Cuando un fabricante decide rescatar un pedazo de su historia no siempre lo hace bien, porque muchas veces se queda en el puro maquillaje nostálgico que no aporta nada y que se limita a poner cuatro pegatinas conmemorativas y un color de pintura llamativo. Por suerte no es el caso del Nissan Z Heritage Edition la cosa va más allá, porque no estamos hablando de un mero sacacuartos comercial, sino de un ejercicio de conexión con el pasado reciente de la marca, con ese 300ZX Z32 que en los años 90 era capaz de mirar de tú a tú a los grandes deportivos europeos y que hoy sigue siendo un icono de la edad dorada de los deportivos japoneses.
El Heritage Edition nace la idea de honrar al Z32 Twin Turbo sin necesidad de reinventar lo que ya funciona en el actual Nissan Z. De ahí que no se toque la mecánica (ese V6 biturbo de 3.0 litros con 400 caballos que ya conocemos) y se apueste por una serie de detalles estéticos y simbólicos que conectan de forma directa con la herencia JDM. El color Midnight Purple es el eje central, que para eso fue mítico en los GT-R, y es un tono tan cargado de mística y de historia en Nissan que prácticamente convierte a este coche en objeto de culto desde el mismo momento en que lo ves.
Solo habrá 500 unidades y, como ya es tradición en los japoneses cuando deciden hacer algo especial, se han cuidado hasta los detalles que parecen irrelevantes: desde los gráficos laterales en bronce con la inscripción “Twin Turbo” hasta el alerón de carbono con el emblema retro, pasando por las llantas RAYS de 19 pulgadas también en bronce que parecen sacadas de un catálogo de los 90 pero con la tecnología y la calidad de fabricación de hoy. Va todo rematado con unas placas conmemorativas y un interior con guiños discretos, lo justo para que el que se siente dentro sepa que no está en un Z cualquiera.
El problema, como ya sospecharán los más metidos en el tema, es que este Z Heritage Edition no llegará oficialmente a Europa. Una vez más, las normativas de emisiones y la poca rentabilidad prevista en nuestro mercado nos dejan sin un juguete que en Estados Unidos y Japón van a disfrutar mientras aquí nos quedamos mirando fotos desde la tristeza de nuestros Dacia. Duele, porque es de esos coches que se disfrutan incluso con solo tenerlos aparcados en el garaje, simplemente sabiendo lo que representan.
El peso del color Midnight Purple
Hablar del Heritage Edition sin detenerse en el color sería un crimen. El Midnight Purple no es una pintura cualquiera porque es un pedazo de historia de Nissan que arrancó en 1995 con el Skyline GT-R R33 y que fue evolucionando en distintas variantes en el R34, para luego reaparecer puntualmente en ediciones especiales del R35 GT-R. Tratarlo de simple morado es de simples, porque es un acabado multicapa que bajo determinadas luces vira hacia tonos azulados, verdosos o incluso rojizos, un efecto camaleónico que en su momento dejó boquiabiertos a muchos y que hoy en día sigue siendo tan hipnótico como entonces.
Lo curioso es que en su origen no gustó a todo el mundo porque en los 90 lo de poner un color cambiante en un coche deportivo japonés parecía casi una excentricidad más propia de un preparador que de un fabricante serio. Pero con los años ese atrevimiento se convirtió en parte fundamental del aura de los GT-R, tanto que el porcentaje de unidades fabricadas en este color fue bajo, y eso lo volvió aún más deseado. No es casualidad que hoy un Skyline R33 en Midnight Purple sea material de coleccionista con precios desorbitados y listas de espera en subastas.
En el Z Heritage Edition la elección de este color no es una concesión gratuita, sino una forma de crear un puente directo con esa parte del legado Nissan que muchos frikis del motor consideran sagrada. Pocos tonos transmiten tanto carácter sin necesidad de un solo alerón descomunal ni de un bodykit radical. Basta con verlo bajo el sol para que sepas que es algo especial, y en eso Nissan ha acertado de lleno.
Si a eso le sumas que las 500 unidades ya vienen numeradas y con detalles exclusivos en el interior, la ecuación te da un coche de colección desde el minuto uno. No será un Z que se vea en tandas de circuito cada fin de semana, sino un juguete reservado para unas pocas carteras abultadas.
Mecánica: lo justo y necesario
Quien espere diferencias mecánicas respecto al Nissan Z Performance puede dejar de buscar, porque no las hay. El Heritage Edition mantiene intacto el V6 biturbo VR30DDTT de 3.0 litros con 400 caballos a 6.400 vueltas y 475 Nm de par disponibles desde apenas 1.600 rpm. Es decir, un motor potente, con empuje desde abajo y con ese carácter turbero que lo hace especialmente divertido de estirar, y más aún con la opción de cambio manual de seis relaciones que sigue siendo la elección lógica de cualquiera que tenga sangre de gasolinero en las venas.
A nivel de chasis tampoco hay sorpresas: tracción trasera, diferencial de deslizamiento limitado y un tarado de suspensión pensado para ser equilibrado, sin caer en la rigidez absurda que solo sirve para impresionar en ficha técnica pero que en la vida real convierte un deportivo en un suplicio. Nissan sabe que el Z es un coche de sensaciones, y en ese sentido mantiene intacta la receta.
