del R8 y su fulgurante racha de éxitos. Una de las mejore páginas escritas en la historia de Le Mans, de la cual nos ocuparemos en próximos artículos. Hasta entonces, nos quedamos con este prólogo que fue el Audi R8R LMP de 1998.
Miguel Sánchez
Todo vehículo tiene al menos dos vidas. Así, normalmente pensamos en aquella donde disfrutamos de sus cualidades. Aquella en la que nos hace felices o nos sirve fielmente para un simple propósito práctico. Sin embargo, antes ha habido toda una fase de diseño en la que la ingeniería y la planificación financiera se han conjugado para hacerlo posible. Como redactor, es ésta la fase que analizo. Porque sólo podemos disfrutar completamente de algo comprendiendo de dónde proviene.COMENTARIOS