Coche del día: Citroën Xantia 2.0i 16v (MK1)

Coche del día: Citroën Xantia 2.0i 16v (MK1)

Sus 155 CV y la combinación de suspensión hidroactiva y eje trasero direccional, lo hacían muy interesante


Tiempo de lectura: 3 min.

El Citroën Xantia 2.0i 16v era, en 1993, el escalón más alto del catálogo. Un coche que presumía de 155 CV y, ¡faltaría más!, una suspensión sin parangón en el mercado. Tenía un precio de nada menos que 3.527.560 pesetas, 21.202 euros de 1993, 46.432 euros si sumamos inflación hasta 2024. Es decir, no era un coche precisamente barato, aunque la firma francesa siempre ha tenido una estrategia comercial realmente agresiva.

A finales de los años 80, el Citroën BX había demostrado suficientes cualidades como para ser recordado por miles de usuarios, pero había llegado la hora de renovar la oferta y jubilar un coche que ya notaba el paso del tiempo. La renovación se llamó Citroën Xantia y supuso un notable cambio con respecto al BX, aunque había cosas que no cambiaban, como la suspensión hidroactiva y el personal diseño que lucía la carrocería.

Cuando el Xantia comenzó a circular, los motores diésel todavía no dominaban el mercado, aunque ganaban terreno a pasos agigantados y pronto sería la referencia y los motores que todo el mundo tendría en sus coches. No obstante, todavía no era el momento y los motores gasolina tenía todavía mucho peso en las ventas, algo que se notaba en las opciones que se ofrecían nada más comenzar las ventas. A finales de los 90, lanzar un modelo solo con motores gasolina habría sido un suicidio, pero allá por 1993 era de lo más normal.

Entre los motores que se ofrecieron, destacaba por encima del resto un dos litros 16 válvulas, que tenía ya algo de peso en el mercado al haber estado bajo el capó de coches como el Peugeot 405 Mi16. Este detalle, a veces, se pasa por alto en un coche, el Citroën Xantia, que nunca destacó por tener un comportamiento deportivo, pero nunca prescindió de tener motores relativamente potentes, aunque a comienzos de los 90 tener más de 150 CV no era “relativamente potente”, era interesantemente potente y, también, veloz.

Citroën Xantia 2 0 16v (2)

No era un deportivo y tampoco lo pretendía, pero algunas características le permitían gestionar las curvas a un ritmo endiablado

Así, pues, el Citroën Xantia 2.0i 16v era la propuesta más potente cuando se inicio la andadura comercial del sustituto del BX gracias al motor que le daba vida, un cuatro cilindros de cotas cuadradas –86 milímetros para diámetro y carrera– con 1.998 centímetros cúbicos, doble árbol de levas en cabeza, cuatro válvulas por cilindro y, por supuesto, inyección de combustible, que rendía 155 CV a 6.500 revoluciones y 19 mkg de par a 3.500 revoluciones –algo menos de 190 Nm–. El cambio era manual de cinco relaciones, el coche pesaba, en total, 1.325 kilos y según datos de la revista Autopista –número 1.768–, era capaz de rodar a 213 km/h.

Este bloque –código XU10J4– llegó al 405 Mi16 con el restyling y perdía cinco caballos con respecto al Mi16 con motor 1.9 16v. En el caso del Xantia esa pequeña pérdida de potencia era indiferente, pues el planteamiento del coche era diferente y tampoco era el equivalente al BX GTi de 160 CV. De hecho, aunque la mencionada revista publicaba que faltaba algo de garra a régimen alto, en realidad, el motor cuadraba bastante bien con la personalidad del modelo francés, con unos consumos bastante ajustados para la época –algo más de 13 litros por ciudad y casi nueve litros ene autopista– y permitía un rodar fluido y agradable.

Destacaba, en el Xantia 2.0i 16v, una velocidad de paso por curva muy elevada –se combinaba la suspensión hidroactiva y el eje trasero direccional–, aunque como curiosidad, el funcionamiento de la suspensión restaba algo de tacto y poder alcanzar un buen paso por curva recaía más en la confianza del conductor que en las capacidades del propio coche.

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Sobre mí

Javi Martín

Si me preguntas de donde viene mi afición por el motor, no sabría responder. Siempre ha estado ahí, aunque soy el único de la familia al que le gusta este mundillo. Mi padre trabajó como delineante en una empresa metalúrgica con mucha producción de piezas de automóviles, pero nunca hubo una pasión como la que puedo tener yo. También he escrito un libro para la editorial Larousse sobre la historia del SEAT 600 titulado "El 600. Un sueño sobre cuatro ruedas".

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Ingeniero de profesión, la mayor pasión de mi vida son los coches desde que era un chaval. El olor a aceite, gasolina, neumático...hace que todos mis sentidos despierten. Ahora embarcado en esta nueva aventura, espero que llegue a buen puerto con vuestra ayuda. Gracias por estar ahí.

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