Allá por la década de los 90, Alfa Romeo, ya bajo control total de FIAT, se afanaba en recuperar imagen y en hacer olvidar los malos momentos que pasaron los propietarios de coches como el Alfa Romeo 33 y el Alfa Romeo 75. No eran problemas serios, sino pequeñas cuestiones que levantaban enormes dolores de cabeza, que solo sirvieron para que la imagen de la marca decayera todavía más.
Por eso, FIAT puso la plataforma del FIAT Tipo a disposición de los ingenieros de Alfa y les permitió crear diferentes modelos sobre la misma. De ahí salió, por ejemplo, el Alfa Romeo 145 y el 146, como también se desarrollaron dos modelos de aspiraciones deportivas y diseño arrebatador: el Alfa Romeo GTV y el Alfa Romeo Spider. Ambos modelos “bebían” de la tradición de la marca en ambos segmentos de mercado, y por supuesto, se hacía uso de una denominación casi mítica en ambos casos.
El Spider, concretamente, tenía cierto interés especial, porque la marca había estirado la vida comercial del Spider lanzado en los 60 demasiado tiempo y el reemplazo no podía ser un coche vulgar y sin personalidad. Y no lo fue, ni de lejos. Pininfarina, encargado de darle forma al Spider –se le conoce por el código 916–, no se complicó y cogió al GTV, un coche que también fue diseño del estudio italiano, y le quitó la capota. En realidad no fue tan sencillo, obviamente, pero resume sobradamente lo que realizó el diseñador. Seguramente, a los más avispados y observadores, les habrá venido a la cabeza el Alfa Romeo Proteo, un concept car presentado poco antes de la puesta en escena del Spider, y es lógico, pues Pininfarina se basó en el prototipo para el desarrollo de este coche.
Bajo la bonita carrocería del Alfa Spider se escondía la misma plataforma del GTV –que también daba soporte al FIAT Coupé, por cierto– y se aderezaba con una puesta a punto específica y diferentes refuerzos para combatir la pérdida de rigidez que supone no tener un techo fijo. Las suspensiones delanteras era de tipo McPherson con basculante inferior, al tiempo que la trasera era de tipo multibrazo, ambos casos con barra estabilizadora. Las llantas era de 16 pulgadas y la monta de ruedas, bastante lógica, con medidas 205/50.
Solo había dos opciones mecánicas: un V6 Busso con 240 CV, o bien, un 2.0 TwinSpark de 150 CV. Como cabe esperar, el más vendido fue el “pequeño”, que suponía un motor más que suficiente para poder divertirte en carretera de montaña. La potencia llegaba a 6.200 revoluciones y el par era de 186 Nm a 4.000 revoluciones. El cambio manual de cinco relaciones. Todo ello encargado de mover un eso de 1.390 kilos, que son pocos.
El Alfa Romeo Spider 2.0 Twin Spark no estaba pensado para ser el más rápido, en realidad, como cualquier roadster, el objetivo del Spider eran las sensaciones, la conducción más pura posible –dentro de lo puro que pueda ser un tracción delantera–, sin necesidad de tener las máximas prestaciones.
Javi Martín
Si me preguntas de donde viene mi afición por el motor, no sabría responder. Siempre ha estado ahí, aunque soy el único de la familia al que le gusta este mundillo. Mi padre trabajó como delineante en una empresa metalúrgica con mucha producción de piezas de automóviles, pero nunca hubo una pasión como la que puedo tener yo. También he escrito un libro para la editorial Larousse sobre la historia del SEAT 600 titulado "El 600. Un sueño sobre cuatro ruedas".COMENTARIOS