Coche del día: Mazda CX-7 2.3 DISI Sportive

Coche del día: Mazda CX-7 2.3 DISI Sportive

Tomaba prestado el motor del Mazda 6 MPS


Tiempo de lectura: 3 min.

El Mazda CX-7 2.3 DISI Sportive, procede una época en la que se consideraba a Mazda, una firma con talante deportivo. Algo lógico cuando coches como el CX-7, se distinguían por un diseño claramente dinámico y agresivo, unas prestaciones notables y un comportamiento claramente más deportivo que la media. Y no lo decimos nosotros, obviamente, lo dice la prensa de la época en las pruebas publicadas.

Se dice que el primer SUV fue el Toyota RAV4, cuya primera entrega era muy, muy diferente a lo que vino después. Sirva de ejemplo que el RAV4 fue definido como un “4X4 GTi”, ya que por prestaciones y comportamiento, era un coche muy dinámico incluso en pistas de tierras. Un argumento que se ha perdido con los años, ya no hay, apenas, modelos SUV que puedan presumir como lo hacía la primera entrega del modelo japonés, ahora solo dan el do de pecho en carretera.

Para muchos, juntar en un solo conjunto el concepto SUV y la deportividad –aunque la S de SUV apunte, precisamente, a “sport”, deportivo– es una contradicción y no tiene mucho sentido, pero es una idea que se empezó a explotar casi desde el primer día y los ejemplos son muchos, aunque nosotros nos vamos a quedar con el Mazda CX-7 2.3 DISI Sportive. El modelo japonés, puesto en escena a mediados de los 2000, era la viva imagen del SUV que apostaba por la deportividad en todos los sentidos, desde el diseño hasta el comportamiento en carretera, pasando, por supuesto, por las prestaciones. No en balde, en aquellos años, Mazda estaba considerada una marca con talante deportivo.

Existió una versión diésel con 173 CV, aunque tampoco logró grandes números de ventas

Mazda CX 7 2 3 DISI Sportive (2)

El CX-7 2.3 Sportive no solo era deportivo porque Mazda estuviera considerada como tal, había muchas cosas que apuntaban hacia esa idea. Por ejemplo, bajo el capó estaba el mismo propulsor que daba vida a los Mazda 6 MPS y Mazda 3 MPS, un cuatro cilindros de 2.261 centímetros cúbicos, distribución variable con dos árboles de levas y cuatro válvulas por cilindro, inyección directa, turbo e intercooler, que rendía 260 CV a 5.500 revoluciones y 38,7 mkg a 3.000 revoluciones. Era un motor con poderío, que se combinaba con un cambio manual de seis relaciones –la sexta era claramente para autopista, con 47,34 km/h a 1.000 revoluciones–.

Curiosamente, si hacemos caso a las cifras publicadas por la revista Autopista –número 2.511, 28 agosto a 3 septiembre de 2007–, el Mazda CX-7 2.3 DISI Sportive no era tan veloz como cabría esperar. También es cierto que pesaba 1.805 kilos en báscula y la superficie frontal era muy amplia, al tiempo que montaba neumáticos mixtos. Así, el 0 a 100 km/h lo completaba en 8,36 segundos, el 0 a 160 km/h lo hacía en 19,25 segundos y los 1.000 metros con salida parada los recor´ria en 28,58 segundos. Las recuperaciones de 60 a 120 km/h en tercera era bastante rápidas: solo 6,71 segundos, pero de 80 a 120 km/h en sexta se necesitaban 18,54 segundos. La velocidad máxima, según homologación, era de 210 km/h.

Donde no destacaba nada, o mejor dicho, donde destacaba para mal, era en lo relativo a los consumos. En ciudad, y nuevamente según datos de la revista antes mencionada, el gasto era de 13,6 litros cada 100 kilómetros, en carretera, la cifra bajaba hasta los 9,2 litros y la media se situaba en los 11,6 litros. Sumado todo ello a la presencia de un depósito de 69 litros, la autonomía se quedaba un poco por debajo de los 600 kilómetros.

Sin embargo, el Mazda CX-7 2.3 Sportive te hacía olvidar todo eso una vez en marcha, con un comportamiento que permitía circular muy rápido en carretera de curvas, donde presentaba unas reacciones bastante neutras. Eso sí, necesitabas 37.000 euros de 2007 para llevarte uno a casa.

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Sobre mí

Javi Martín

Si me preguntas de donde viene mi afición por el motor, no sabría responder. Siempre ha estado ahí, aunque soy el único de la familia al que le gusta este mundillo. Mi padre trabajó como delineante en una empresa metalúrgica con mucha producción de piezas de automóviles, pero nunca hubo una pasión como la que puedo tener yo. También he escrito un libro para la editorial Larousse sobre la historia del SEAT 600 titulado "El 600. Un sueño sobre cuatro ruedas".

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Ingeniero de profesión, la mayor pasión de mi vida son los coches desde que era un chaval. El olor a aceite, gasolina, neumático...hace que todos mis sentidos despierten. Ahora embarcado en esta nueva aventura, espero que llegue a buen puerto con vuestra ayuda. Gracias por estar ahí.

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