El W16 de Bugatti no ha muerto, el nuevo Brouillard lo recupera con una presencia brutal

El W16 de Bugatti no ha muerto, el nuevo Brouillard lo recupera con una presencia brutal

¿Estaremos ante un nuevo caso como el del Pagani Zonda?


Tiempo de lectura: 6 min.

Cuando creímos que el gigantesco motor W16 de Bugatti había entregado su última nota con el Mistral, la marca se saca de la manga el Brouillard. Un one-off –solo se fabricará una unidad– que no nace para romper récords ni para marcar el futuro de la marca, sino para cerrar un capítulo con la reverencia que merece. Su nombre no es casual: Brouillard era el caballo favorito de Ettore Bugatti, un animal noble, elegante y temperamental. Igual que este coche. Porque esto no es una despedida… es un tributo personal.

No es un modelo de producción en serie, es una creación única y eso, en ocasiones, permite ciertas libertades que, en otros casos, estarían limitadas por motivos de producción, costos o normativas. Puede que hablar de costos cuando el protagonista es un Bugatti no tenga mucho sentido, pero no debemos dejar de lado ciertas cosas; a veces, los costes también afectan a este tipo de marcas. La misma Bugatti es un ejemplo, ¿o acaso ya nos hemos olvidado de las pérdidas que generó la comercialización del Veyron?

El Bugatti Brouillard es el primer resultado del programa Solitario, el cual se centra en la más excelsa y creativa exclusividad, o dicho de otro modo, será el programa que firme los Bugatti completamente personalizados en todos sus características, o casi, a cambio de cantidades de dinero absurdamente elevadas. Dinero que pagaríamos gustosos por tener el Bugatti Brouillard en nuestro garaje, todo sea dicho.

Bugatti Brouillard (1)

No habrá muerte silenciosa para el W16

Sí, el Tourbillon inauguró la nueva era híbrida con V16 atmosférico, pero este coche mira atrás. El Brouillard monta el mismo W16 con cuatro turbos de 8.000 centímetros cúbicos que da vida al Mistral: 1.600 CV de combustión pura sobrealimentada. Una pieza maestra que marcó dos décadas de supremacía técnica y emocional, no debemos olvidar que se diseñó originalmente para el Veyron y ha evolucionado con el Chiron y sus muchas versiones. Bugatti no lo alarga por necesidad, sino por respeto. Este motor merecía un último baile en solitario, aunque, quizá, estamos ante un caso como el del Pagani Zona, un coche que lleva más de 10 años fuera de producción, pero que sigue siendo presa de versiones especiales y de personalizaciones únicas de vez en cuando.

No se producen cambios en el motor y, por tanto, tiene las mismas especificaciones que la versión usada para el Bugatti Mistral, la última que se desarrolló del brutal propulsor de combustión. Como curiosidad y como dato para conocer el enorme poderío de semejante planta de energía, el Bugatti Chiron Super Sport 300+ se quedó a las puertas de los 500 km/ –490,48 km/h– y en el caso del Mistral, la velocidad máxima es de 420 km/h. Atrás quedaron los 320 km/h que tanta repercusión lograban en los años 80 y 90; se ha quedado corta por culpa de coches como los creados por Bugatti.

Como la mayoría de los one off, la marca no ha publicado datos sobre prestaciones; no sabemos si alcanza los 400 km/h, si completa el 0 a 100 km/h en menos de tres segundos o si el consumo baja de 20 litros cada 100 kilómetros. Y no lo hace porque, aquí, no son importantes, no son la razón de ser del Bugatti Brouillard. No estamos ante un coche que vaya a recorrer muchos kilómetros, en realidad está condenado a pasar sus días en un garaje climatizado, sin usarse, como parte de una colección privada.

Bugatti Brouillard (3)

Diseño inspirado, no reciclado

El Bugatti Brouillard podrá parecer un derivado del Mistral, porque lo es, pero el Brouillard tiene identidad propia. Sus líneas son más puras, más contenidas, aunque no por ello sencillas o faltas de exageración. Todo está pensado para evocar potencia y velocidad a partes iguales, para remarcar la agresividad original del Mistral. La personalidad que emana del diseño es aplastante, muestra una soberbia insultante, cada curva, cada pliegue de la carrocería hace pensar en potencia, en velocidad…

La tonalidad verde usada para la carrocería potencia cada curva de la carrocería y las zonas encontraste ayudan a que parezca más afilado y ligero, todo un logro, pues ligero, lo que se dice ligero, no es. Y no, la marca no ha comunicado peso, pero el Chiron supera los 2.000 kilos y el Mistral anda por la misma cifra; ¿acaso hay algo que haga pensar en que el Brouillard será diferente?

Y si queremos quedarnos sin palabras, solo tendremos que ponernos detrás para poder apreciar la magnitud del diseño. Por delante, ligero, afilado, casi a ras de suelo; detrás, potencia bruta, exageración, grandes proporciones… Los pilotos en X son una reinterpretación de los vistos en el Mistral, los cuatro escapes, colocados dos a dos y uno encima de otro, son una declaración de intenciones y la grandeza de sus caderas es más propia de esculturas que de coches. No hay medias tintas con el Brouillard.

Como curiosidad, los tonos grisáceos y la piel interior homenajean ese caballo amado por Ettore, y también la atmósfera envolvente de la niebla. No hay estridencias, o al menos son excesivas –el tono de la piel que recubre el interior es cualquier cosa menos conservador–, pero cada detalle grita exclusividad.

Bugatti Brouillard (8)

Una ejecución artesanal que roza lo irracional

Como todo one-off de Bugatti, el Brouillard no sigue normas de catálogo. Cada pieza ha sido seleccionada, trabajada y montada al gusto de su futuro dueño —seguramente, alguien con acceso a las conversaciones internas de Molsheim—. El nivel de acabado, desde los emblemas hasta las costuras, está hecho para impresionar a todos… Pero para que solo unos pocos elegidos puedan disfrutarlo.

No hay fuegos artificiales, ni cifras escandalosas, ni presentación multitudinaria. El Brouillard ha sido anunciado con una sutileza que roza el desprecio por el ruido mediático, este Bugatti no necesita eso. Y ahí está parte de su encanto: este coche no busca titulares. Busca quedarse en la memoria de los que entienden por qué importa.

En un mundo obsesionado con lo nuevo, Bugatti se permite mirar atrás y decir adiós a su manera. El Brouillard no marca el final del W16: lo honra. Es un coche para los que saben que no todo lo importante debe ser visible, y que algunas despedidas solo se entienden cuando uno ha cabalgado muy lejos.

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Sobre mí

Javi Martín

Si me preguntas de donde viene mi afición por el motor, no sabría responder. Siempre ha estado ahí, aunque soy el único de la familia al que le gusta este mundillo. Mi padre trabajó como delineante en una empresa metalúrgica con mucha producción de piezas de automóviles, pero nunca hubo una pasión como la que puedo tener yo. También he escrito un libro para la editorial Larousse sobre la historia del SEAT 600 titulado "El 600. Un sueño sobre cuatro ruedas".

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Ingeniero de profesión, la mayor pasión de mi vida son los coches desde que era un chaval. El olor a aceite, gasolina, neumático...hace que todos mis sentidos despierten. Ahora embarcado en esta nueva aventura, espero que llegue a buen puerto con vuestra ayuda. Gracias por estar ahí.

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