Nacido en 1982 para ser el producto de entrada a la marca alemana, el Opel Corsa A tendría que medirse durante sus 11 años de vida con la flor y nata de la categoría de coches urbanos, entre los que se encontraban el Peugeot 205, el Renault Supercinco, el VW Polo, el Fiat Uno o incluso el SEAT Ibiza. Al principio contaría con versiones económicas de tres puertas propulsadas por motorizaciones de 1, 1,2 y 1,3 litros de cubicaje compartidas con una curiosa versión de tres volúmenes y 2 puertas y a las que se sumaría una versión de talante más deportivo: el Corsa 1.3 SR.
Esta versión del pequeño coche alemán, preparada para ser el anzuelo con el que atraer a la clientela más joven, iba “adornada” exteriormente con un nuevo paragolpes frontal que incluía un spoiler inferior y dos grandes antiniebla (opcionales), molduras laterales inferiores y un deflector ubicado sobre el portón trasero. Como complemento incluía opcionalmente unas llantas de aleación de tres brazos ranurados y para completar su diseño exterior aligerando su vista lateral y hacerla así más interesante, incorporó unos pilares B cubiertos de plástico, del mismo color que el resto de aditamentos deportivos antes mencionados.
Los Corsa disfrutaban de un chasis autoportante al que se anclaban las suspensiones independientes delanteras de tipo Macpherson, articuladas inferiormente con un brazo transversal guiado por un tirante delantero dispuesto oblicuamente. El eje trasero contaba con un eje torsional complementado por muelles de compresión progresiva y amortiguadores hidráulicos. Su equipo de frenado estaba compuesto por un servofreno que actuaba sobre unos discos macizos delanteros y unos tambores traseros, ambos de rendimiento un poco justo para las prestaciones del motor.
El corazón de este urbanita con pretensiones deportivas era un tetracilíndrico transversal de 1.297 cc de cilindrada y de moderna factura, con el bloque construido en fundición y la culata en aluminio. Su distribución se olvidaba de los antiguos y ruidosos sistemas de varillas y balancines para incorporar un árbol de levas instalado en la culata, movido por correa dentada y encargado de accionar los taques hidráulicos de las 8 válvulas del propulsor. Equipado con un carburador monocuerpo, enviaba a las ruedas delanteras a través de su caja manual de 5 velocidades, los 70 CV de potencia conseguidos a 5.600 rpm y un par máximo de 101 Nm a 3.800 rpm con los que podía alcanzar los 160 km/h y realizar el 0-100 km/h en unos 12 segundos.

La primera entrega del Opel Corsa tuvo varias versiones con aspiraciones deportivas y entre ellas, el 1.3 SR era la más enfocada a ser el anzuelo para los usuarios más jóvenes
Con una caja de cambios más pensada en la economía que en extraer la quinta esencia del pequeño motor, no solo hacía que la velocidad máxima del coche se alcanzase en 4ª velocidad, sino que la última relación sólo servía para llanear rebajando el consumo medio hasta los 7,5 litros, a la vez que conseguía lograr a una velocidad constante de 120 km/h un consumo de sólo 6 litros.
El interior apto para 4 o 5 personas, dependiendo de su corpulencia, disfrutaba de una tapicería propia de una falda escocesa (tartán) que le daba un ambiente menos sobrio que el que se mostraba en los demás Opel Corsa, incrementándose este aspecto por los cómodos asientos delanteros de corte deportivo. Aunque su equipamiento se podía catalogar de sencillo, dada la época de su comercialización, disponía de un completo cuadro de instrumentos en donde al velocímetro, al cuenta revoluciones y a los relojes de temperatura del motor y de nivel de combustible, les acompañaba un indicador de presión de aceite y un amperímetro. También hacía cierta concesión a la ergonomía, al situar los mandos de la radio y de la climatización en la zona media alta del tablero de instrumentos.
Aunque su apariencia intentaba proyectar una imagen deportiva, su conjunto motor-caja de cambios estaba más desarrollado para ofrecer la mejor economía de funcionamiento posible que los mejores tiempos por vuelta en un circuito. Ocurría algo parecido con la suspensión de comportamiento correcto en carreteras en buen estado pero que mostraba sus deficiencias al límite y en carreteras bacheadas, donde el eje trasero de naturaleza rígida y saltarín aconsejaba bajar el ritmo. Tampoco ayudaban a sus aspiraciones velocistas una dirección con 4 vueltas de volante entre topes, unos frenos faltos de mordiente y unos neumáticos de medidas 165/65-14” más pensados en proporcionar una larga vida de rodadura y un bajo consumo de combustible que el máximo agarre en curvas.
En 1985, su ultimo año de comercialización y momento en que sería sustituido por el Corsa GT 1.3, costaba unos 5.900 € y a penas se diferenciaba del que tenía el Supercinco GTS, el Fiat Uno 70 o el Peugeot 205 GT de 5 puertas. Pero con un menor precio todavía se podía encontrar alguna que otra joya como el Talbot Samba Rallye de 90 CV con el que apaciguar el espíritu competitivo de cualquiera.
Javier Gutierrez
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