Hoy en día, que un coche moderno con propulsión eléctrica sea capaz de vencer a uno de combustión interna no es nada nuevo. De hecho, lo vemos hasta como un mérito. Imagina si este hecho se diese a finales del siglo XIX, cuando la industria automotriz estaba lo que se dice “en pañales”. Eso fue lo que hizo el Riker Electric, ser el mejor de los mejores.
Cuando salió a la venta en 1898, Riker Motor Vehicle ya era uno de los principales fabricantes de vehículos eléctricos del país. La mayoría de camiones y furgonetas que poblaban las calles neoyorquinas habían salido bajo el sello de Riker. Los coches de pasajeros eran escasos y poco frecuentes, limitados a un puñado de prototipos hasta que, ese año, salió a la venta el Riker Electric, el primer coche eléctrico de la “gente de a pie” producido en serie.
Andrew L. Riker abandonó la universidad después de su primer año, en 1884, y comenzó a experimentar con propulsión eléctrica conectando un motor eléctrico y una batería de diseño propio a una bicicleta Coventry. Finalmente, acabó su primer proyecto en el sótano de sus padres tres años después. Cuatro años después fundó la empresa Riker Electric Motor Company en Brooklyn, transformada un año después en la mencionada Riker Motor Vehicle Company.
Bajo una carrocería que no podía hacer más que inspirarse en los carruajes contemporáneos -lo habitual de la época-se escondía un motor eléctrico de 1,5 kW (2 CV), más del doble de los que entregaba el Benz Patent-Motorwagen lanzado en 1885. Mediante una caja de cambios de cinco relaciones (tres de avance y dos de retroceso), podía alcanzar los 64 km/h de velocidad máxima y los 80 kilómetros de autonomía entre cargas.
Teniendo en cuenta que el volante tal y como lo conocemos hoy en día no se empezó a generalizar desarrollar hasta más adelante, el conductor manejaba la dirección del coche mediante una barra de timón. En contra de los salpicaderos dominados por las grandes pantallas de infoentretenimeinto, el Riker Electric hacía gala de un cuadro de instrumentos en el piso conformado por solo medidor de voltios-amperios.
“Existen muy pocos automóviles de este significado histórico y, ciertamente, casi ninguno está disponible para la venta. Nuestro sincero deseo es que elogie un logro pionero notable, ser uno de los primeros coches eléctricos estadounidenses en existencia y, ciertamente, de los primeros que compitió”, dijo Rod Egan, de Worldwide Auctioneers, a The ClassicCars Journal. Y razón no le falta en absoluto.
De acuerdo con la documentación adquirida, el Riker Electric está certificado como el primer coche registrado en el estado de Nueva York y, probablemente, del país
Según lo documentado en la edición del 8 de noviembre de 1898 de The Horseless Age, Riker inscribió a su creación en la Exposición de Transporte de Motores en la Feria de Mecánicos en el Parque Charles River de Boston, donde ganó el primer puesto en su primera carrera. Más tarde, en 1900, llevó el automóvil a través del Atlántico hasta la Exposición Internacional Universal en París, donde recibió una medalla de oro.
En ese mismo lugar, el Riker Electric fue exhibido junto al famoso Lohner Porsche “Semper Vivus”. Conseguir este hito en un evento tan prestigioso fue un triunfo para la compañía, era el premio más alto a la excelencia disponible para un producto en ese momento. Era la equivalencia al obtener el Premio Nobel dentro del mundillo de las máquinas. A su regreso, venció en otras dos carreras más, siendo uno de los primeros coches ganadores en competición.
El ejemplar que ilustra esta noticia fue utilizado tanto por el propio Riker como por su esposa Edith hasta 1930, cuando fue regalado al museo Henry Ford. Permaneció allí hasta que fue subastado y readquirido por la familia Riker en 1985. Jamás ha sido restaurado y se encuentra en una condición completamente original. Incluso conserva su matrícula de cuero original con las iniciales de Riker (ALR).
Con 121 años de historia a sus espaldas, este vehículo será protagonista en la subasta Pacific Grove del 15 de agosto, California, de la mano de Worlwide Auctioneers. Pocos coches con esa edad, independientemente de su sistema de propulsión y en parte del mundo esté, han sobrevivido en un estado tan intacto y bien preservado. Dado que jamás se ha subastado un coche con este pedigrí histórico, es difícil saber el precio que alcanzará en la subasta, pero las siete cifras las tiene aseguradas.
Luis Blázquez
Aficionado al mundo del motor desde que fui concebido. Aprendí a leer con revistas de coches y, desde entonces, soy un completo enamorado de la gasolina. Como no se nace sabiendo todo, cada día es importante aprender algo nuevo y así ampliar los conocimientos. Este mundillo tiene mucho que ofrecer, al igual que un servidor a vosotros los lectores.A lo mejor puja Elon Musk!