Buick Electra Orbit: un marciano con pedigree de Motorama y aires de Citroën

Buick Electra Orbit: un marciano con pedigree de Motorama y aires de Citroën

Mejor ser feo y atrevido, que guapete normal y tímido


Tiempo de lectura: 6 min.

A Buick le pasa lo que a los Blue Oyster Cult: Que lo petaron hace un porrón de años y ya nadie se acuerda de ellos (y menos en España), pero de vez en cuando lo ponen en alguna serie y te vienes arriba. Pues eso es el Electra Orbit.

Lo cierto es que yo lo veo y de primeras me llama más bien poco, porque parece un diseño olvidado en una carpeta de 1956, con nombre de nave espacial. Proporciones de transatlántico, y aspecto final de supositorio. No es bonito, no es elegante y tampoco es discreto, y, sin embargo, cuanto más lo miras, más engancha. Es feo con estilo, que es la mejor categoría posible en este mundo de crossovers aburridos. Es el Steve Buscemi de los coches.

Además, está diseñado en Shanghái, lo cual ya es un meme en sí mismo. Que Buick, la marca más americana de todas, saque un prototipo retrofuturista con ecos de Motorama… pero firmado en China, es como si en Valencia inventasen un sake que pusiera en ridículo al mejor whisky japonés. Absurdo, pero irresistible.

Tampoco hablamos de un diseño tirado al aire y ya, porque el Orbit tiene un puntazo técnico serio a base de aerodinámica activa de verdad, y funciona y todo. Es un coche que juega a ser feo, hortera y teatral, y aun así acaba siendo interesante.

Buick Electra Orbit (3)

Herencia Motorama, pero con acentazo francés

Los Motorama eran básicamente desfiles de ego con ruedas. GM sacaba dream cars con colas más largas que las de la Seguridad Social, unos techos flotantes imposibles y frontales que parecían caricaturas de un caza de la USAF y que iban acompañados de colas como de cohete espacial. El Electra Orbit mama de ahí sin disimular con ese aire de maqueta de exposición que sabes que no va a pisar nunca un concesionario.

Lo mejor de todo y que creo que pocos han notado es que no es solo un revival yanqui, porque si te fijas en el perfil, hay un Citroën DS escondido, incluso un poco de CX, y hasta ese magnetismo raro de los XM. No hablamos de la belleza inmediata de un Ferrari clásico, sino de esa fealdad sofisticada que solo los franceses sabían convertir en arte mientras buscaban la innovación. El Orbit hace lo mismo: es feo, pero te va gustando según lo miras.

Es como si Harley Earl y Flaminio Bertoni hubiesen quedado en un bar de Shanghái, con un par de copas de más, y hubiesen garabateado esto en una servilleta. Exagerado, sí, pero con un fondo coherente, y aunque las llantas de 24 pulgadas y los LEDs de discoteca te digan que es una ida de olla, el conjunto transmite algo que casi ningún coche actual transmite: ganas de mirar otra vez.

Lo mejor es que Buick ni lo esconde. Han dicho claramente que querían maridar la estética de los 50 con tecnología futurista y arquitectura eléctrica. Que sí, que suena a frase de nota de prensa, pero lo han conseguido de sobra.

Buick Electra Orbit (2)

Aerodinámica activa, o cómo darle sentido a un mamotreto

Lo que de verdad me conquistó fueron las virguerías aerodinámicas, porque el coche mide casi seis metros, así que necesita magia para no convertirse en un ladrillo con ruedas. Ahí está la gracia: en que el Orbit no se conforma con un aleroncito retráctil de juguete como la mayoría porque lleva paneles que se mueven en el capó para refrigerar los frenos, un alerón trasero que se abre en dos como si fuese un transformer elegante, y hasta los faldones y el difusor bajan para mejorar el flujo. Parece la armadura de Iron Man.

Es como una versión 2.0. del Motorama. Antes eran colas y cromados para impresionar a las amas de casa en la feria de muestras, y ahora son piezas móviles que harían sonrojar a más de un superdeportivo. No hablamos de postureo barato cuando lo que se ve en los vídeos parece funcional de verdad.

La ironía es brutal porque mientras casi todas las marcas están obsesionadas con sacar SUV eléctricos que parecen frigoríficos gordos con logo, Buick (la misma Buick que lleva décadas vegetando) se descuelga con un concept que, aunque no vaya a ninguna parte, le da mil vueltas a lo que presentan muchos “líderes de la innovación”.

Lo más gracioso es que probablemente el 90% de los que lo critican se subirían encantados si esto llegase a producción. Porque personalidad no le falta.

Buick Electra ORbit Concept interior

Un salón kitsch con bola mágica incluida

Si el exterior ya es un viaje psicodélico, el interior es la rave definitiva. Puertas de tijera, pantallón de lado a lado, un volante que se esconde cuando conduce el piloto automático… hasta ahí, vale, lo hemos visto antes. Pero luego aparece una bola de cristal en la consola central que sirve para manejar las funciones del coche. Para rematar, un holograma que simula un planeta con lunas orbitando, porque por lo visto un simple HUD era demasiado vulgar.

Es como si Buick hubiese dicho: “mira, total, esto no se va a fabricar, así que vamos a ponerle todo lo que se nos ocurra”. Y vaya si lo han hecho. Brocados en la tapicería, molduras de cristal, colores que parecen sacados de una colección de IKEA pija… un festival de exceso que no tiene ningún sentido práctico, pero que cumple su función: que hablemos de él.

¿Funcional? Ni de coña. ¿Divertido? Pues mira, lo es un rato. ¿Un poco hortera? También, aunque no tanto como lo parece a simple vista. Siendo sinceros, ¿qué prototipo recuerda la gente diez años después? ¿Un SUV eléctrico “realista” con cuatro luces raras o un sedán marciano con bola mágica en la consola? Pues eso.

Buick Electra Orbit Concept habitáculo

El Buick que no veremos, pero que nos hacía falta

El Electra Orbit no va a vender un coche, ni falta que hace. Es un recordatorio de que los concepts deberían ser eso: locuras con ruedas que muestran hacia dónde podríamos ir si alguien se atreviese. A mí me da igual que Buick no tenga intención de hacer un sedán de seis metros con brocados y hologramas porque me quedo con que todavía queda espacio para la imaginación en la industria.

Te puede parecer feo, ridículo o exagerado, pero nadie puede decir que sea un coñazo. Algo que no puede decir esa mayoría de eléctricos parecen clones de lavadoras con una Tablet incrustada porque sí, y eso ya lo convierte en un soplo de aire fresco.

Así que sí, Buick sigue más viva que mi abuela, y aunque este Orbit sea solo humo digital, nos recuerda que la chispa de los Motorama no está muerta. Que todavía se pueden hacer coches que te provoquen un “pero qué leches es esto” antes de engancharte. Ya era hora. Estoy frito de los SUV.

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Sobre mí

Jose Manuel Miana

Ando loco con los coches desde que era pequeño, y desde entonces acumulo datos en la cabeza. ¿Sabías que el naufragio del Andrea Doria guarda dentro el único prototipo del Chrysler Norseman? Ese tipo de cosas me pasan por la cabeza. Aparte de eso, lo típico: Estudié mecánica y trabajé unos años en talleres especializados en deportivos prémium.

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Ingeniero de profesión, la mayor pasión de mi vida son los coches desde que era un chaval. El olor a aceite, gasolina, neumático...hace que todos mis sentidos despierten. Ahora embarcado en esta nueva aventura, espero que llegue a buen puerto con vuestra ayuda. Gracias por estar ahí.

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