En 1997 hizo acto de aparición la segunda generación del Audi A6, un coche que se presentó con un diseño bastante particular que, desde el primer momento, levantó toda clase de opiniones. Un diseño que le hacía destacar entre todos sus rivales, pero que, además, escondía una de las evoluciones más importantes de cuantas ha sufrido el modelo en su dilatada vida comercial.
La historia del Audi A6 comienza con el Audi 100, pues hablamos ni más ni menos que del mismo modelo, cuya denominación comercial cambió en la década de los 90 tras la llegada del Audi A8. La primera generación del A6 era, casi, un retyling del Audi 100, pero la segunda fue un enorme salto en todos los sentidos, un coche nuevo que apenas tenía relación con su antecesor más allá del nombre que lucía en la tapa del maletero.
El objetivo de la firma de los aros estaba claro: atacar sin compasión a los BMW Serie 5 y Mercedes Clase E, un objetivo bastante complicado, sobre todo porque en aquellos años, el Clase E y el Serie 5 pusieron sobre el asfalto evoluciones realmente importantes. No olvidemos que hablamos del E39 y del W210, dos modelos que fueron la referencia en muchos aspectos y a los que se quería superar con un coche que se salía un poco de lo convencional en el segmento.
Uno de los argumentos que tenía aquella segunda generación del Audi A6 fue, precisamente, su diseño. Obra de Hartmut Warkuss, se basaba, según afirmó la marca en su momento, en la filosofía Bauhaus –de hecho, a esta generación muchos aficionados la conocen como Audi A6 Bauhaus–, que básicamente dicta que la forma sigue a la función y se centra, además, en crear objetos funcionales, prácticos y estéticamente agradables. Y el Audi A6 C5 –C5 es la denominación interna– resultó agradable a la vista porque se vendieron muchísimas unidades.
Pero no solo era revolucionario en su estética, también supuso un enorme salto en cuanto a calidad de fabricación y diseño general del habitáculo. Posiblemente, fue con este coche con el que Audi dio realmente el salto en cuanto a calidad de fabricación y comenzó su carrera hasta posicionarse como uno de los mejores actualmente. Y eso, aderezado con todo tipo de opciones de personalización.
En aquellos años, Audi había comenzado su camino hacia la referencia en cuanto a tecnología diésel, y aprovechó el lanzamiento del A6 C5 para estrenar una nueva generación de motores V6 TDI con 150 y 180 CV. El V6 TDI fue el primer diésel con seis cilindros en V y supuso un hito para la marca y para el segmento, superando a sus principales rivales.
Javi Martín
Si me preguntas de donde viene mi afición por el motor, no sabría responder. Siempre ha estado ahí, aunque soy el único de la familia al que le gusta este mundillo. Mi padre trabajó como delineante en una empresa metalúrgica con mucha producción de piezas de automóviles, pero nunca hubo una pasión como la que puedo tener yo. También he escrito un libro para la editorial Larousse sobre la historia del SEAT 600 titulado "El 600. Un sueño sobre cuatro ruedas".En esta serie la verdad que si se veian muy bien rematados. En los actuales ya no entro en ello pq no los conozco tanto…
La calidad no aumentó, sino todo lo contrario, hubo una bajada de calidades con respecto al A6/100 C4 que a su vez la tuvo con respecto al 100 C3. Diseño y tecnología arrasó con respecto a sus antecesores, pero en calidades, Audi 1980-1990 fueron los años dorados.
Pues yo he subido en un par de A6 C4 y en varios A6 C5, y la impresión es justo la contraria, la calidad del C5 la vi superior y en general, las opiniones que conozco van por ese camino. Incluso pruebas de la época así lo afirman. ¿Qué ves inferior en uno con respecto al otro?