Renault… qué fabricante tan peculiar y que enorme contraste ofrece su presente con su pasado más cercano. Actualmente, la firma francesa se centra en evolucionar su tecnología eléctrica y en poner en circulación automóviles cuyo planteamiento no tiene nada de innovador ni de sorprendente, son casi intrascendentes. Sin embargo, hace años, sobre todo durante el comienzo del nuevo milenio, Renault vivió una época emocionante y superinnovadora, atrevida. La compañía francesa estaba en lo más alto del deporte automovilístico –tanto en Fórmula 1, como en el BTCC o con los míticos kit car–, tenía los modelos Renault Sport como bandera en la gama Mégane y Clio, sin contar con el espectacular Clio V6, claro, al tiempo que Patrick Le Quément dejaba volar su imaginación.
De hecho, la época en la que Patrick Le Quément estuvo en Renault, los franceses lanzaron al mercado algunos de los coches más locos que han lucido el rombo en su frontal, y eso que la compañía gala siempre ha destacado por su visión de mercado y por su forma de trabajar, es decir, que no eran nada nuevo. No obstante, el señor Le Quément –quien, por cierto, trabajó en el diseño del Ford Sierra–, le dio a Renault una personalidad mucho más fuerte que de costumbre, una línea de diseño que tuvo muchas críticas, pero que, sin embargo, resultó tener un éxito comercial espectacular en las gamas populares, aunque mucho más limitado en las exclusivas. Los Renault Vel Satis y Renault Avantime no lograron el éxito esperado, aunque no por ello fueron malas ideas. Quizá locas y un tanto sin sentido, como el Avantime, pero no malas.
El Vel Satis pasó sin pena ni gloria, a pesar de ser uno de los mejores modelos de Renault de su época y un coche realmente grande por dentro, práctico y muy cómodo. Por otro lado, el Renault Avantime fue lo contrario, un coche que acaparó portadas de revistas y comentarios de todo tipo, pues, no en balde, su concepto era cualquier cosa menos convencional. Básicamente, y de forma muy resumida, era una versión coupé y muy lujosa del Renault Espace, el mítico monovolumen francés que dio vida, en Europa, a este concepto de automóvil –aunque en su última generación le haya dado la espalda y se haya subido al carro de los SUV–.
La historia del Renault Avantime es muy particular, tanto como el propio coche, y tiene una leyenda urbana a su alrededor, aquella que dice que su fracaso comercial acabo por arrojar a la quiebra a Matra, el socio de Renault que se encargaba de su fabricación. Una leyenda que en parte es cierta, pero lo que no se dice es que Matra ya estaba con el agua al cuello y tanto el Avantime como el Ven Satil era sus últimas oportunidades para poder seguir con su actividad. Todos, o casi todos, sabemos como acabó el asunto: el Vel Satis no logró despuntar en ventas y el Avantime, directamente, fue un fracaso de 8.500 unidades entre 2001 y 2003. Matra no pudo sobreponerse y tuvo que cerrar, mientras que Renault buscaba una forma de olvidar lo sucedido con estos dos coches.
Curiosamente, a día de hoy, el Renault Avantime tiene una mejor aceptación y cuenta con más fanáticos que el Vel Satis, muy posiblemente porque fue algo realmente único, loco y valiente. Uno de esos coches que de primeras a nadie le gusta, o eso dicen, porque con el tiempo, aparecen seguidores por todas partes, seguidores que antes no estaban ahí, obviamente. Es, quizá, uno de los coches más rocambolescos de los últimos 30 años, capaz de combinar lo malo de los monovolúmenes con lo malo de los coupé, pero sin que ninguna de las sus ventajas estén presentes, y aun así, resultar llamativo e incluso atractivo por su rareza.
Pensémoslo detenidamente: es un monovolumen de buen tamaño –4.640 milímetros de largo, 1.830 milímetros de ancho y 1.640 milímetros de alto, con una batalla de 2.702 milímetros y un peso de 1.740 kilos en el caso del V6–, con dos puertas laterales que dieron toda clase de problemas durante su desarrollo por culpa de su tamaño y de su peso –más de 50 kilos cada una–, con un habitáculo de cuatro plazas y un maletero de 530 litros. El centro de gravedad está muy alto, y, por tanto, su dinámica de conducción no es precisamente deportiva, a lo que debemos sumar unas suspensiones de tarado blando. Una locura de coche, ¿verdad?
La versión más interesante del Renault Avantime fue la equipada con el V6 3.0 de 210 CV. Un propulsor que era muy similar al que se podía encontrar en el Renault Clio V6, pero con algo menos de potencia, que no hacía del Avantime un coche rápido. La punta que se anunció desde la marca era de 220 km/h, mientras que el 0 a 100 km/h era de 8,6 segundos. Los 400 metros desde parado los completaba en 16,6 segundos y el kilómetro llegaba en casi el doble de tiempo, 30 segundos.
De todas formas, ver un Renault Avantime a día de hoy por las carreteras es casi un acontecimiento para los aficionados. Los no iniciados ni siquiera le prestan atención, pero aquellos que saben lo que tienen delante, mirar y comentan, porque ver un Avantime actualmente es toda una rareza y no debemos olvidar que se lanzó al mercado en 2001, así que podría considerarse un clásico, o casi.
Javi Martín
Si me preguntas de donde viene mi afición por el motor, no sabría responder. Siempre ha estado ahí, aunque soy el único de la familia al que le gusta este mundillo. Mi padre trabajó como delineante en una empresa metalúrgica con mucha producción de piezas de automóviles, pero nunca hubo una pasión como la que puedo tener yo. También he escrito un libro para la editorial Larousse sobre la historia del SEAT 600 titulado "El 600. Un sueño sobre cuatro ruedas".Realmente hay cosas que solo merecen olvido…