Si miramos atrás y lo comparamos con el Z32 Twin Turbo, la evolución es evidente. Aquel coche tenía 283 caballos y unos 375 Nm de par, cifras muy respetables en su época pero que hoy se ven superadas con claridad por los 400 caballos del nuevo Z. El salto no es solo de potencia, sino también de refinamiento y de cómo se entrega esa fuerza. Donde el Z32 te pedía más concentración y lidiar con cierto lag, el Heritage Edition lo pone todo mucho más fácil sin perder el nervio.
Es verdad que algunos puristas dirán que hubiera estado bien una versión con algún ajuste extra de potencia o un tarado específico para diferenciarlo más del Performance. Pero probablemente Nissan no buscaba eso, sino crear un homenaje accesible y fiel al espíritu original, sin encarecerlo hasta convertirlo en un unicornio intocable, y visto lo visto, esa decisión tiene bastante sentido.
El eterno drama europeo
La parte amarga de la historia es que, como ya pasó con el Z Performance, en Europa no lo vamos ni a oler. Las normativas de emisiones de los políticos y la falta de interés comercial han cerrado la puerta a un coche que en otros mercados sí tiene su público. Lo peor es que ni siquiera se trata de un tema de falta de demanda, porque entre los aficionados hay más de uno dispuesto a dejarse la pasta en importar uno, aunque eso suponga papeleos eternos y sobrecostes absurdos.
Lo irónico es que, mientras aquí se nos venden SUV híbridos insulsos a precio de deportivo, al otro lado del Atlántico se siguen permitiendo el lujo de mantener viva la saga Z, con ediciones especiales como esta que apelan directamente a la fibra sensible de los entusiastas. Europa se queda fuera de la fiesta, y esa sensación de exclusión duele especialmente cuando hablamos de un coche con tanto significado histórico.
La solución pasa por los importadores especializados, que ya se han encargado de traer alguna que otra unidad del Z Performance desde Canadá y Estados Unidos. El problema es que, entre aranceles, homologaciones y trámites, el precio final se dispara y deja de tener sentido para muchos. Aunque, siendo honestos, el que realmente lo quiera y pueda pagarlo, lo hará, porque estos coches no se miden con la calculadora sino con el corazón (y una buena cartera).
Seguieremos soñando con lo que no podemos tener oficialmente mientras los coleccionistas de otros mercados se aseguran de guardar bajo llave una de esas 500 unidades. Si alguien en España logra traer uno, podéis estar seguros de que será material de culto instantáneo en cualquier concentración de coches japoneses.
Legado y futuro de la saga Z
El Nissan 300ZX Z32 es uno de esos coches que marcaron una época. Su motor VG30DETT, sus líneas anchas y bajas y esa mezcla de refinamiento japonés con contundencia mecánica, le han dado su merecido lugar en la historia de los 90. Entonces era un coche capaz de plantar cara a Porsche y a Ferrari en determinadas circunstancias, y hacerlo además con la fiabilidad y el precio de un deportivo japonés. No es casualidad que hoy se le mire con tanto respeto, porque fue una demostración de que Japón podía jugar en la primera división de los deportivos.
El Heritage Edition bebe directamente de esa herencia, no solo en el nombre y en los detalles estéticos, sino en la filosofía de ofrecer un deportivo equilibrado, potente y sin artificios innecesarios. No es el más rápido de su segmento, tampoco el más tecnológico, pero sí uno de los que mejor transmiten esa conexión entre pasado y presente que tanto valoramos los que hemos crecido viendo pósters de Z32 y Skyline GT-R.
Lo interesante es que este Heritage Edition no llega solo, porque el anuncio coincide con otra noticia que ha hecho ruido: el futuro Z NISMO manual. Nissan ha confirmado que habrá una versión con tres pedales para el modelo más radical de la gama, algo que parecía imposible en estos tiempos de sobreprotección y automatización. Y eso sí que es un regalo para los puristas, porque significa que todavía queda esperanza para quienes queremos seguir usando la pierna izquierda en un deportivo moderno.
En ese sentido, el Heritage Edition cumple un doble papel. Por un lado, es homenaje al pasado, un guiño directo al 300ZX Z32 que nos recuerda de dónde viene la saga. Por otro, es una forma de mantener vivo el presente del Z, de recordarnos que sigue ahí, que Nissan no lo ha abandonado, y que incluso en un contexto tan hostil para los deportivos todavía se pueden permitir sacar ediciones especiales que ponen los pelos de punta a los frikis del motor.


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Jose Manuel Miana
Ando loco con los coches desde que era pequeño, y desde entonces acumulo datos en la cabeza. ¿Sabías que el naufragio del Andrea Doria guarda dentro el único prototipo del Chrysler Norseman? Ese tipo de cosas me pasan por la cabeza. Aparte de eso, lo típico: Estudié mecánica y trabajé unos años en talleres especializados en deportivos prémium.COMENTARIOS